viernes, 16 de marzo de 2018

Stanley G. Payne: ”El camino al 18 de julio. La erosión de la democracia en España (diciembre de 1935 - julio de 1936)”.




 
Stanley Payne es un autor conocido: estadounidense, historiador e hispanófilo.
El periodo histórico analizado en el libro cubre aproximadamente siete meses. Pese a su brevedad pueden distinguirse dentro de él fases distintas del proceso que desembocó en la guerra civil.: el de la disolución de las Cortes del Alcalá Zamora en diciembre de 1035; el de las elecciones generales de febrero de 1936 y el nombramiento de Azaña como jefe de Gobierno; el de la Presidencia de Azaña con Casares Quiroga de jefe de gobierno.
Dejando a un lado los dos primeros gobiernos provisionales, los gobiernos de la república se inician con Niceto Alcalá Zamora en la Presidencia. Los 4 gobiernos estarán sustentados por la alianza de los socialistas y la izquierda republicana que pronto de romperá y dará lugar al triunfo, aunque no por mayoría, de la CEDA, seguido por el Partido Radical de Lerroux. Es el bienio, tachado por las izquierdas de “bienio negro”, que ocupará de los años 1933 a 1935. Durante este periodo tiene lugar la revolución socialista de 1934. La inestabilidad quedará evidenciada por encuadrarse en esos dos años los gobiernos séptimo a decimosexto de la república. En ninguno de ellos Alcalá Zamora encarga de la formación de gobierno a Gil Robles, cabeza visible de la CEDA. Los serán Lerroux, Samper, Chapaprieta y Portela Valladares.
Se abre el final de este periodo con el grave error de Alcalá Zamora, que proviniendo de la derecha se oponía a que ésta gobernara, procurando constantes apoyos a las izquierdas. Ante la dimisión de Portela Valladares y la imposibilidad de que se cree un gabinete, declara la disolución de las Cortes, aunque como aclara Payne “había iniciado el apaciguamiento de las izquierdas en 1934 y no quedaba otro remedio que someterse al chantaje y coerción firmando un decreto que reconocía como manifiestamente ilegal”. Con ello se convocan las nuevas elecciones de febrero de 1936. Las izquierdas saben unirse en un Frente Popular, lo que no hace las derechas. Se producen una serie irregularidades y revisiones de los resultados de forma descaradamente favorable a las izquierdas.
El orden público se resiente profundamente. Los actos vandálicos se suceden. Hasta la URSS y Francia piden calma y prudencia a las izquierdas, que patrimonializan la república y la hace revolucionaria. Alcalá Zamora dimite dando paso en la Presidencia la República a Azaña, quien, tras las elecciones, había sido designado jefe del gobierno. Azaña cometerá parejo error al acceder a la Presidencia de la república, abandonando el gobierno en otras manos. De las que, al final fue juguete.

Es prácticamente imposible seguir la avalancha de datos que aporta Payne. Todo, en su conjunto, permite tomar conciencia de los rasgos más notables de lo que sucedió en esos años, pero sólo la rememoración de los hechos realmente sucedidos aporta la viveza a esa visión general. Lo que sucedió en aquellos años superó con mucho a cualquier otro intento revolucionario en cualquier otro país moderno.
Junto a las distintas fases, hay otros procesos que se desarrollan de forma continuada y sin interrupciones. Uno de ellos es el que Payne aborda en el capítulo “¿Una revolución pendiente?” Con ese título se refiere a un fenómeno clásico en España como es el de la fragmentación de las izquierdas y su sentido mesiánico con la consecuencia de su creciente y progresivo afán revolucionario de sus programas.
Comienza analizando la división de la izquierda, polarizada entre un Prieto tendente a la moderación y un Largo Caballero que presume de ser más comunista que los comunistas. Fuera de la polarización aparece la izquierda más moderada de Julián Besteiro. Sigue el comunismo que aparece como fuerza política creciente, tutelada por la URSS que la pide constantemente mayor cautela y menos precisa en sus avances. De ella, desgajado aparece el POUM, Partido Obrero de Unificación Marxista, aún más radical. La izquierda independiente y anti estatalista estará representada por un partido de genuino perfil español, el anarcosindicalismo, con su sindicato CNT. Dice Payne: “Todos los movimientos izquierdistas estuvieron de acuerdo solamente en una meta negativa: la derrota y la exclusión totales de las derechas

Para Payne lo que sucedió esos años, la efervescencia revolucionaria, es algo sorprendente y extraño. Tratando de no ser traidores a su pensamiento, pudiéramos resumirlo así muy toscamente: en España se daban las condiciones socio económicas que tradicionalmente conducen a una revolución. No justamente la pobreza y la opresión. España vivía un momento de crecimiento económico notable, pero no estaba preparada para la irrupción de un régimen democrático inusual; la cosa estalló a la sociedad española en sus manos, simplemente. Las izquierdas no comprendieron que en un régimen democrático una victoria electoral no era un viaje sin vuelta, sino parte de un viaje de ida y vuelta. Mesianismo, existió en abundancia, entiendo. Adanismo, todo. Todo aderezado en confrontaciones verbales, escritas, internas y externas, amenazas. Y ¿por qué no? asesinatos, asaltos, incendios, desfiles, huelgas, ambiente de militarización. Sin rastro apenas de intentos de conciliación.
Payne dedica un capítulo a examinar la actitud del ejército. Un tanto pasota diríamos y que unicamente reaccionó en los últimos momentos y tuvo que debatirse entre la disciplina formal y el repudio de la situación material. Repasa la actitud de los militares principales, con detención especial en Emilio Mola y Francisco Franco.

La presión social llevada a cabo por la izquierda, solo contestada por la Falange, pronto puesta fuera de la ley, siguió creciendo. El advenimiento de una dictadura del proletariado era temido por la derecha y deseado y no ocultado por la izquierda. Cada día aparecía como más inevitable. Hasta que realmente lo fue. El 13 de julio miembros de las fuerzas de seguridad dependientes del gobierno, Guardias de salto y Guardia Civil asesinan a Calvo Sotelo, en aquellos momentos uno de los líderes más combativos de la oposición. El gobierno apenas aparenta averiguar algo. Se escuda en que el asesinato es la respuesta otro previo llevado a cabo en la persona de un Guardia de Asalto. Pero no se para a pensar que en un caso los asesinos son un partido declarado fuera de la ley y, en el otro, son los representantes de la ley.
En ese momento es cuando Payne estima que la inevitabilidad de la confrontación ha llegado. Es cierto que señala que hay algunos intentos de concordia, pero todos fracasan y son solo muestra de esa inevitabilidad. El 17 de julio las fuerzas de Marruecos se rebelan. El gobierno entiende que es una revuelta sin horizonte y la minusvalora. Mientras tanto, como destaca Payne, el levantamiento militar fracasa: sus objetivos iniciales como era el control de las grandes poblaciones no se cumplen. Martínez Barrios ante la impotencia en que se encuentra deja el gobierno que un desnortado Azaña entrega a Giral. La presión de la izquierda hace que se repartan armas a la multitud. La guerra está servida.
En ese momento, señala con acierto Payne, la segunda república deja de existir. Nace la tercera república. Proletaria y revolucionaria.
La idea que el autor repite una y otra vez es que los gobiernos de 1936 pensaron siempre y desearon e, incluso, buscaron— un levantamiento militar que imaginaron que sería fácilmente reprimible y que daría paso a una nueva etapa política de carácter revolucionario. Fue uno de tantos errores cometidos. Nunca se valoró que los crecientes desórdenes y las vejaciones infligidas a un importante sector de la población (seguridad, religión, educación, propiedad) habían llevado a extremos nunca imaginados la idea de la necesidad de acabar con aquello.

Llegada la declaración de guerra, el libro concluye. Hay que insistir en que es imposible reflejar el cúmulo de excesos y anormalidades que se produjeron en el breve tiempo contemplado Hay que leer el libro éste y muchos más, claropara conocer a fondo esa triste realidad. Pero uno, como simple lector, comparto la visión este libro, la de los muchos que le han precedido en el mismo sentido y los que le seguirán. La historiografía de la segunda república, de la guerra civil y del franquismo comienza a ser en sí misma objeto de estudio. Como aspecto curioso puede indicarse que la tendencia de los libros de autores más escorados a babor se limita a aumentar los horrores imputables a las derechas, no a la justificación del comportamiento de las izquierdas.

Las cosas han cambiado profundamente, pero nuevamente se tiene una sensación de “dejà vu” en algunos aspectos de estas cosas que Payne nos cuenta. Y a uno le invade qué se va a hacer la melancolía.

El libro “El camino al 18 de julio. La erosión de la democracia en España (diciembre de 1935 - julio de 1936)” (424 págs.). Fue registrada y escrita por Stanley Payne en 2016 y publicada por Espasa en marzo del mismo año. La cuarta edición, que es la leída, se publicó en julio de 2017.

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