Sandrine Morel
es una periodista francesa que trabaja como corresponsal del diario francés “Le
Monde”. Lleva suficientes años en España para conocerla en un grado que le permite
contemplarla con cierta distancia. El hecho de su nacionalidad francesa no
asegura, por descontado, una imparcialidad en la apreciacion de los hechos,
pero el contenido del libro parece que permite afirmar ésta. Sandrine Morel es
además autora además de un blog llamado “L’Espagne désenchantée”, escrito en
francés cuya última adición parece datar de 2014. Es un blog en el que declara
su propósito de analizar las mutaciones de un país en crisis y a descibir sus
‘bouleversements’ económicos, políticos y sociales.
Advirtamos que
PRISA, la empresa española que dirige Cebrián, es propietaria del 15% de las
acciones del grupo editorial de “Le Monde”, que a su vez posee el 60% del
accionriado del diario. Sin embargo (y esto es algo que además merece una cita
en las portadillas del libro) cuando un político independentista la reprocha su
excesivo criticismo: “me suelta una frase
que me deja helada: ‘Si compramos dos páginas de publicidad en Le Monde,
escribirás lo que tus jefes te digan…’; al ver mi indignación, me respone avergonzado:
Bueno, así funcionan las cosas aquì…”. Si non e vero…
El libro cubre un periodo muy determinado.
Recoge todo lo sucedido desde 2010 hasta cuando se termina de escribir, el 23
de abril de 2018. Apenas han transcurrido dos meses cuando la historia que se
narra prosigue con acontecimientos tan decisivos como la moción de censura de
Rajoy y el acceso de Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno con el apoyo
de los independentistas catalanes y vascos y las subsiguientes sospechas del
correspondiente pago del servicio prestado. Por primera vez hay un jefe de
gobierno que no ha ganado unas elecciones. El libro concluye señalando que “la grave crisis económica, política, democrática
e institucional que está viviendo el país merece, sin duda, otra respuesta que
no sea ‘¡Sálvese el que pueda!’.”
Sandrine Morel observa
un riguroso orden cronológico. No son tantos los años transcurridos, aunque al
final todo se acelere. Por otra parte, todos, más o menos, tenemos en mente lo
sucedido, tan grave y tan reciente como ha sido todo. Pero no se trata simplemente de una narración histórica (si se puede calificar de historia a la narración de lo
inacabado) sino que la autora describe las impresiones recibidas de su contacto
con la gente y con los sucesos. De unos y otros.
Quizá existe
algo que despierta la atención de Sandrine Morel y es ver la rapidez con que explosiona
el espíritu independentista partiendo de un simple sentimiento secesionista que,
en poco tiempo, llega a transformarse en algo que suena a épica nacional y
requiere la inmolación si es preciso. Y esto es algo que afecta únicamente a un
sector de la población catalana, lo que produce una fractura de ésta en donde
existen ya con claridad dos bandos que, simplemente, se odian.
Aunque 2010 es
la fecha en la que Sandrine Morel inicia su narración y en la que se produce el
acceso de Rajoy tras la crisis económica, indica que, a su juicio (superado más
o menos el populismo de 2011), es en 2012 cuando se produce ese cambio del
autonomismo al independentismo. Morel no se cansa de denunciar los errores que
por una parte y otra se cometieron. En el lado independentista se inició, como
el aprendiz de brujo, una escalada que no se supo frenar y que dista mucho de
haber acabado. En el lado del PP, insiste una y otra vez en la ausencia de respuestas,
de la información deficiente, del erróneo diagnóstico de la situación. La autora
nos recuerda la reunión de 20 de septiembre de 2012 celebrada en la Moncloa
entre Rajoy y Más. No hay acuerdo, pero Más logra “presentar el ‘no’ de Madrid a sus pretensiones como un agravio, como un
gesto de desprecio, abriendo así la puerta a unas elecciones anticipadas en las
que solicitará al “pueblo catalán” un voto a favor del “derecho a decidir”.
Morel añade: “Lo que no me esperaba es el
silencio de Rajoy”. Poco más adelante afirma. “Como de costumbre Rajoy no ha hecho política”.
En el libro se
da un protagonismo especial y decisivo a las asociaciones que presiden los “Jordis”:
Ómnium y la Asociación Nacional Catalana (ANC). Esta segunda nació en 2012; la
primera, en 1961. Ómnium, según Morel es una asociación que “apolítica y trasversal, constituye en cierto modo la gran casa del
catalanismo”. La existencia de la ANC se notará en la organización de las Diadas,
las celebraciones del 11 de septiembre. Se recorre su evolución desde 2012. En
2013 pretende ser grandiosa formándose una cadena humana que sigue la romana vía
Augusta; Morel logra mezclarse con unos independentistas y analiza su pensamiento,
que comprueba aún tibio. El 2015, el lema será “Ara es l´hora”; en 2016, “A
punt”; el 2017 es el sí a la independencia que precede al 1º de octubre y a
la parodia de referendum de noviembre. Sandrine Morel ha seguido todas las Diadas
y ha visto como “a medida que se sucedían
las Diadas, el movimiento independentista ha evolucionado: habla cada vez menos
de dinero y cada vez más de ‘dignidad’ “. Y, por descontado, los que se
oponen son tachados, por lo menos, de antidemócratas. Otra hincada de piolet.
“En los últimos años, los servicios de prensa
de la Generalidad han mimado mucho a quienes no dedicamos a la información”.
Es una información que, además, se explica y describe, pero que tiene dos complementos:
el primero es que contrasta con la pasividad del PP (solo una entrevista a
varios periodistas de Rajoy en 2013; más tarde hubo reuniones off the record cuando las cosas estaban ya
calientes); el segundo, que con su actitud, lejos de atraer a los medios internacionales,
provoca su alejamiento. Era inevitable, por otra parte, que Sandrine Morel se
refiera a TV3 y a su contraste con la TV nacional. “Dos realidades completamente antagónicas se impusieron en los medios de
comunicación mucho antes de que la ruptura llegara a consumarse”.
En 2014, Más
decide anticipar unas elecciones a las que califica de plebiscitarias. La ERC
se resiste a un nuevo presidente de derechas (lo que es Más); CiU se desgaja y
la Unión de Durán y Lleida se marcha. Al final CDC (lo que queda de CiU) y ERC
llegan a un pacto proindependentista en el “JxSí”.
Morel señala que un diputado de PdeCat
le confesó que Más y sus secuaces dudaron seguir, pero la presión de las asociaciones
era ya excesiva. Y entonces surge el CUP, una criada respondona que no sueña
con una Cataluña independiente donde mande la derecha o, mejor, la burguesía.
Tanto que hace necesario el que Más deba dimitir (pese a los alcaldes con sus
bastones) y se nombre al borroso Carles Puigdemont. Pero Morel nos dice que Más
“no ha digerido lo que ocurrió”. “la formación anticapitalista aceptó
refrendar a una persona política desconocida”. Concluye:
“La desobediencia se había colado en
el Parlement”.
Esto nos pone
sobre otra pista a no olvidar: el independentismo es finalmente transversal. Sorprende
la cantidad de veces en las que Sandrine Moral se refiere a que en las filas
independentistas aparezcan ancianas cuidadosamente peinadas y correctamente
vestidas pero vociferantes en pro del derecho a decidir y gritando “Espanya ens robam”, algo contra toda
evidencia. La misma sorpresa que puede producirle la conversación con el
taxista o el albañil españolista. Los esquemas de izquierda y derecha que,
aunque venerados, están a punto de ser sobrepasados van difuminándose en
procesos como éste. En el caso de tener éxito tendrían obviamente un amargo
despertar.
Cuando unos y
otros trataron de actuar se vieron ya empujados por la situación creada. No
hicieron sino equivocarse una y otra vez. El sueño rajoyista de la rendición
del independentismo se disipa; el de los independentistas, se topa con la
realidad una Unión Europea que no quiere la división de sus miembros, cuando
ella trabaja por su unión. Pero ninguna de las partes enfrentadas deja de
cometer errores. El mayor del PP, es decir, del gobierno del PP, es dejar en
manos judiciales la resistencia a las pretensiones independentistas. Primero,
porque supone una dejación de sus obligaciones deontológicas; segundo, porque
no ha reparado en que los mecanismos judiciales no pueden ser controlados, ni
graciosamente ni de cualquier otra forma. Tienen su propio dinamismo. Es una
máquina de juzgar, de aplicar las leyes, no de pactar. Aún hay jueces.
El famoso referéndum
del 1º de octubre solo complicará las cosas. El gobierno de Madrid vuelve a
demostrar su incompetencia o su ignorancia. Lo peor es que los independentistas
logran crear situaciones que obligan a la Policía Nacional (no a los mozos de
escuadra) a romper cercos utilizando una violencia tan reducida como
magnificada. Se daba pie para crear una imagen romántica del independentismo,
la vieja tentación del martirio de la que hablaba Thomas Eliot en su “Asesinato
en la catedral”.
Estamos ya en
un “antes de ayer” en espera de un “pasado mañana”. Sandrine Morel ha agotado
su experiencia, pero han bastado dos meses para que se abran nuevas páginas de
la historia de España. Hay que seguirlas
en los diarios. Sandrine Morel cuenta con la ventaja de las muchas entrevistas
que ha realizado (¿quién se atreve a negárselas a una representante de Le
Monde? Bueno: el PP, si no se las negaba, ni las buscaba ni las concedía). A
estas entrevistas deben añadirse los conocimientos de esa gente importante
cuyas manifestaciones, más o menos imprevistas o improvisadas, son utilizadas.
No hay investigación, sino constatación. Y deja una duda sobre la persistencia
de España que aparece abandonada en el “Sálvese el que pueda”. Gracias por
tratar de despertarnos.
“En el huracán catalán. Una mirada privilegiada
al laberinto del Procés” es un libro escrito en 2008 por la periodista francesa
Sandrine Morel y publicada en junio del mismo año por Planeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario