lunes, 21 de mayo de 2018

César Rendueles: “Gramsci. Escritos. Antología.”


Si en muchos autores el conocimiento de su trayectoria vital es importante para conocer realmente su obra, esto es más evidente en el caso de Antonio Gramsci. Pero antes es preciso referirse al creador de esta antología de sus escritos, a las que añade comentarios siempre interesantes. Se trata de César Rendueles Menéndez del Llano, nacido en Gerona, criado en Gijón y vecino de Madrid en donde enseña Sociología en la Universidad Complutenses. Es un filósofo, sociólogo y ensayista claramente escorado hacia la izquierda. Autor de muchos libros ha sentido, por ejemplo, la idea del dogma ciberfetichista y la realidad social disminuida por la aparición de las redes sociales.
Afirma Rendueles que ”la obra de Gramsci es incomprensible si se olvida que no fue solo un teórico marxista original y heterodoxo sino también el líder de un partido comunista que aspiraba a convertir Italia en una república comunista”. O sea: un revolucionario que ha tenido, ya muerto, éxito como teórico y, aún vivo, un fracaso como práctico. Algo que de alguna forma reconoce Rendueles cuando indica que el entusiasmo por su doctrina se produjo especialmente entre los movimientos sin esperanzas de triunfo.
La circunstancia vital influye grandemente en la persona. Eso, justamente, es lo que parece suceder a Gramsci. Tres cosas creo que deben destacarse. La primera es la penuria económica que atravesó, debida en gran parte a la condena que sirvió su padre por delitos cometidos en su función administrativa en la Oficina del Catastro; Rendueles no oculta que antes de producirse esa condena la situación económica no era mala (“relativamente acomodado”). La segunda, su salud deficiente ya que padeció desde niño una tuberculosis osteoarticular que, aparte de otros efectos (“le dejó jorobado”), le impidió crecer más allá del metro y medio. Hasta aquí las circunstancias personales; junto a ellas aparecen las históricas. Así en tercer lugar vivió en una época en la que se produjeron dos hechos fundamentales. Uno, la guerra de 1914 que conmovió toda Europa y que tuvo consecuencias sociales y políticas mucho más amplias y profundas que las puramente bélicas. Otro y relacionado con el anterior, la Revolución rusa de 1917. Gramsci, nacido en 1891, tenía solo 28 años cuando la vivió intensamente, aunque solo fuera como espectador, aunque luego, ya comunista, tuviera un intenso contacto con dicho régimen. En resumen, un conjunto de circunstancias que moldearon su carácter y su ideario.
Gramsci militará en el partido socialista hasta 1921, año en el que, defraudado por su tibieza, coopera en la fundación del partido comunista italiano (PCI). Se aparta así del partido socialista en el que, en ese momento, Mussolini era el tercero en el escalafón. Cuando Mussolini, tras la marcha sobre Roma, convoca elecciones en las que sale Gramsci diputado. En noviembre de 1925 será detenido, siendo ya secretario general de PCI. Pese a su inmunidad es detenido y finalmente condenado a veinte años de encarcelamiento. En 1929 se le autoriza a escribir. En 1935 se le concede la libertad provisional, autorizando su traslado a una clínica romana. Morirá en 1937 a los 46 años.
Sin embargo, nunca será un autor de un libro. Colaborará en periódicos y, en la cárcel, rellenará en ella los famosos 33 cuadernos. Rendueles articulará su obra escrita en dos apartados: los artículos (1916-1926) y los cuadernos de la cárcel (1929-1935). Debo confesar que, en el caso presente, no se va a poder seguir un hilo conductor del pensamiento de Gramsci, no solamente porque de por sí ya fue cambiante y oportunista, sino porque la selección de textos adolece del sesgo a la izquierda de su autor. Me limitaré a destacar las partes o afirmaciones más sorprendentes o reveladoras de Gramsci, una persona que en los momentos actuales se invoca como un mantra (lo que literalmente significa en sánscrito “instrumento mental”).
Hay algo importante en el momento de enjuiciar a Gramsci. Es evitar el “presentismo”: es decir no juzgar con criterios actuales lo que se dijo o hizo en el pasado y en otro marco de circunstancias. ¿Debemos calificar a Gramsci como algo casposo? En modo alguno si nos deshacemos de presentismos. Lo que sucede es que podemos considerar sus ideas como hacemos con las de Kant o Descartes. Como no tendría sentido denunciar la falsedad de las teorías de Copérnico o Newton a la vista de los descubrimientos actuales. Las ideas de Gramsci tienen derecho a ser analizadas debidamente contextualizadas dentro de una historia de las ideas. Ahora sinceramente, no tiene sentido su invocación, más allá de la presunción progresista. Todo ahora es distinto de lo que era; lo que dijo entonces no lo diría ahora.
Mi aproximación a Gramsci derivó de la oposición de las ideas revolucionarias de Lenin y Trotsky (por cierto, referidos en los cuadernos como Ilich y Brosntein). Dos concepciones distintas frente a las que se sobreponía la de Gramsci: la revolución se lograba a través de la educación. Lo que él describe alguna vez como “despertar”. La falta de reacción de la gente le desespera. La realidad es que, ante esa falta de acción, buscará otro camino: la de la educación (el despertar), tarea en la deberán cooperar los intelectuales. Pero este concepto resulta escurridizo: “podría decirse que todos los hombres son intelectuales, pero no todos los hombres tienen la sociedad la función de intelectuales”; la imagen tradicional será la del orgánico tradicionales que defiende la “hegemonía”; frente a ello “todo hombre fuera de su profesión, despliega alguna actividad intelectual”; ”en el mundo moderno la base del nuevo tipo de intelectual debe darla la educación técnica”; “la escuela es el instrumento para la elaboración de intelectuales de los diversos grados”. Es de temer así que los intelectuales que se consideran revolucionariamente gramscianos distan mucho de serlo.
Los conceptos que Gramsci maneja son personalísimos y desconcertantes. Y por descontado tan numerosos que ni siquiera pueden relacionarse: la ideología es algo así como la subordinación aceptada; el cesarismo es una figura que supera la crisis… Se agradece enormemente que Redueles agregbue un glosario final en su libro en el que describre el conceto gramsciano de los términos que éste constantemente emplea. Pero fuera de eso, Gramsci es un escritor que no repara en crear/modelar una serie de conceptos, siempre dentro de la órbita marxista, heterodoxa quizá. La idea de la clase dominante se muestra obsesiva olvidando que no es suficiente aludir a una burguesía dominante, sin referirse a otros supuestos de dominancia. ¿Cuál es en nuestro momento de la historia la clase dominante? Las referencias al ejército, por ejemplo, resultan absolutamente apolilladas. O las hechas a la Iglesia, los terratenientes o los burgueses.
Como revolucionario mantiene que no se puede esperar el asalto, sino que es preciso reducirse resignadamente a una guerra de trincheras y desgaste que permita la progresiva participación en la sociedad civil. Al tiempo que muestra su devoción por Marx (“significa la entrada de la inteligencia en la historia de la humanidad, significa el reino de la consciencia”) reconoce la inexactitud de sus previsiones y manifiesta que la imprevisible revolución rusa fue “la revolución contra El Capital”. La desmesura de sus afirmaciones y alabanzas anticipan las del régimen estalinista.                                                                                                                                                                                                                    
Antonio Gramsci es una personalidad que merecía un análisis más profundo. No deja de ser un fracasado al no haber podido emular al triunfador Ilich (Lenin). En los años 1919 y 1920 Italia pasó por el “biennio rosso” cuyos protagonistas fueron los “consejos de fábrica” cuya utilidad y originalidad había sido proclamada por Gramsci. El fracaso y el advenimiento de Mussolini se sustancia para él en un periodo de cárcel que lógicamente dista bastante del carácter extremo con que se describe. Se le permitió escribir y que sus cuadernos se conservaran. Un benefactor hizo posible que disfrutara en la cárcel cuantos libros deseaba. El efecto apreciable es que sus cuadernos de la cárcel parecen referirse unicamente a situaciones históricas pasadas que se interpretan desde una óptica marxista (Algo adicional: habría que analizar las notas comunes de los muchos libros que se escribieron en la cárcel).
Quizá la gran innovación de Gramsci fuera, ya en su vivencia del fracaso, sustituir las figuras del campesinado (primero) y del proletariado (después) por la del “intelectual”, un concepto que aliviaba la fracaso y halagaba al triunfador. El campesinado dormido de Rusia despierta cuando los más prometedores de ellos son enviados a la guerra del 14. En sentido contrario, el proletariado tiende a aburguesarse (en nuestra época se incorporará a la clase media).
Leído lo que el libro nos ofrece, parece que la paradoja, al menos inicial, de Gramsci asume la idea de libertad le inspiró el Benedetto Croce liberal, pero dándola un sentido distinto y peculiar. La libertad vendrá por el socialismo (más tarde del comunismo al considerar insuficiente el socialismo), pero lo que no podía imaginar Gramsci es que, al cabo del tiempo, conociéramos el resultado de su revolución, algo absolutamente alejado de él tachaba de libertad.
Gramsci es una víctima de su peripecia personal. Predicó una guerra que se perdió. Trató de cambiar el tono de su discurso ya en la cárcel, con algo que pretendía ser una filosofía, pero escribir cuadernos es algo distinto de escribir libros. Se echan en falta conceptos claros y afirmaciones definitivas. Pero hay que hurgar en sus escritos ante tanto gramsciano confeso. Gramsci, muerto hace ochenta años, vive. Y al parecer goza, por fin, de buena salud.

“Gramsci. Escritos. Antología” es un libro en el que César Rendueles recoge antológicamente textos de Antonio Gramsci, traducidos por Manuel Sacristán y Cesar Rendueles. La antología añade a la selección, una introducción y notas. Lo publicó Alianza editorial en su serie de libros de bolsillo en 2017. Una primera reimpresión (la comentada aquí) se realiza en 2018”.

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