De los
prolegómenos de la guerra civil que asoló a España durante tres años sabemos
algunas cosas, quizá bastantes, pero desconocemos muchas otras. Y una buena
ayuda para cubrir esas ignorancias nos la ofrece el libro de Álvarez Tardío y
Villa García.
El primero es
historiador, estudioso de las corrientes anticlericales y de la transición. El
segundo es doctor en Historia y, como el primero, profesor de la Universidad
Juan Carlos de Madrid.
Se está ante un
libro apabullante en el sentido de ofrecer una cantidad increíble de datos que
abruman al lector que, en muchas ocasiones, tiene que recurrir a la lectura
rápida. Queda naturalmente la utilidad de la obra como libro de consulta. Pero
ese recurso no impide descubrir muchas observaciones inteligentes, y por lo
mismo interesantes, que contiene.
El lector pone
también su piedrecita. La sorpresa está en su campo de juego: el libro provoca
y el lector disfruta. Como diría Arzallus –quizá en su apropiada y repetida
cita– el escritor (esta vez, escritores)
mueven los árboles y el lector recoge las nueces. Y eso es lo que creo que me
ha pasado con este libro.
Solo vamos a
aludir a dos cuestiones. La primera, y diríamos que más cruel, es que
contemplar el panorama descrito como precursor de las elecciones de febrero de
1936, a uno le recuerda, con tristeza, el mismo panorama que se observa ahora
en España, el verano del 2017. Un creciente odio, alimentado por la izquierda y
contestado, aunque de forma un tanto débil, por la derecha. Todo consiste en
lograr la aspiración definitiva: desplazar, o a ser posible apartar para
siempre, a la derecha o a la izquierda. El centro, realmente, no existe: lo que
se llama centro es esa posición que consiste en inclinarse unas veces a la
derecha y otras, a la izquierda.
Sorprende ese
paralelismo entre 1936 y el tiempo actual. Ausencia realmente de programas,
líneas rojas por todas las partes, acusaciones más o menos fundadas… La
aprobación de la famosa Ley de Memoria Histórica abrió, irresponsablemente pero
no gratuitamente, un melón de forma interesada y, sin duda, fue algo
aprovechado con rapidez. Son peligrosas las leyes que, lejos de atender a la
utilidad común, ofrecen aprovechamientos interesados.
La cosa se
complica cuando existe una esperanza de vencer y de vencer para siempre,
eliminando al adversario por la simple utilización de la ley aprovechando las
oportunidades de la democracia. Surgen entonces las tentaciones de lograr
mayorías absolutas y, con ello, la tentación máxima de los frentes: el Frente
Popular y el Frente Nacional. Juntos a por la mayoría que permite… pues todo
para unos y mucho para otros. Y en los tiempos actuales, la tentación de Frente
Popular está siendo manoseada por Podemos y muchos sectores de la izquierda.
Una segunda
sorpresa es la de acercarse a los personajes de 1936. Bueno, a los personajes y
a los hechos. En el primer caso aparece como estrella invitada Alcalá Zamora,
que si era inteligente no ejercía y que si era testarudo era moldeable cuando
le interesaba. Un individuo, más bien escorado a la derecha que, sin embargo,
no soportaba a la derecha y andaba en busca de la comprensión y el perdón de la
izquierda. Su ego hundió España. Junto a él desfilan, con sus activos y
pasivos, figuras como Gil Robles, Azaña, Portela Valladares, Largo Caballero, Prieto,
Lerroux...
Pero más allá
de los personajes-individuo, están los partidos. Uno, leyendo “1936” tiende a
perderse en los partidos, siempre representados por siglas (en caso de no
hacerlo, el libro tendría unas 50 páginas más). La simple contemplación de un
montón de partidos pactando y despactando entre ellos con un único fin de
beneficiarse y obtener algún tipo de ventajas, en donde el interés de la
población es un dato para olvidar, es algo que parece repetirse.
Ha habido
muchos comentaristas que aplaudieron y propiciaron la desaparición de los
bipartidismos, con partido bisagra incluida (verdes y nacionalistas no, por
favor). Realmente han anticipado (¡bien!) y aplaudido (¡mal!) algo que parece
suceder en muchos países (salvo los bolivarianos, por ejemplo) y contra lo que
los países parece que tratan malamente de combatir. Pero eso será un combate
cuyos aspectos y resultados aún no podemos ni siquiera prever o imaginar.
