Si en muchos
autores el conocimiento de su trayectoria vital es importante para conocer
realmente su obra, esto es más evidente en el caso de Antonio Gramsci. Pero
antes es preciso referirse al creador de esta antología de sus escritos, a las
que añade comentarios siempre interesantes. Se trata de César Rendueles Menéndez
del Llano, nacido en Gerona, criado en Gijón y vecino de Madrid en donde enseña
Sociología en la Universidad Complutenses. Es un filósofo, sociólogo y
ensayista claramente escorado hacia la izquierda. Autor de muchos libros ha
sentido, por ejemplo, la idea del dogma ciberfetichista y la realidad social
disminuida por la aparición de las redes sociales.
Afirma
Rendueles que ”la obra de Gramsci es incomprensible
si se olvida que no fue solo un teórico marxista original y heterodoxo sino también
el líder de un partido comunista que aspiraba a convertir Italia en una
república comunista”. O sea: un revolucionario que ha tenido, ya muerto,
éxito como teórico y, aún vivo, un fracaso como práctico. Algo que de alguna
forma reconoce Rendueles cuando indica que el entusiasmo por su doctrina se produjo
especialmente entre los movimientos sin esperanzas de triunfo.
La
circunstancia vital influye grandemente en la persona. Eso, justamente, es lo
que parece suceder a Gramsci. Tres cosas creo que deben destacarse. La primera
es la penuria económica que atravesó, debida en gran parte a la condena que sirvió
su padre por delitos cometidos en su función administrativa en la Oficina del
Catastro; Rendueles no oculta que antes de producirse esa condena la situación económica
no era mala (“relativamente acomodado”). La segunda, su salud deficiente ya que
padeció desde niño una tuberculosis osteoarticular que, aparte de otros efectos
(“le dejó jorobado”), le impidió crecer más allá del metro y medio. Hasta aquí las
circunstancias personales; junto a ellas aparecen las históricas. Así en tercer
lugar vivió en una época en la que se produjeron dos hechos fundamentales. Uno,
la guerra de 1914 que conmovió toda Europa y que tuvo consecuencias sociales y
políticas mucho más amplias y profundas que las puramente bélicas. Otro y relacionado
con el anterior, la Revolución rusa de 1917. Gramsci, nacido en 1891, tenía
solo 28 años cuando la vivió intensamente, aunque solo fuera como espectador,
aunque luego, ya comunista, tuviera un intenso contacto con dicho régimen. En
resumen, un conjunto de circunstancias que moldearon su carácter y su ideario.
Gramsci
militará en el partido socialista hasta 1921, año en el que, defraudado por su
tibieza, coopera en la fundación del partido comunista italiano (PCI). Se aparta
así del partido socialista en el que, en ese momento, Mussolini era el tercero
en el escalafón. Cuando Mussolini, tras la marcha sobre Roma, convoca
elecciones en las que sale Gramsci diputado. En noviembre de 1925 será detenido,
siendo ya secretario general de PCI. Pese a su inmunidad es detenido y finalmente
condenado a veinte años de encarcelamiento. En 1929 se le autoriza a escribir.
En 1935 se le concede la libertad provisional, autorizando su traslado a una
clínica romana. Morirá en 1937 a los 46 años.
Sin embargo,
nunca será un autor de un libro. Colaborará en periódicos y, en la cárcel,
rellenará en ella los famosos 33 cuadernos. Rendueles articulará su obra
escrita en dos apartados: los artículos (1916-1926) y los cuadernos de la
cárcel (1929-1935). Debo confesar que, en el caso presente, no se va a poder
seguir un hilo conductor del pensamiento de Gramsci, no solamente porque de por
sí ya fue cambiante y oportunista, sino porque la selección de textos adolece
del sesgo a la izquierda de su autor. Me limitaré a destacar las partes o afirmaciones
más sorprendentes o reveladoras de Gramsci, una persona que en los momentos
actuales se invoca como un mantra (lo que literalmente significa en sánscrito
“instrumento mental”).
Hay algo
importante en el momento de enjuiciar a Gramsci. Es evitar el “presentismo”: es
decir no juzgar con criterios actuales lo que se dijo o hizo en el pasado y en
otro marco de circunstancias. ¿Debemos calificar a Gramsci como algo casposo?
En modo alguno si nos deshacemos de presentismos. Lo que sucede es que podemos
considerar sus ideas como hacemos con las de Kant o Descartes. Como no tendría
sentido denunciar la falsedad de las teorías de Copérnico o Newton a la vista
de los descubrimientos actuales. Las ideas de Gramsci tienen derecho a ser
analizadas debidamente contextualizadas dentro de una historia de las ideas.
Ahora sinceramente, no tiene sentido su invocación, más allá de la presunción
progresista. Todo ahora es distinto de lo que era; lo que dijo entonces no lo
diría ahora.
Mi aproximación
a Gramsci derivó de la oposición de las ideas revolucionarias de Lenin y Trotsky
(por cierto, referidos en los cuadernos como Ilich y Brosntein). Dos
concepciones distintas frente a las que se sobreponía la de Gramsci: la revolución
se lograba a través de la educación. Lo que él describe alguna vez como “despertar”.
