miércoles, 22 de noviembre de 2017

José Castaño: “El libro de los pesos y medidas”




 

 Hay algo a lo que la gente ha prestado poca atención en la civilización actual: la metrología. Convivimos con ella como si fuera algo natural. No reconocemos el avance que nos ha permitido utilizar con esa naturalidad esta ciencia o esta técnica (porque es difícil decidir lo que sea). Damos las cosas por hechas y por evidentes. Apenas tenemos en la actualidad algunos problemas con los renuentes británicos que nos obligan a pensar lo que suponen, una vez traducidas, sus medidas en libras, pulgadas, o millas. Lo mismo sucede con los americanos del norte, hijos de los británicos.
No habría comercio en la actualidad sin medidas. La unificación de las medidas ha permitido la globalización del comercio. Es el mismo proceso que en épocas pasadas permitió la existencia de un comercio local, luego el regional, más tarde el nacional y el internacional. O sea: ha existido un camino progresivo de unificación, de superación de localismos en busca de uniformidades. Y no es justo que ahora ignoremos los jalones de ese camino que no debió ser fácil.

Como siempre es conveniente echar una mirada al autor. El autor es la obra y la obra es el autor. José Castaño es una persona identificada con el lugar donde nació: Herreruela de Oropesa, en Toledo. Aunque ha pasado como docente por la enseñanza media y universitaria, sigue atado a su origen, lo que le enaltece. Ha creado revistas de cultura popular como “Agua Zarza” y está en vías de crear en su pueblo un museo, ya precedido por una exposición de pesos y medidas tradicionales. De momento preside la Fundación Museo Etnológico de Herreruela.
Lo que nos ofrece es un amplio repaso a la medidas y pesos que se utilizaron históricamente en España antes de la incorporación, ya en el siglo XIX, del recién creado Sistema Métrico Decimal. Una incorporación que se hizo rápida y con comprensibles reacciones. Asombra el índice que ofrece de las mencionadas en el libro: son más de 12 páginas en cada una de las cuales pueden figurar, poco más o menos, 40 medidas o pesos. El término “poco más o menos” empleado ahora es comentado en el libro como algo que reflejaba en su tiempo la relatividad de las medidas empleadas, tiempo que puede partir, poco más o menos nuevamente, desde el inicio de la Reconquista. La bibliografía recogida refleja también ese mismo periodo de tiempo. Los distintos capítulos y apartados son precedidos de una cita antigua y cerrados con referencias curiosas.

Todos tenemos un peso y medimos alturas y anchuras. Y no solamente nosotros, sino todo. Y todo es preciso medirlo en ocasiones. Muchas más de las que creemos. Algo que la lectura del libro no debe hacer olvidar (puesto que se proyecta sobre una época fundamentgalmente agraria y rural) es que en el mundo actual medimos electricidad consumida, maletas facturadas, récords deportivos, bits y bytes... José Castaño destaca que, además, cada cosa tiende a generar una medida: el palet de ladrillos, el píxel, la resma de papel, por ejemplo. Recordemos la obra del Deutsche Institut für Normung y sus famosos y omnipresentes normas DIN.
Algo que nos ilustra es el repaso que se hace de las formas en que las unidades de medida se contemplaban ampliadas o reducidas. Con la aparición de sistemas métricos decimal, estamos acostumbrados, ya para siempre, a él, pero históricamente hubo otros muchos, como el binario del doble y mitad (reivindicado curiosamente por la computación); o el que, inspirado en el tres, conducía a la tercia o al terzal; o los basados en la docena que aún perviven en la gruesa; o los sistemas basados en el 20 o el 40. Pensemos en algo actual: el “cuarto y mitad” que oímos en las pescaderías.

