jueves, 21 de junio de 2018

Pío Moa : “La Reconquista y España”


Indudablemente estamos ante un libro que, básicamente, es historia. Una historia inacabable (duró casi ocho siglos) en donde, bajo la realidad de una pugna entre dos partes, se esconde la poliédrica manifestación de esas partes. Es una historia, por otra parte, que muchos historiadores no consideran reconquista, buscándola explicaciones y justificaciones distintas de aquellas que Pio Moa reconoce como manifestación del enfrentamiento básico de dos religiones y de recuperación nostálgica de un reino desaparecido. Esa misma duda se ofrece respecto de la naturaleza del conflicto: mientras algunos lo consideran construido sobre la pura anécdota guerrera, reducida incluso a la simple escaramuza en la mayor parte de las ocasiones, otros destacan, como Moa, la importancia de las personas históricas que fueron trazando la marcha de la Reconquista.
Como si de un combate de boxeo se tratara, Pío Moa comienza por presentarnos a los dos contendientes: el mundo cristiano y el islámico. Recorre la andadura histórica de ambos, desde su nacimiento hasta su expansión, y destaca el duro contraste que existe entre sus ideas centrales. Lo hace con la imparcialidad y lejanía del historiador, destacando, por ejemplo, en el cristianismo la influencia decisiva de San Pablo frente la actitud del apóstol Santiago; o, en el islamismo, el efecto colateral que tuvo el analfabetismo de Mahoma que dio lugar a que el Corán fuera únicamente una recopilación de sus visiones y pensamientos luego narrados. Los contrastes que destaca son muy numerosos no siendo el menor la agresividad del islamismo a través de yihad y el pacifismo del cristianismo al ofrecer la segunda mejilla.
Pero junto a la atención prestada a los contendientes, el libro se detiene en muchas ocasiones en describirla trayectoria histórica sufrida por Europa (el imperio carolingio y el Sacro Imperio Romano Germánico), por la iglesia católica (con las historias que rodearon al papado y su escabrosa relación con el poder político en Oriente y Occidente), por los invasores (los pueblos bárbaros) y los depredadores (los vikingos, tan frecuentemente olvidados). Nada de eso nos hace recordar fue ajeno a la Reconquista. Reconquista que, al mismo tiempo, sirvió para salvaguardar a Europa del peligro islamista que amenazaba por el sur.
Si en cualquier suceso histórico, es importante conocer su origen, lo es más en el caso de la Reconquista, que, como es obvio, tuvo que ser precedida de una conquista. Lo que lleva a Moa a analizar qué era lo conquistado: el reino visigótico modelado por la triada Leovigildo-Hermenegildo-Recaredo y supervisado por los Concilios de Toledo. Se nos ofrece una visión de la variabilidad de aquel estado, sus defectos, su idea de España, la romanización que subsistía en él, para terminar en los años desdichados que tras la sucesión a Wamba culminaron en la irrupción de Tarik primero y Muza después. Hay muchas explicaciones para lo que, en nuestro bachillerato, se despachaba con una referencia a la traición al rey Rodrigo de Don Julián y el obispo Don Oppas. Todo se va a producir en años en los que los documentos prácticamente no existen.
Algo más de información se tiene sobre el inicio de la reconquista, sobre Don Pelayo y Covadonga: al final se tiene la sensación de que el desinterés derivado de la pobreza de recursos del norte y su peculiar orografía, dejaron algo así como incompleta la conquista, permitiendo que mucha gente huída se refugiara allí. Y así, poco después del 711, se inició la Reconquista. Se nos recuerda también que los invasores intentaron penetran por el Este en Francia y fueron detenidos en Poitiers por Carlos Martel (siempre las batallas decisivas que cambiaban la historia frente a las escaramuzas). Tras ella surgió la marca hispánica amparada por los francos, distinta de los reinos cantábricos.
Quiero insistir en que por su densidad y la amplia época histórica que cubre es imposible seguir las sucesivas etapas de la Reconquista que Pio Moa describe detenidamente y que ilustra con comentarios cuando proceden. Por eso, más que otra cosa se exponen aquí las percepciones o iluminaciones que esa lectura me ha producido. Una de ellas es la basculación de las posiciones de preeminencia: tan pronto los islamistas alcanzaban una gran superioridad sobre los cristianos, como sucedía lo contario: la dependencia sobre la calidad de los políticos era decisiva. Los tres primeros Alfonsos, por ejemplo, dieron vida a un verdadero reino asturiano, de la misma forma que Abderramán III agigantó Córdoba haciendo posible el Califato, ante la indignación de Bagdad.
Quizá tuvieron más importancia las debilidades de uno y otro bando. En el lado de los musulmanes fue sobre todo la diversidad de sus poblaciones: árabes, bereberes (moros), muladíes (ex cristianos) y mozárabes (cristianos no conversos). Menos numerosos los primeros y más los últimos. Todo con consecuencias fiscales que generaban rencores y revueltas, todo en un clima de crueldad y desprecio a la vida. En el campo cristiano quizá el peligro estuvo en la repetida división de los reinos entre los hijos que algunos soberanos, confundiendo su papel con el de propietario, llevaron a cabo. Muchas veces pudo superarse este defecto, pero generaron en cualquier caso periodos de decaimiento y debilidad.