La falta de reacción de la gente le desespera. La realidad es que, ante esa
falta de acción, buscará otro camino: la de la educación (el despertar), tarea
en la deberán cooperar los intelectuales. Pero este concepto resulta escurridizo:
“podría decirse que todos los hombres son
intelectuales, pero no todos los hombres tienen la sociedad la función de intelectuales”;
la imagen tradicional será la del orgánico tradicionales que defiende la “hegemonía”;
frente a ello “todo hombre fuera de su profesión,
despliega alguna actividad intelectual”; ”en el mundo moderno la base del nuevo tipo de intelectual debe darla la
educación técnica”; “la escuela es el
instrumento para la elaboración de intelectuales de los diversos grados”.
Es de temer así que los intelectuales que se consideran revolucionariamente
gramscianos distan mucho de serlo.
Los conceptos
que Gramsci maneja son personalísimos y desconcertantes. Y por descontado tan
numerosos que ni siquiera pueden relacionarse: la ideología es algo así como la
subordinación aceptada; el cesarismo es una figura que supera la crisis… Se
agradece enormemente que Redueles agregbue un glosario final en su libro en el
que describre el conceto gramsciano de los términos que éste constantemente
emplea. Pero fuera de eso, Gramsci es un escritor que no repara en
crear/modelar una serie de conceptos, siempre dentro de la órbita marxista,
heterodoxa quizá. La idea de la clase dominante se muestra obsesiva olvidando
que no es suficiente aludir a una burguesía dominante, sin referirse a otros
supuestos de dominancia. ¿Cuál es en nuestro momento de la historia la clase
dominante? Las referencias al ejército, por ejemplo, resultan absolutamente
apolilladas. O las hechas a la Iglesia, los terratenientes o los burgueses.
Como revolucionario
mantiene que no se puede esperar el asalto, sino que es preciso reducirse
resignadamente a una guerra de trincheras y desgaste que permita la progresiva participación
en la sociedad civil. Al tiempo que muestra su devoción por Marx (“significa la entrada de la inteligencia en
la historia de la humanidad, significa el reino de la consciencia”)
reconoce la inexactitud de sus previsiones y manifiesta que la imprevisible revolución
rusa fue “la revolución contra El Capital”.
La desmesura de sus afirmaciones y alabanzas anticipan las del régimen estalinista.
Antonio Gramsci
es una personalidad que merecía un análisis más profundo. No deja de ser un
fracasado al no haber podido emular al triunfador Ilich (Lenin). En los años
1919 y 1920 Italia pasó por el “biennio rosso” cuyos protagonistas fueron los “consejos
de fábrica” cuya utilidad y originalidad había sido proclamada por Gramsci. El
fracaso y el advenimiento de Mussolini se sustancia para él en un periodo de
cárcel que lógicamente dista bastante del carácter extremo con que se describe.
Se le permitió escribir y que sus cuadernos se conservaran. Un benefactor hizo
posible que disfrutara en la cárcel cuantos libros deseaba. El efecto apreciable
es que sus cuadernos de la cárcel parecen referirse unicamente a situaciones
históricas pasadas que se interpretan desde una óptica marxista (Algo adicional:
habría que analizar las notas comunes de los muchos libros que se escribieron
en la cárcel).
Quizá la gran innovación
de Gramsci fuera, ya en su vivencia del fracaso, sustituir las figuras del
campesinado (primero) y del proletariado (después) por la del “intelectual”, un
concepto que aliviaba la fracaso y halagaba al triunfador. El campesinado
dormido de Rusia despierta cuando los más prometedores de ellos son enviados a
la guerra del 14. En sentido contrario, el proletariado tiende a aburguesarse
(en nuestra época se incorporará a la clase media).
Leído lo que el
libro nos ofrece, parece que la paradoja, al menos inicial, de Gramsci asume la
idea de libertad le inspiró el Benedetto Croce liberal, pero dándola un sentido
distinto y peculiar. La libertad vendrá por el socialismo (más tarde del
comunismo al considerar insuficiente el socialismo), pero lo que no podía
imaginar Gramsci es que, al cabo del tiempo, conociéramos el resultado de su
revolución, algo absolutamente alejado de él tachaba de libertad.
Gramsci es una víctima
de su peripecia personal. Predicó una guerra que se perdió. Trató de cambiar el
tono de su discurso ya en la cárcel, con algo que pretendía ser una filosofía,
pero escribir cuadernos es algo distinto de escribir libros. Se echan en falta
conceptos claros y afirmaciones definitivas. Pero hay que hurgar en sus
escritos ante tanto gramsciano confeso. Gramsci, muerto hace ochenta años,
vive. Y al parecer goza, por fin, de buena salud.
“Gramsci. Escritos. Antología” es
un libro en el que César Rendueles recoge antológicamente textos de Antonio
Gramsci, traducidos por Manuel Sacristán y Cesar Rendueles. La antología añade a
la selección, una introducción y notas. Lo publicó Alianza editorial en su
serie de libros de bolsillo en 2017. Una primera reimpresión (la comentada aquí)
se realiza en 2018”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario