viernes, 17 de agosto de 2018

Thomas Sowell : “La discriminación positiva en el mundo”.


Una advertencia previa: si bien la noción de “discriminación positiva” es la que ha sido habitual en España, esta denominación está cediendo (y en Estado Unidos ha cedido) en favor de las expresiones de “acción positiva” o “acción afirmativa”. De hecho, esta última expresión es la utilizada por Sowell en su libro. Por otra parte, en cada país se adoptan diversas denominaciones para referirse a un hecho que, en realidad, es el mismo: tratar de compensar desigualdades sociales, una vez conseguida la igualdad de derechos, estableciendo medidas como las preferencias y las cuotas.
El autor, Thomas Sowell es un pensador y economista conservador libertario estadounidense y ateo. Es además afroamericano y eso otorga una especial relevancia a sus opiniones contrarias a la discriminación positiva. De hecho, en Wikipedia, se le considera, tras la muerte de Jean-François Revel, “como uno de los máximos representantes de la oposición al modelo de pensamiento de lo políticamente correcto”. Advertirá que su libro es sólo un estudio de lo que pasa en la realidad y no un análisis filosófico sobre temas ya analizados suficientemente, tales como las desigualdades y su origen.
Una de las primeras cosas que lleva a cabo Sowell es descartar que la discriminación positiva sea algo exclusivamente norteamericano. Ésta existió antes y existe en muchos países. Eso es lo que justifica que se refiera a los intentos de discriminación positiva realizados en países en los que las desigualdades a equilibrar eran y son más notables: India, Malasia, Sri Lanka y Nigeria. Sowell no va a criticar ese objetivo de equilibrio, pero no va a ocultar, sino destacar, dos hechos: una el que la discriminación positiva jamás tiene la transitoriedad o temporalidad esperada, y, adicionalmente, que en la mayor parte de los casos tiene efectos negativos no deseados.
Destaca, en efecto, que siempre que se han implantado medidas de preferencia en distintos países, primero en el ámbito académico y escolar, más tarde en el laboral, se pensó que eran medidas transitorias tras las que se recuperaría el equilibrio, compensando así agravios pasados. Pero siempre esa pretendida temporalidad ha embarrancado. Sowell afirmará que “un programa “temporal” para eliminar una condición con siglos de antigüedad resulta casi contradictorio. La igualdad de oportunidades puede conseguirse dentro de un periodo de tiempo factible, pero es totalmente distinta a eliminar la desigualdad en los resultados”. Esta desigualdad de resultados persiste y se trata habitualmente de disfrazar mediante la aplicación de cupos. Estos son ejemplos simples de la preferencia y la cuota: 1) Preferencia: ser de una determinada etnia o dominar una determinada lengua supone puntos adicionales para el acceso a unos estudios o una profesión; 2) Cuota: dentro de los diez primeros seleccionados en un concurso debe figurar un miembro de una determinada etnia.
Se aborda la existencia de grupos preferentes y no preferentes. Cualquier política de discriminación debe definir el grupo que goza de preferencias y con ello provoca reacciones sociales inmediatas. Las más destacadas son la designación o redesignación (un individuo no preferente se “disfraza” de preferente) y la reacción de rechazo del grupo no preferente hacia el preferente. Declararse “minoría étnica” ha sido una realidad histórica habitual. Otro efecto indeseado es que, naturalmente, dentro del grupo preferente son solamente parte de éste el que disfruta esencialmente de esos beneficios, creando algo así como los ricos dentro de una población de pobres.
Crudamente, Sowell advierte que con ello “tanto los grupos preferentes como los no preferentes pueden reducir sus esfuerzos: los primeros porque no necesitan rendir al máximo de su capacidad y los segundos porque esforzarse al máximo puede resultar inútil”. Añádase la reacción airada de aquellos a quienes “la idea de que “unos son más iguales que los otros” resulta mortificante”. Esa reacción aumenta cuando del concepto de trato igualitario se pasa a la idea de obtener resultados equiparables. Un problema adicional es que resulta imposible cuando el progreso de un grupo se debe a la política discriminatoria o cuándo a otros factores. En ocasiones el cambio ha comenzado antes de esa política, o se han producido efectos similares en grupos no preferentes.
A lo largo del libro queda claro que, clásicamente, las preferencias y las cuotas siempre han sido adoptadas, en teoría, como compensación a agravios pasados. Es lo que sucedió en los Estados Unidos en donde la protección a los negros surgió como una compensación a la etapa de esclavitud. No afectaba a hispanos ni a chinos ya que no habían sufrido esclavitud. La igualdad de derechos se había establecido ya legalmente, pero se añadieron preferencias como teórica compensación. En términos vulgares y empleando el dicho popular, parece que se cree que la mancha de una desigualdad se quita con otra desigualdad. El caso es que parece que siempre existe la invocación de una pasada discriminación: la de la mujer invocada por el feminismo, la de los homosexuales, la de viejas tribus, la de la represión lingüística…
