Alberto Bárcena
Pérez es un profesor de la Universidad CEU de San Pablo y de la Vniversitas
Senioribus CEU. Su actividad se centra en la historia. Dentro de ella ha
estudiado la masonería en particular, sobre la que, no solamente ha escrito diversos
libros, sino que adicionalmente ha dado conferencias y entrevistas que puede
ser fácilmente encontradas en Internet, especialmente a través de YouTube. Uno
de sus estudios más conocidos es el que versa sobre los presos que trabajaron
en el Valle de los Caídos: frente a los 20.000 calculados por los medios habituales
ofrece una cifra máxima que sobrepasa apenas los 1.000 reclusos y destaca el deseo
de los mismos por no ser devueltos a las cárceles. La adscripción católica de Bárcenas
está, desde luego, fuera de duda, al igual que sus conocimientos históricos de
la oposición de las dos ciudades: las tesis papales y las actuaciones del poder
masónico.
El libro se lee
con interés y con facilidad al principio. Recorre los tres siglos de existencia
de la masonería, de forma que no aborda linealmente la historia de ningún país,
sino que lo hace siguiendo únicamente el rastro de la masonería. Con ello queda
sentada una cierta transversalidad de la masonería; al menos geográfica, otra
cosa será el aspecto social al que se referirá en otro momento. Pero siempre tendrá
como uno de sus objetivos la destrucción de la religión lo que, obviamente,
implica la de la Iglesia. Y, como la transversalidad es grande pero no total,
la Iglesia y la religión a derrotar y erradicar son las cristianas.
Obviamente el
libro no se dedica a decirnos lo que es la masonería. Eso habrá que buscarlo en
otros libros y otras fuentes, pero en cualquier caso todos tenemos una idea básica
de en qué consiste, de sus ritos y su hermeticidad. Pero además no tenemos la
seguridad de que esa vaga idea no sea obsoleta. Durante gran parte del siglo XX
en que vivimos la imagen de la masonería, ésta era más siniestra de lo que es
en la actualidad. De hecho, ahora no se cuenta con ella como poder social.
Parece transmitir, a través de las distintas obediencias, una imagen
pintoresca. Pero ¿estamos engañados? No es, sin embargo, esta la finalidad que
se propone Bárcenas. El libro mantiene, como anuncia, la idea de que la Iglesia
y la masonería son dos fuerzas en oposición en la que la segunda pretende la
derrota y desaparición de la primera. Bárcena muestra situaciones en que
masones luchan contra masones, pero lo que tata de mantener es que, aparte de
disidencias circunstanciales, están siempre unidos en la lucha contra la religión.
Hay que centrar
el problema. No se trata, por descontado, de una lucha entre Dios y Satanás,
idea que carece de sentido. La lucha se establece entre la Iglesia que asume el
papel de representante de Dios en la Tierra y un grupo de personas que combaten
a ese representante de Dios en la Tierra, es decir, a la Iglesia Católica, que
automáticamente asume un papel defensivo. Si traducimos esa pugna a un plano de
poder terrenal e influencia social, es evidente que la Iglesia Católica, pese a
los esfuerzos por impedirlo, es históricamente la parte perdedora, visto todo
desde un punto de vista material.
El libro parece
estar hecho de una serie de fogonazos sobre hechos puntuales de la historia,
Todo articulado sobre la idea del “Disolve
et coagula”, similar a la “ordo ab chaos”, es decir de la obsesión
masónica de destruir para construir después. Las dos ideas son decisivas para configurar
la masonería (aplicable a rosacruces, carbonarios e illuminatis según Bárcenas):
una fase destructiva, dirigida básicamente contra las ideas de “el trono y el altar”,
en la que parece existir una zona de clara unanimidad y es la que afecta a la
Iglesia, es decir al altar; seguida de una fase constructiva que resulta
extraordinariamente vaga y en la que se predica un mundo ideal de bondad y
felicidad (por descontado fruto de una beatífica libertad y una justicia
mundial).
Bárcenas aporta
la información y los datos que sostienen esas afirmaciones. Lo hace, sobre
todo, señalando las personalidades que, con marcada influencia en la historia,
tuvieron la condición de masones. Lo hace aportando datos cuya procedencia
siempre suele indicar. Claro que con ello no acaba de derribar el hermetismo
masónico. Oigan: ¿están ahí? Siempre el aburrido silencio. Es algo que, al
final, nos aburre a todos. Como el futbolista que, tras estar a punto de romper
la tibia al contrario, eleva las manos al aire indicando que es ajeno a todo.
¿Quién sería el que metió la pierna?
