miércoles, 16 de agosto de 2017

Lawrence H. White: “El choque de ideas económicas. Los grandes debates de política económica de los últimos cien años”.






 
El autor aclara en el mismo título la indicación de que ese choque se refiere únicamente a los últimos cien años. Pero esas luchas tienen sus raíces, en muchos casos en economistas que vivieron y escribieron antes del siglo XX. Por esa simple razón resulta que en numerosas ocasiones el autor tiene que elevarse a esas épocas y a esas ideas. No se puede prescindir, como es lógico, ni de Adam Smith, ni de Ricardo, ni de muchos otros autores. De Adam Smith derivó el liberalismo que a través de Menger y Von Mises llegó a Hayek. De Ricardo, la tendencia socializante que, tras inspirar a los fabianistas y a Henri George, llegará remozada a Keynes.
El libro es muy denso. Es una buena historia de las ideas económicas que han paseado por el mundo durante el siglo XX y lo poco que hemos recorrido del XXI. Con ello lo que pone de manifiesto es la especie de perplejidad que sufre la ciencia económica. Ni sabe predecir las catástrofes, ni sabe remediarlas. Ni siquiera coincide en diagnosticar por qué se produjeron las crisis ya pasadas ni en identificar lo que acabó con ellas. Desde este punto de vista, el libro es una perfecta descripción de ese desconcierto internacional, al que no son ajenos los sentimientos humanos como la vanidad, el ansia de reconocimiento público o las aspiraciones económicas, lícitas o no.
Si debiéramos describir el escenario en que se producen esas luchas lo debiéramos hacerlo situando como personaje central a la presencia e intervención del Estado en la economía. Eso nos colocaría en el gran tema de la lucha entre Hayek y Keynes, que ha pasado a ser ya paradigmática. En realidad, es una pugna que no hace sino representar el punto álgido de las discrepancias anteriores y que tiene su secuela en las doctrinas actuales. Y que puede resumirse en dos conceptos: libertad económica e intervencionismo económico. Que, al mismo tiempo, son dos opciones.
Uno de los méritos de White es no reducir su exposición a estas dos grandes tendencias (que podían tener una manifestación política en la socialdemocracia y el liberalismo), sino que extiende su examen de la lucha de ideas a otros protagonistas como son el marxismo y el fascismo. Dentro de los mismos distinguirá sus nuevas ramificaciones, como los sistemas soviéticos de planificación, la nueva economía soviética, el fascismo italiano o el nacionalismo alemán.
El libro se divide en capítulos en donde se analizan las distintas luchas que se han ido produciendo históricamente entre economistas, luchas que como es lógico nunca terminarán. No hay un orden cronológico, pero sí se relacionan con distintos acontecimientos históricos que tampoco tienen una exposición ordenada y precisa. Así aparecen las referencias a la Revolución rusa de 1917, la guerra de 1914-1916, la crisis norteamericana de los años treinta, los períodos de inflación desatada, la aparición del nazismo y el fascismo, la economía de guerra de 1939 a 1945, la postguerra… 
En cada caso, como se apuntaba, Lawrence White trata de exponer las interpretaciones que se dieron a esas crisis y las forma como se resolvieron. En cada caso hubo economistas que percibieron unas causas y otros que vieron otras; y economistas que recomendaron resolverlas con unas medidas, mientras que otros propugnaban otras. Pero eso era simplemente el papel del economista; la decisión estaba en mano del político, político que unas veces escuchaba a unos y otras, a otros, aunque no supiera de economía. El político tenía siempre economistas que coincidieran con sus propios intereses y puntos de vista.
De ahí que, al hilo del discurso económico, surjan inmediatamente los enfrentamientos que se producían entre políticos y su reflejo en la sociedad.

El libro de Lawrence White es duro de lectura para el profano en buena parte. Quien domine los conceptos económicos básicos encontrará su lectura mucho más confortable y provechosa. Pero en cualquier caso proporciona una orientación fundamental que será en muchas ocasiones de utilidad. Por otra parte, los conceptos básicos que actualmente utilizan los economistas no siempre tienen una misma acepción y alcance en las distintas escuelas y autores, de forma que la lectura se hace en ocasiones un panorama aún más agreste. Añadamos la evolución de las ideas de los propios economistas a lo largo de su obra.
Pero no solo de economía vive el hombre. White nos trae a la memoria cosas y desconocidas u olvidadas. Como fue la ola de nacionalizaciones que sufrió Gran Bretaña con Atlee, tras la caída de Churchill. Como fue el desorden del régimen comunista debido a factores como el no haber dejado Engels y Marx sus ideas sobre la economía tras la revolución y el desconcierto que producía en no tener precios reales que orientaran a los planificadores estatales. O como fue la tolerancia de una propiedad privada sometida a la planificación estatal que distinguió a los regímenes fascista y nacionalsocialista del comunista.
Dejando a un lado esos excesos, subsiste como leit-motiv el enfrentamiento que se ha personalizado entre el liberalismo de Hayek (condensado en su “Camino de servidumbre”) y el intervencionismo de Keynes (que a su vez lo hizo en su “Teoría General el empleo, el interés y el dinero”. Históricamente el pensamiento keynesiano ha mantenido una clara ventaja. La causa: como expresó Friedman fue que “representaba una salida más rápida de la depresión, en comparación con el consejo “pesimista” de Hayek de que deberíamos esperar a la que la economía se fuera corrigiendo”.
En lo que no entra White es en el fenómeno de cómo los políticos, en su búsqueda votos y poder, propenden a ofrecer esas fórmulas de esperanza, rapidez y prosperidad, aderezadas con ideas de gratuidad e igualdad. Ya Tocqueville, citado por Hayek, señaló que ”la democracia y el socialismo solo tiene una palabra en común; igualdad. Pero fijémonos en la diferencia: mientras que la democracia busca la igualdad en la libertad, el socialismo busca la igualdad en la restricción y la servidumbre”.
Una especial atención es la dedicada a la obra máxima de Hayek, su “Camino de servidumbre” (“Road to Serfdom”), que logró un inesperado éxito editorial y que influyó en personajes como Margaret Thatcher y Ronald Reagan según confesión propia. Una obra en que como aclaró Hayek no suponía una predicción, sino solamente una advertencia. Junto a ese libro, sobradamente conocido, White se refiere extensamente a otra obra de Hayek: la creación de la llamada “Sociedad Mont Pelerin”, constituida por las 39 personalidades que reunió en el Hotel de Park de la localidad suiza de Mont Pelerin durante diez días en abril de 1947. La sociedad no ha creado ningún documento propio, pero bajo su ideario han proliferado los estudios, comentarios y trabajos, siendo soporte de los movimientos liberales.
La eficacia de los sistemas liberales queda demostrada en dos capítulos dedicados al milagro alemán y a la economía planificada de la India independiente. Del primero únicamente citaré una anécdota que White nos recuerda. En la época Adenauer, Ludwig Erhard, que dirigía la economía alemana en 1948, inició una etapa de liberalización que borrara las restricciones impuestas por los nazis. La notica llegó al poderoso general Clay, de los EE. UU., que le llamó para decirle “Profesor Erhard, mis asesores me dicen que usted está cometiendo un error. Erhard contestó: Eso es lo que me dicen también mis asesores.” Se suprimieron radicalmente los controles y la escasez automáticamente lo hizo a continuación. El llamado “ordoliberalismo” estaba ya funcionando mientras Galbraith, máximo funcionario estadounidenses, insistía en que era un error.
La historia de la India es más triste. Tras el breve paso de Gandhi, Nehru se limitó a copiar las ideas soviéticas de las que era admirador. La catástrofe provocada fue aumentada por su hija Indira. Solo en los años 80, Rajiv, hijo de ésta, inició la liberalización. Los primeros éxitos se mostraron en el campo de la tecnología de la información y en la industrialización de Bollywood.  Se explicaba que los indios que abandonaban la India triunfaban en el mundo liberalizado. Y de paso se abría un curioso debate sobre la forma en que podía salir los países subdesarrollados de su miseria.
Se tiene la total sensación de que Lawrence H. White contempla los hechos y los narra, no teoriza. Y eso es siempre positivo. Tiene además un índice espléndido que constituye una perfecta guía de teléfonos de los más célebres economistas.



Lawrence H. White es el autor de “El Choque de ideas económicas.”. Publicada ne 2012 con el título “The Clash of Economics Ideas: The Great Policy Debates and Experiments of the Last Hundred Years”. Traducida al español fue editada por Antoni Bosch en 2014.

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