lunes, 29 de mayo de 2017

Juan Ramón Rallo: Una revolución liberal para España



Juan Ramon Rallo es calificado en la Wikipedia como “economista y abogado liberal libertario español de la escuela austriaca”. Vaya por delante que le iría mejor la simple calificación de liberal, dado que la expresión “liberal libertario” equivale a “libertarista”, propio de la derecha en el campo económico y de la izquierda en el campo social. Su orientación personal queda clara a través del veto llevado a cabo por UGT contra él en TVE: “Desde UGT exigimos que se suspenda de inmediato cualquier relación laboral con Juan Ramon Rallo, es más, demandamos a parte de nuestra dirección que sepa quiénes son y qué deben defender, y que en consecuencia impidan la presencia de este señor en nuestras instalaciones”. El PP llevó a efecto esa prohibición de colaboración.
El libro parte de una cuestión de fondo: ¿es necesario el Estado para tantas cosas como en estos días se le confían?, ¿no debe ser reducido a mínimos el intervencionismo público para dejar que la sociedad se mueva por los impulsos del mercado creados por las iniciativas de los individuos, es decir, viviendo un clima de libertad? Se está, de hecho, en la clásica tensión Hayek vs. Keynes que desde principios del siglo XX ha dividido a políticos y teóricos. No en balde en la portada de la obra aparecen ambos, aunque acompañados de otros economistas que también son ejemplos de inclinaciones a un lado u otro, como pueden ser Adam Smith y Murray Rothbard como defensores de la libertad o Karl Marx como defensor del Estado.
¿Qué es lo que, de entrada, sorprende en este libro? Pues simplemente dos cosas: la primera es que muestra cómo la intervención de lo público se extiende a muchos más campos de los que son estrictamente económicos. La segunda cosa que sorprende es que, a partir de ahí Rallo, propone un auténtico plan de jibarización de lo público.
Para lo primero examina “caso por caso” estos sectores: servicios municipales, medio ambiente, infraestructuras, moneda y banca, promoción de empresas, mercado de trabajo, mercado eléctrico, investigación y desarrollo, educación, cultura y arte, pensiones, sanidad y asistencia social. En algunos de esos terrenos estamos ya tan habituados a la presencia tantas veces parasitaria del Estado que nos sorprenden las propuestas realizadas. Realmente, el repaso de todas esas áreas produce cierta estupefacción. ¿Hasta qué punto nos hemos acostumbrado, sin protestas, a esa continuada presencia de lo público en lo que nació como privado? Una presencia que, en muchos casos, se traduce en ineficacia, gasto, prohibiciones, limitaciones, impuestos y tasas.
Rallo es un economista y, por lo tanto, el libro va a exponer su tesis soportándola en datos económicos: en definitiva, que la iniciativa privada lo hace mejor y, además, más barato. Ya que la razón en el fondo es simple, porque si en una sociedad libre hay alguien que lo hace mejor y más barato que otro veremos un desplazamiento hacia el primero a través de la actitud de los consumidores, clientes o como se les quiera llamar. Ello hace necesario que no haya un Estado que intervenga regulando la economía y las iniciativas y en el que los consumidores o clientes pasan a ser ciudadanos.
La peculiaridad de la tesis de Rallo es que la afirmación de la clara superioridad de la iniciativa privada sobre la intervención pública se lleva sus últimos extremos. Su objetivo es calcular hasta qué punto se puede reducir esa intervención y eso le lleva a mantener únicamente las funciones de defensa, justicia y orden público como aquéllas que pueden quedar en manos del Estado y, aun con eso, analiza las posibilidades de disminuir y reducir esa intervención en esos campos. Diríamos que su tesis tiene un tono bastante más que polémico: beligerante.
Existe la tentación de considerarle efectivamente “libertarista”, más allá de simple liberalismo, cuando plantea la supresión del copyright y de las patentes. Pero no hay temor. Muchas de sus afirmaciones deben tomarse como sometimiento a prueba de muchas de las cosas que tenemos asumidas como necesarias e imprescindibles.
Una atención especial la ofrecen los sectores que suscitan mayores controversias en la vida política: la educación y la sanidad. Es un terreno siempre polémico sobre el cual Rallo vierte cifras como medios de superar la mentalización de que ha sido objeto la sociedad. Pero hay otros sobre los que arroja también luz: como puede ser el energético, especialmente el eléctrico. O el de la cultura.
Es como si, estando adormilados, alguien nos diera un codazo.