Hay algo a lo que la gente ha prestado poca
atención en la civilización actual: la metrología. Convivimos con ella como si
fuera algo natural. No reconocemos el avance que nos ha permitido utilizar con
esa naturalidad esta ciencia o esta técnica (porque es difícil decidir lo que
sea). Damos las cosas por hechas y por evidentes. Apenas tenemos en la actualidad
algunos problemas con los renuentes británicos que nos obligan a pensar lo que
suponen, una vez traducidas, sus medidas en libras, pulgadas, o millas. Lo
mismo sucede con los americanos del norte, hijos de los británicos.
No habría
comercio en la actualidad sin medidas. La unificación de las medidas ha
permitido la globalización del comercio. Es el mismo proceso que en épocas
pasadas permitió la existencia de un comercio local, luego el regional, más
tarde el nacional y el internacional. O sea: ha existido un camino progresivo
de unificación, de superación de localismos en busca de uniformidades. Y no es
justo que ahora ignoremos los jalones de ese camino que no debió ser fácil.
Como siempre es
conveniente echar una mirada al autor. El autor es la obra y la obra es el
autor. José Castaño es una persona identificada con el lugar donde nació: Herreruela
de Oropesa, en Toledo. Aunque ha pasado como docente por la enseñanza media y
universitaria, sigue atado a su origen, lo que le enaltece. Ha creado revistas
de cultura popular como “Agua Zarza” y está en vías de crear en su pueblo un
museo, ya precedido por una exposición de pesos y medidas tradicionales. De momento
preside la Fundación Museo Etnológico de Herreruela.
Lo que nos
ofrece es un amplio repaso a la medidas y pesos que se utilizaron históricamente
en España antes de la incorporación, ya en el siglo XIX, del recién creado Sistema
Métrico Decimal. Una incorporación que se hizo rápida y con comprensibles reacciones.
Asombra el índice que ofrece de las mencionadas en el libro: son más de 12 páginas
en cada una de las cuales pueden figurar, poco más o menos, 40 medidas o pesos.
El término “poco más o menos” empleado
ahora es comentado en el libro como algo que reflejaba en su tiempo la relatividad
de las medidas empleadas, tiempo que puede partir, poco más o menos nuevamente,
desde el inicio de la Reconquista. La bibliografía recogida refleja también ese
mismo periodo de tiempo. Los distintos capítulos y apartados son precedidos de
una cita antigua y cerrados con referencias curiosas.
Todos tenemos
un peso y medimos alturas y anchuras. Y no solamente nosotros, sino todo. Y
todo es preciso medirlo en ocasiones. Muchas más de las que creemos. Algo que
la lectura del libro no debe hacer olvidar (puesto que se proyecta sobre una época
fundamentgalmente agraria y rural) es que en el mundo actual medimos
electricidad consumida, maletas facturadas, récords deportivos, bits y bytes...
José Castaño destaca que, además, cada cosa tiende a generar una medida: el palet
de ladrillos, el píxel, la resma de papel, por ejemplo. Recordemos la obra del Deutsche Institut für Normung y sus
famosos y omnipresentes normas DIN.
Algo que nos
ilustra es el repaso que se hace de las formas en que las unidades de medida se
contemplaban ampliadas o reducidas. Con la aparición de sistemas métricos
decimal, estamos acostumbrados, ya para siempre, a él, pero históricamente hubo
otros muchos, como el binario del doble y mitad (reivindicado curiosamente por
la computación); o el que, inspirado en el tres, conducía a la tercia o al terzal;
o los basados en la docena que aún perviven en la gruesa; o los sistemas
basados en el 20 o el 40. Pensemos en algo actual: el “cuarto y mitad” que oímos
en las pescaderías.
Diríase que,
aunque José Castaño no lo diga expresamente, el libro tiene dos partes
absolutamente distinguibles o, sea, distintas. Una, que aborda la necesidad de
los pesos y medidas, su aparición y su utilidad; otra, que recorre los pesos y
medidas de las que se hizo uso en España durante siglos. Algunas, pocas, las
vivimos los que ya somos viejos y entonces volvíamos la mirada entregada a las medidas
uniformes que nos enseñaban en el colegio y aprendíamos en casa. Arrobas y
fanegas: palabras que oí tantas veces y nunca entendí, o me resistí a entender.
En ocasiones, aún hablamos de “cuartas” o “palmos” en la actualidad al utilizar
la mano abierta para recordar aproximadamente la longitud de algo.
A partir del capítulo
VI, Castaño se preocupa de las distintas medidas empleadas históricamente en
España. Las ordena por lo que miden, apareciendo en primer término las de
longitud. Casi todas ellas están relacionadas con partes del cuerpo humano,
como la mano, el brazo, el codo, el dedo, el pie o la pierna. Pensando un poco
de adivinarán muchas de estas medidas históricas. Pero será necesario, por ejemplo,
aprender que una vara equivale a dos codos, es decir a la distancia entre los
dos codos, unidos los dedos mayores de cada mano sobre el pecho. Esta es la
idea, pero hay muchas varas según las regiones, y sobre todo muchas las
referencias de la vara con otras medidas. Será una característica de muchas
medidas. También tienen una mención especial las medidas que se refieren a la
anchura de los caminos.
Se recorren a
continuación las medidas destinadas a fijar la capacidad de los áridos,
distinguiendo entre las medidas colmadas y las rasadas. Aún hablamos de
cucharas colmadas o rasas en la cocina. Se sigue con las medidas de superficies
de cultivo y las de capacidad de los líquidos. Las medidas de peso incluyen los
aspectos relativos a los instrumentos de peso utilizados; aún perviven algunas
de ellas en el recuerdo: la arroba, el quintal, la onza o la libra. Siguen las
formas en que se midieron las agrupaciones de vegetales como unidades de peso
no sujetas a un patrón, que pueden ser fajadas como la manada y el haz, y no
fajadas, referidas a la hierba, el heno o el cereal. Todo nos puede parecer hoy
sin sentido, pero lo tuvo en un pasado cercano.
El libro nos
expone los esfuerzos hechos en el pasado por crear un sistema estable de pesos
y medidas. Al final llegó la Ley de Pesas y Medidas de 18 de julio de 1848. No
podemos pensar (esto ya no lo refleja el libro) que su labor esté concluida.
Las leyes de Pesas y Medidas se dictaron y modificaron en 1849, 1892, 1967 y
1985. La ley de Metrología vigente, de 22 de diciembre de 2014 introdujo una nueva
regulación a la vista de los avances, sobre todo, de la legislación comunitaria.
Pero seguir este cauce sería desviarse del comentario del libro que se sumerge
en un mundo tan real como poco distante y nos enfrenta a un esfuerzo de la humanidad
(el caso de España es extrapolable al mundo) por lograr un comercio justo,
libre de engaños. Algo ligado al esfuerzo técnico por establecer unos datos
precisos a los que atenerse.
Hay una
introducción en el libro importante. La que se intitula “Los doce universales metrológicos”. De los que vamos a destacar
dos: el referido al conservadurismo y el referido al fraude.
Efectivamente,
hay una primera observación a la que hay prestar atención: “La medida es conservadora”. ¿Qué significa
eso? Simplemente que la gente busca la estabilidad de las medidas, ya que tiene
la sensación de que todo cambio la perjudica y favorece al comerciante.
Recientemente se ha publicado una reedición del “Tratado y discurso sobre la
moneda de vellón” de Juan de Mariana. En ella se dice: “Como el cimiento del edificio debe ser firme y estable así los pesos y medidas
no se deben mudar, porque no se bambolee y se confunda todo el comercio.”
La segunda es
la importancia del fraude. El establecimiento de un régimen estable y
controlado de las medidas utilizables evita el fraude. Las medidas serán
siempre el objeto oscuro del deseo del defraudador. Cuando el oro y la plata de
las monedas decidía su valor real, el papel de defraudador fue asumido por la
propia corona, por el Estado moderno, en definitiva. Algo que quizá se sigue haciendo,
aunque en forma mucho más sutil y discreta.
Más allá de
esas observaciones hay otra a no olvidar: “Tratar
de trasladar la medida antigua a los parámetros de hoy implica estar abocados
al fracaso” Quiérase o no, esta observación hace del libro un libro de
consulta, imprescindible para los historiadores. Pero esto no es ningún
demérito; el mismo libro describe el enorme esfuerzo de la sociedad por superar
vaguedades y diversidades. Un verdadero proceso de miniglobalización, si se
permite el oxímoron.
En todo caso
estamos ante un libro distraído y curioso, casi solemne en algunos momentos.
Evocador sin pretenderlo.
“El libro de los pesos y medidas”
(374 págs.) fue escrito por José Castaño en 2015. Ese mismo año fue publicado
por La Esfera de los Libros
No hay comentarios:
Publicar un comentario