sábado, 17 de marzo de 2018

Gilles Deleuze: “Lógica del sentido”



 

De pronto, un día, uno lee una reseña sobre un libro del que es autor Deleuze y repara en que no conoce nada de este autor, al que señalan de ser uno de los filósofos más influyentes del siglo XX. Y uno, que vivió dos tercios de ese siglo, se siente profundamente ignorante; tanto que se lanza a la búsqueda de ese conocimiento perdido.
Uno de los problemas con que uno se encuentra al abordar el conocimiento del pensamiento de personas como los filósofos, es que dicho pensamiento no se resume normalmente en un libro, sino que está repartido y conformado en muchos libros y artículos, de forma que cada uno de ellos no refleja sino una parte de la construcción de su poliédrico sistema filosófico. Sistema que, además, quizá ha evolucionado a lo largo de su obra. Este problema se acrecienta en la visión de la filosofía de Deleuze por su peculiar forma de formulación.
Vayamos un momento al autor, Gilles Deleuze. Francés. No es fácil de clasificar más allá de encontrarle un tanto friki. Suicidado, lo que no es usual en los filósofos. Llegado al respeto académico tras acceder a la docencia, cuando suele suceder lo contrario. Algo elogiable a destacar es que en sus comienzos nunca se comprometió en el plano político ni en ningún otro plano. Luego la cosa fue distinta y llegó a ser un icono de la izquierda exquisita francesa.

Me acerqué a Deleuze a través de la crítica suscrita por el mirandés Cuartango, curiosamente experto en periodismo económico. Aunque su comentario se refería a otro libro, “Anti Edipo”, realizado con la colaboración del psicoanalista Guattari, opté por este otro por ser quizá más abstruso, más deleuziano, pero uno se equivoca muchas veces. El primer encuentro en el marco de ese libro no puede ser más penoso. ¿Es preciso tratar de entender todo antes de saber si dice algo? Me recuerda una frase que repetíamos en nuestro ámbito juvenil, surgida en su seno anecdóticamente, que, con todo respeto, preguntaba: “Coño ¿qué pretendes?”. No recuerdo la circunstancia en que se pronunció, pero conserva ese valor que permite ahora volver a hacérsela ante la obra de Deleuze. Coño ¿qué pretende Monsieur Deleuze?
Pretensión del autor, pretensión del lector. Si un lector de este libro pretende dar respuesta a esa pregunta le deseo simplemente suerte. Si encuentra la respuesta, me vuelvo alfombra, aunque no será roja.
He recurrido a la infalible/falible Internet. Una web incluye un comentario pormenorizado de este libro es esta dirección: https://deliarodriguezinvestigacion.wordpress.com/2015/11/19/la-logica-del-sentido-de-guilles-deleuze/. Mi autoestima ha disminuido, se ha venido abajo, ¿o ha disminuido mi estima por los demás?
Gilles Deleuze, al igual que su admirado Foucault, dio clases en la universidad experimental París VIII, creada por el Gobierno francés tras los eventos de mayo. Fue Foucault quien le invitó a incorporarse a esa universidad en 1969, y allí permaneció hasta 1987 en que, por razones de salud, se retiró de la enseñanza. Es una universidad un tanto peculiar ya que no incluye ninguna de las disciplinas que podemos llamar científicas: ingenierías, ciencias exactas, medicina y afines. Da la sensación de que, en las disciplinas que se le adjudicaban, no se trataba tanto de enseñar, como de investigar, o, más claramente, de elucubrar.
Antes de intentar cualquier acercamiento a este libro es preciso advertir que tanto Deleuze, como su guía Foucault, no se centraron en la filosofía, sino que trataron de otras muchas materias, como podía ser la sexualidad o el cine. Pero tuvieron una inclinación evidente hacia la psicología, pero no a la psicología próxima a lo cotidiano, como puede ser la conductista, sino a la psicología profunda centrada grosso modo en la parte más hipotética de la psiquiatría.