Aunque el libro se centra en el caso de los Estados Unidos (donde las principales heridas surgen en el campo educativo y académico), señala al mismo tiempo que en cada caso es decir, cada país la discriminación positiva reviste distintas manifestaciones. Si volvemos la mirada hacia España observamos que esa discriminación surge fundamentalmente en el campo del feminismo radical y en el campo del nacionalismo secesionista. En el primer caso, la igualdad de oportunidades ha sido lograda hace tiempo, pero se saltó al terreno de las cuotas (la cremallera de las candidaturas de los partidos) con los que se pretende la igualdad de resultados artificialmente. En el segundo caso, la inexistencia de agravios reales históricos ha dado paso a la invención de éstos como soporte de nuevas exigencias (“ens roba”).
 La India es un mundo de religiones, costumbres y lenguas. Los “intocables” o “delit” fueron el grupo preferente. Sri Lanka, tradicionalmente pacífica, desembocó en una guerra civil entre tamiles y cingaleses, cuando Bandaranaike utilizó medidas de discriminación positiva para sus fines políticos. Nigeria ofrece un dramático ejemplo de enfrentamiento de un norte musulmán (yorubas) y un sur cristiano (ibos) que desemboca en una absurda federalización. Malasia es otros de los países analizados. Rico y compuesto por distintas etnias a las que se agregaron los chinos que llegaron a superar a los malayos. Los chinos llegaron pobres y analfabetos, pero a base de esfuerzo llegaron a ser más poderosos y numerosos. Esa es la razón por la que la masa protegida fue la mayoría integrada por los malayos,, que se llamaron “bumiputeras” o “hijos de la tierra”. Las medidas consistieron en una férrea normativa y una limitación de la libertad de expresión. Se llegó a imponer en uso del malayo en escuelas y universidades: unos chinos se marcharon y otros se hicieron aún más competitivos. Pasando por el curioso fenómeno de la “expulsión” de Singapur, donde existe una total igualdad, pero persiste la limitación de la libertad de expresión como medio de evitar las confrontaciones interraciales.
Todas las medidas de protección son inútiles y generan efectos perversos. Es la idea que late en el libro en el que, con datos, repasa los distintos ámbitos geográficos y políticos en que se producen. Sowell deja bien a las claras su aversión a las desigualdades, pero, conseguida la igualdad de oportunidades (que es alcanzable por cualquier régimen), surge la indeseada continuidad temporal de las medidas adoptadas y una presión para añadir la igualdad de resultados. Este es el verdadero peligro de las discriminaciones positivas. Al final surgen las cuotas.
Como es lógico, Sowell presta una atención especial a los Estados Unidos, pero lo hace reduciéndose al caso de los negros, para evitar la dispersión por otras minorías o grupos preferentes. En el libro, al tiempo que se reconoce la barbarie de la esclavitud, se combate el afán de atribuir la inferioridad social de la población negra a tal hecho y, en general a los blancos. Sowell la atribuye con claridad a la escasa escolaridad, una forma de morderse la cola de la pescadilla que es la pobreza. El cambio hacia el progreso comenzó a producirse antes de que dictasen las leyes de derechos civiles de los años 60 y las medidas de discriminación positiva de la década siguiente. Refiriéndose a la etapa histórica anterior, Sowell afirma: “es decir, fue una época en la que muchísimos negros salieron de la pobreza “sin la ayuda de nadie”, como suele decirse
Las observaciones que nos proporciona Sowell (demasiado complejas para ser aludidas aquí) son arrolladoras. Parece existir una independencia entre las condiciones reales de cada país y la perversa eficacia de las medias de discriminación positiva. Los enfrentamientos sociales se imponen, el resentimiento de los no favorecidos aparece, la abulia de los protegidos se hace habitual. Pero no en todos, porque los avisados se aprovechan doblemente de la protección, inalcanzables para muchos de los pretendidamente protegidos. Se repite el hecho de que los recién llegados saben pasar de la pobreza a la riqueza simplemente con la confluencia del esfuerzo y la igualdad de oportunidades. Los ejemplos que ofrece el libro son abrumadores.
Los ejemplos que expone evidencias que la igualación de oportunidades basta para superar discriminaciones pasadas, sin que exista deber de repararlas. Cuando esto se ha logrado son los políticos los que inician el establecimiento de medidas de discriminación positivas, primero preferencias, más tarde cuotas, que únicamente se orientan a soportar sus posiciones electorales. Añádanse otros vicios de moda, como el populismo o el buenísmo, las fake news o lo políticamente correcto. Los medios de comunicación se rinden habitualmente a ellos, carentes ya de autocrítica en su mayoría.
En resumen: un libro necesario para comprender este mundo en que vivimos.

 “La discriminación positiva en el mundo” es un libro escrito por Thomas Sowell en 2004 con el título original “Affirmative Action Around the World” y publicado en español en 2006 por la Editorial Fundación F.A.E.S. S.L.U. en su colección “Gota a gota”

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