Diríase que, aunque José Castaño no lo diga expresamente, el libro tiene dos partes absolutamente distinguibles o, sea, distintas. Una, que aborda la necesidad de los pesos y medidas, su aparición y su utilidad; otra, que recorre los pesos y medidas de las que se hizo uso en España durante siglos. Algunas, pocas, las vivimos los que ya somos viejos y entonces volvíamos la mirada entregada a las medidas uniformes que nos enseñaban en el colegio y aprendíamos en casa. Arrobas y fanegas: palabras que oí tantas veces y nunca entendí, o me resistí a entender. En ocasiones, aún hablamos de “cuartas” o “palmos” en la actualidad al utilizar la mano abierta para recordar aproximadamente la longitud de algo.
A partir del capítulo VI, Castaño se preocupa de las distintas medidas empleadas históricamente en España. Las ordena por lo que miden, apareciendo en primer término las de longitud. Casi todas ellas están relacionadas con partes del cuerpo humano, como la mano, el brazo, el codo, el dedo, el pie o la pierna. Pensando un poco de adivinarán muchas de estas medidas históricas. Pero será necesario, por ejemplo, aprender que una vara equivale a dos codos, es decir a la distancia entre los dos codos, unidos los dedos mayores de cada mano sobre el pecho. Esta es la idea, pero hay muchas varas según las regiones, y sobre todo muchas las referencias de la vara con otras medidas. Será una característica de muchas medidas. También tienen una mención especial las medidas que se refieren a la anchura de los caminos.
Se recorren a continuación las medidas destinadas a fijar la capacidad de los áridos, distinguiendo entre las medidas colmadas y las rasadas. Aún hablamos de cucharas colmadas o rasas en la cocina. Se sigue con las medidas de superficies de cultivo y las de capacidad de los líquidos. Las medidas de peso incluyen los aspectos relativos a los instrumentos de peso utilizados; aún perviven algunas de ellas en el recuerdo: la arroba, el quintal, la onza o la libra. Siguen las formas en que se midieron las agrupaciones de vegetales como unidades de peso no sujetas a un patrón, que pueden ser fajadas como la manada y el haz, y no fajadas, referidas a la hierba, el heno o el cereal. Todo nos puede parecer hoy sin sentido, pero lo tuvo en un pasado cercano.
El libro nos expone los esfuerzos hechos en el pasado por crear un sistema estable de pesos y medidas. Al final llegó la Ley de Pesas y Medidas de 18 de julio de 1848. No podemos pensar (esto ya no lo refleja el libro) que su labor esté concluida. Las leyes de Pesas y Medidas se dictaron y modificaron en 1849, 1892, 1967 y 1985. La ley de Metrología vigente, de 22 de diciembre de 2014 introdujo una nueva regulación a la vista de los avances, sobre todo, de la legislación comunitaria. Pero seguir este cauce sería desviarse del comentario del libro que se sumerge en un mundo tan real como poco distante y nos enfrenta a un esfuerzo de la humanidad (el caso de España es extrapolable al mundo) por lograr un comercio justo, libre de engaños. Algo ligado al esfuerzo técnico por establecer unos datos precisos a los que atenerse.
Hay una introducción en el libro importante. La que se intitula “Los doce universales metrológicos”. De los que vamos a destacar dos: el referido al conservadurismo y el referido al fraude.
Efectivamente, hay una primera observación a la que hay prestar atención: “La medida es conservadora”. ¿Qué significa eso? Simplemente que la gente busca la estabilidad de las medidas, ya que tiene la sensación de que todo cambio la perjudica y favorece al comerciante. Recientemente se ha publicado una reedición del “Tratado y discurso sobre la moneda de vellón” de Juan de Mariana. En ella se dice: “Como el cimiento del edificio debe ser firme y estable así los pesos y medidas no se deben mudar, porque no se bambolee y se confunda todo el comercio.
La segunda es la importancia del fraude. El establecimiento de un régimen estable y controlado de las medidas utilizables evita el fraude. Las medidas serán siempre el objeto oscuro del deseo del defraudador. Cuando el oro y la plata de las monedas decidía su valor real, el papel de defraudador fue asumido por la propia corona, por el Estado moderno, en definitiva. Algo que quizá se sigue haciendo, aunque en forma mucho más sutil y discreta.
Más allá de esas observaciones hay otra a no olvidar: “Tratar de trasladar la medida antigua a los parámetros de hoy implica estar abocados al fracaso” Quiérase o no, esta observación hace del libro un libro de consulta, imprescindible para los historiadores. Pero esto no es ningún demérito; el mismo libro describe el enorme esfuerzo de la sociedad por superar vaguedades y diversidades. Un verdadero proceso de miniglobalización, si se permite el oxímoron.
En todo caso estamos ante un libro distraído y curioso, casi solemne en algunos momentos. Evocador sin pretenderlo.


“El libro de los pesos y medidas” (374 págs.) fue escrito por José Castaño en 2015. Ese mismo año fue publicado por La Esfera de los Libros

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