Recordando aquellos rótulos de “intermisión” de las películas largas, llegamos a un momento en el que Pio Mora parece establecer una incontrovertible división entre lo que llama Época de Supervivencia (coincidente con la Alta Edad Media y auténtica edad de hierro) y la época de Asentamiento o Consolidación (que ocupa la Baja Edad Media). No es una división gratuita: protagonistas, documentación, cultura, sociedad, política, religión… todo es distinto y supone una clara superación.
Cuando entramos en la segunda de las épocas. Pío Moa nos enfrenta a juna siglo XI de profundas transformaciones, presididas por el románico. En España. Los islamistas languidecían en el sistema de Taifas; únicamente la invasión de los almorávides, mezcla de monjes y guerreros, consiguieron aliviarlo. Los cristianos, por otro lado, mostraban un entramado de cinco reinos que se unían y desunían. Alfonso VI y el Cid serían figuras representativas del último tercio del siglo. En cualquier caso, la línea fronteriza ya había avanzado de la cuenca del Duero a la del Tajo. Por su parte, la intromisión europea y papal crecía y se hacía patente en el camino de Santiago, auténtica idea central de la España cristiana.  Moa, sin embargo, niega que se pueda hablar de “europeización” de un España que siempre fue Europa. Pamplona desaparecía al final como reino y se iniciaba lo que sería independencia de Portugal, siempre por conflictos familiares.
Se tiene la sensación de que el siglo siguiente, el siglo XII, presenta al mismo tiempo continuidades e innovaciones. Persisten las inacabables luchas intestinas entre los monarcas cristianos. En el campo islámico cuando tras 60 años decae el impulso almorávide, invaden Al Ándalus los almohades, de un especial radicalismo religioso. Llegará la derrota de Uclés y el retroceso de las fronteras. El libro ve en Europa y el papado tendencias no muy distintas, reflejadas en las cruzadas. El románico (ermitas) va cediendo ante el gótico (catedrales junto a las que crecen las ciudades). Las universidades surgen desplazando a los monasterios, en los que el Cister ejerce su poder.  Pero esto no hace olvidar a Pio Moa la narración, siempre compleja, de los hechos históricos.
Tres batallas van a definir la entrada en el floreciente siglo XIII: Las Navas de Tolosa (que decidió el rumbo final de la reconquista), la de Muret (que aleja Aragón de Europa y lo centra en la Reconquista) y la de Bouvines, que decide la independencia de Francia). Pero junto a esos momentos históricos, Pio Moa destaca personalidades como las de Fernando III el Santo, Alfonso X el Sabio, Ximénez de Rada, Raimundo Lulio. Y, sobre todo aspectos culturales: la oficialidad del castellano, los cuerpos legales, la literatura castellana, gallega y catalana, el apogeo del gótico. Al mismo tiempo se describen las peripecias nacionales de Europa, trasfondo necesario para iluminar mejor la española.
Tras algunos años de progreso va a llegar un nefasto siglo XIV cuya antesala serán la Peste Negra y las hambrunas derivadas del cambio climático hacia el frío. España, como Europa, va a sentir la despoblación de muchas zonas. Cataluña vivirá el progreso y la posterior decadencia, aderezada por la peculiar aventura de los almogávares. Castilla verá aumentar su influencia y su pobreza y se preparará para convertirse en potencia naval. El poder de los benimerines se convierte en un residual reino de Granada al que no se presta atención, enfrascados como estaban los cristianos en sus reyertas.
Cuando llega el siglo XV, la historia que nos cuenta Pío Moa ya es un río caudaloso. Las luchas entre los Trastémaras y los aciertos de los Reyes Católicos llenan el interior de España. De fuera llega el humanismo generado en Italia. El libro recorrerá los fenómenos de la Inquisición y la expulsión de los judíos para reducirlos a sus términos reales.
Pío Moa presta una especial atención a los aspectos religiosos que incluyen la peculiar religiosidad de los cristianos, la ambivalente relación con el papado, la presión cluniacense, la presencia de las órdenes o la revolución de Occam y el tomismo.
Resulta imposible describir el enorme contenido del libro, tanto en el plano informativo como en el interpretativo. Desde ese punto de vista, su importancia es evidente. Su lectura aporta una visión hasta cierto punto inédita de esta época de la historia, sobre la que han proliferado las grandes teorías e hipótesis (baste recordar a Sanchez Albornoz, Américo Castro o Salvador de Madariaga, sin contar la aportación extranjera). Uno amplía sus conocimientos y aclara su visión de éstos. ¿Qué más se puede pedir?

“La Reconquista y España” (524 págs.) es un libro escrito por Pio Moa el 2018 que se publicó el mismo año por la “Esfera de los libros”.

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