Ahora ya es hora de lanzarse a la piscina. Aunque sea con la demoledora sensación de que no hay agua en ella. El libro transmite de alguna forma la sensación de que, por ejemplo, Platón y su idealismo estorban. Aunque la filosofía no parece nacer para Deleuze hasta que llega Kant. Una excepción: los estoicos, a los que parece aferrarse. Interpreta pro domo sua y con total superficialidad obras literarias como las de Lewis Carrol o de Scott Fitzgerald
Abro aleatoriamente el libro: “Decimoséptima serie: De la génesis estática lógica”. Comienza así: “Los individuos son proposiciones analíticas infinitas: infinitas en lo que expresan, pero finitas en su expresión clara, en su zona de expresión corporal. Las personas son proposiciones sintéticas finitas: finitas en su definición, pero indefinidas en su aplicación. Los individuos son en sí mismos proposiciones ontológicas, estando fundadas las personas en los individuos (y a la inversa, siendo fundados los individuos por la persona”). A poco respeto hacia sí mismo que se tenga, debe usted asumir eso o mandar a Deleuze al lugar que quiera.
Pero, por si hubiese escogido mal, vuelvo al final de la serie anterior, en busca de un hilo conductor. Pero nos encontramos con conclusiones como la siguiente: “El individuo y la persona, el buen sentido y el sentido común son producidos por la génesis pasiva, pero a partir del sentido y el sinsentido que no se les parecen y cuyo juego trascendental preindividual e impersonal hemos visto. Por ello, el buen sentido y el sentido común están minados por el principio de su producción, y subvertidos desde dentro por la paradoja”. Dan ganas de, como el ignorante en el chiste de marras y ante la poesía de Santa Teresa, exclamar: “La gallina”.
Daría igual que abriéramos el libro por otro lado. Nos hallaríamos siempre con ese lenguaje críptico que impide su entendimiento. Estamos simplemente ante lo que se llamado “neolengua”, asociada siempre al socialismo. La neolengua no es sólo creación de vocablos, sino de asignación a los existentes un sentido distinto del natural habitual o de agregarles prefijos o sufijos: el “pre” para los retrógrados, el “post” para los “modelnos”; pero hay muchos más y constituyen una verdadera huerta para los que cultivan estas nuevas especies.

Pero ¿ha creado Gilles Deleuze algo así como un nuevo sistema filosófico? Hay hechos constatables: el filósofo lo ha sido hasta su muerte. No hubiera derivado a comentar películas y cosas parecidas.
Probablemente comentaré en poco tiempo una obra como la de Roger Scruton en la que se refiere a los llamados pensadores de la nueva izquierda. En una de sus obras se refiere en concreto a Deleuze. Reproduzco uno de sus párrafos: “Deleuze y Guattari nos dice que el BwO es lo que queda cuando te llevas todo. Y esto es lo que con mayor exactitud describe su modo de argumentar. Todas las formas normales de pensamiento, toda observación empírica, todo conocimiento pre-existente se disuelve en su prosa delirante que trata todo y al mismo tiempo nada, para no producir exactamente nada. Al final de párrafo se encuentra ese misterioso “cuerpo sin órganos” cuya naturaleza no se define nunca”.
No sufrí nunca por desconocer a Deleuze. No puedo decir que me haya entristecido conocerle porque el haberlo hecho supone conocer también a buena parte de la intelectualidad izquierdista, ¿a buena parte o a casi toda?  Y por encima de ello haber profundizado en el conocimiento de los mecanismos caros a la izquierda
El citado Scruton nos dice: “Dos son los rasgos de la máquina sin sentido que explica su popularidad. En primer lugar, su sentido de derrocar al enemigo. Este enemigo es la burguesía”. La segunda es más compleja: es el hecho de que “la máquina sin sentido se ha construido con materiales de segunda mano”, o sea con ideas anticuadas y obsoletas. Todo en momentos en los que ”se podía interpretar la oscuridad como una prueba de su profundidad y originalidad”. Sería como el “oscurezcámoslo” dorsiano, pero utilizado ahora no por vanidad, sino de forma beligerante.

Digamos, para concluir, que el libro de Deleuze (y supongo que su obra en general) no pasa de ser una tomadura de pelo. Se viene también ahora a la mente el famoso cuento del traje del emperador. Pero ¿acaso soy un niño que afirma lo obvio? ¿O soy simplemente alguien incapaz de ver el traje maravilloso del emperador? El traje que le convierte en uno de los de filósofos de mayor influencia del siglo XX. En ocasiones uno tiene ganas de llorar por la forma en que en la filosofía de ese siglo se mezclaron ideas valiosas y simples fuegos artificiales maliciosamente lanzados.
Sólo se me ocurre decir que el que avisa no es traidor.


“Lógica del sentido” (382 págs.), originalmente “Logique du sens” es un libro escrito por Gilles Deleuze y publicado en 1969. Fue traducido al español y publicado en 1990. En 2005 Paidós lo incorpora a su colección “Surcos”. La edición comentada es la 5ª reimpresión, realizada en 2017.

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