Tratemos de
volver al libro. Su esquema de exposición (además de aludir brevemente a los orígenes
londinenses) se articula sobre tres momentos revolucionarios en los que la masonería
tuvo sus momentos más brillantes. El primero, como era previsible, es la Revolución
francesa. Fue precedida por la primera logia francesa en 1725 y por las
condenas de papas como Clemente XII, Benedicto XIV y Pío VI. La revolución,
como la Ilustración y la Enciclopedia fueron inspiradas por la masonería. Los
efectos en España se examinan al repasar nuestro confuso siglo XIX, repleto de
acciones contra la Iglesia. La lista de políticos masones es interminable e incluso
se matan entre ellos (Prim). Bárcena se explaya al abordar cuestiones como las
amortizaciones, Sor Patrocinio o las expulsiones de jesuitas y religiosos. Algo
parecido hará con las siguientes revoluciones: la de la Comuna (o en torno a
ella) y la rusa, que curiosamente dejará pronto fuera de juego a la masonería. Las
referencias a hechos concretos en cada una de ellas estarán adornadas además
con muchos aspectos anecdóticos pero significativos al mismo tiempo. Son tantas
que es imposible referirse a cada una de ellas: van desde la represión de la Vendée,
a los primeros momentos de la II república española, pasando por la creación de
la Sociedad de Naciones o la de las Naciones Unidas, sin dejar por ello a un
lado el papel de las peculiares asociaciones como son la Trilateral o el
Bilderberg. Dejamos al hipotético lector hundirse en esas consideraciones, tan
intensas, tan vibrantes, tan comprometidas. Vaya con ello mi humilde
recomendación de que quién quiera conocer muchas cosas ignoradas recurra este
libro.
El libro
resulta en ocasiones muy desconcertante. Ofrece una visión de los masones como
personas dedicadas a combatir a la Iglesia, cuando parece que quizá eran sólo personas
que trataban de apoyar determinadas ideas cuyo éxito era impedido o dificultado
por la Iglesia. Ser masón, por otra parte, debía de tener hace dos o tres siglos
un matiz de “elegancia” intelectual, como sucede en la actualidad con la
calificación de “progresista”. La comunidad de los fines perseguidos provocaba
por otra parte la aparición de un apoyo mutuo, un extraño lobby en muchos casos.
Bárcenas, en defintiva,
estima armas de la masonería ideas como la relatividad, la ideología de género,
la libertad sexual, el aborto, la educación desligada de la religión, la
laicidad… Son ideas que podemos atribuir a los masones, pero también a muchas
otras corrientes y tendencias. Y son ideas que la Iglesia no puede aceptar sin
combatirlas.
Miremos la realidad
española. Zapatero aprueba una ley del aborto contra la que el PP interpone
siete recursos. Rajoy, conseguida la mayoría absoluta, no deroga la ley, aunque
el PP tiene su propio proyecto anterior. El Tribunal Constitucional deja
transcurrir más de siete años sin resolver los recursos. Gana Sánchez. ¿Estamos
ante una manada de masones o de cobardes? Miremos ahora la realidad vaticana
¿es misión de la Iglesia referirse a temas climáticos utilizando datos ofrecidos
por esas mismas corrientes modeladoras de la opinión pública a través de la
publicada?
¿Es correcta la
referencia a la agustiniana dualidad de ciudades? Relativamente: San Agustín
escribe tras la caída de Roma ante Alarico I y habla de una ciudad espiritual,
no terrenal. Admite la derrota actual y remite la victoria al juicio final.
Bárcena señala
el odio de la masonería hacia la Iglesia y hacia la religión. Y cómo ello se ha
traducido en acciones inicuas y criticables. Nada que objetar por su evidencia.
Quizá lo que pueda indicarse es que en estos momentos la masonería, aunque siga
actuando no tiene un papel destacado, no tiene que esforzarse en especial,
hablando en términos vulgares. Su ideario ha trascendido y empapa gran parte de
la sociedad. Uno recuerda el acto primero de Tosca, “Va Tosca, Nel tu cuor s’annida Scarpia!...”. Las aparatosas
expulsiones de frailes y monjas, la confiscación de bienes y el cierre de
conventos ya no son necesarios. El relativismo y el laicismo radical anida ya
en la mayor parte de gobernantes y gobernados. Los jesuitas ya no son un
enemigo a batir, sino que son un potencial y hasta amable contertulio en
ocasiones.
Por descontado,
Bárcenas recuerda la permanente condena y advertencia de los papas a través de
encíclicas y admoniciones, destacando las de Leon XIII y Pío X en el siglo XIX
y las de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI en nuestro tiempo. Es curioso que
el libro recuerde la famosa oración a San Miguel que, al final de la misa, se
rezaba no hace mucho tiempo. Se perdió en el tiempo. Era una oración propiciada
por Roma ante la presencia de Satanás en el mundo.
Como fuente de
información éste es un libro enormemente importante. Otros que versan sobre la
masoneria tambien lo son. Este no es el único, aunque en cualquier caso, tiene
interés por la informacion que del mismo se puede obtener. Pero ¿se agota la
realidad en lo que dice? Es curioso que, refiriéndose a Hilary Clinton, reproduzca
una de sus afirmaciones en su fracasada campaña ante Trump: “Los gobiernos deben emplear sus recursos
coercitivos para redefinir los dogmas religiososo tradicionales”.
Un libro para
pensar. En las dos ciudades, claro. ¿Vivimos en dos ciudades?
“Iglesia y masonería. Las dos
ciudades” (320 págs.) es un libro del que es autor Alberto Bárcenas y que fue
publicado por Ediciones San Román en 2016.
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