Por descontado,
el fraccionamiento de los partidos, faltos de programas y rebosantes de
ambición, es un problema fundamental. ¿Qué sucedió en 1936? Lo que sabemos es
que aquel problema se saldó con una guerra cruenta, donde se hizo visible y
actual el odio creado a través de la política diaria, la del parlamento o la de
los periódicos.
No es algo que
deba darse por obviado el que, desde los etéreos progresismos, se haya
criticado de este libro. Este libro molesta. Sin ir más lejos, en abril de
2017, “El País” publicaba un artículo de Jorge Reverte en el que se ataca este
libro y sus conclusiones. Se hace invocando a lo expuesto por Sánchez Juliá. Lo
único que se le ocurre preguntarse es “¿Por
qué sigue la derecha española buscando la legitimidad de un golpe de Estado
contra un régimen como el republicano?”. Habrá que preguntarle: ¿no se ha
leído el libro? ¿Es de recibo que acabe el artículo diciendo: “La República debería ser reconocida por la
derecha española. Cuando eso pase, será un día de júbilo para todos”? Quien
escribe eso desconoce que ni la derecha de entonces es la de ahora, ni la
izquierda actual es la de entonces. La gente puede buscar historiadores, no
vengadores.
Es curiosa la
invocación a Sánchez Juliá, del que otro periodista (en “El Debate de hoy”) afirma
que “a Santos le gusta ejercer de “santón” de cierta
izquierda a la que quiere indicar cuál debe ser la verdad sobre determinados
temas en los que no está dispuesto a admitir el menor disenso con sus opiniones”. Más en concreto a la obra que comentamos: “Las críticas del historiador Santos Juliá a
la obra en torno al fraude en las elecciones de 1936 anteponen la opinión y el
interés político a una importante labor de investigación”.
En su epílogo los autores han expuesto su
propósito de “explicar con rigor el
desarrollo de las últimas elecciones antes del conflicto bélico, afrontando las
dos cuestiones controvertidas, la del inopinado y sorprendente cambio de
gobierno en medio de proceso electoral y las de los resultados del escrutinio”.
Son conscientes de que su análisis supone “una
valoración implícita de la política republicana en todas sus facetas,
especialmente del funcionamiento de las instituciones y del comportamiento de
los partidos y sus dirigentes”, pero lo hacen pretendiendo desembocar en un
debate académico, y no en abrir polémicas ideológicas.
En el mismo epílogo destacan los aspectos más
relevantes de su trabajo. Así, la inoportunidad de celebración de elecciones
sin haberse liquidado las consecuencias judiciales de la revolución de 1934.
Otro: la relativa limpieza de las elecciones ya que no se obstaculizó decisivamente
el proceso electoral, aunque se puso de manifiesto la radicalización existente;
esa afirmación no debe ocultar —hay que añadirlo porque excede del campo de
observación del libro—, la saña con que realizada
la votación se atacó por la izquierda sus resultados aprovechando que el
conocimiento de los cuatro recursos que interpuso eran resueltos, no por
órganos judiciales sino por el propio gobierno ya designado. Otro: el acierto
de la izquierda en conformar un Frente Popular frente a ciertas torpezas de la
CEDA pese a los cuales mejoró sus resultados de 1933.
“1936…” con
total coherencia termina con el recuento de las votaciones relacionadas. No
sigue. Simplemente, nos deja al borde del abismo. La guerra pareció hacerse
inevitable por lo que sucedió tras las elecciones. El reparto de armas a
elementos no militares fue el detonante más inmediato. Con la muerte de Calvo
Sotelo, claro. El gobierno estaba ya en manos de los radicales de los que no
podía prescindir.
Una obra
indispensable para quien quiera conocer los hechos. Insufrible para quienes los
hechos molesten. Frases no, por favor. Datos y depuración de esos datos.
“1936.
Fraude y violencia en las elecciones del frente popular” (624 págs.) es un
libro escrito por Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García en 2017. La
publicación se hizo por Espasa. La edición comentada es la cuarta, y fue
lanzada en abril de 2017, un mes después de la primera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario