Snyder parece ser un historiador de moda, pero
entendamos antes lo que exactamente supone ser historiador. Un historiador se
vuelca sobre los hechos pasados y deja de serlo cuando, sobre éstos, realiza
predicciones. Y esto es lo que le sucede a Timothy Snyder en este libro: lo
refleja su mismo subtítulo: “Lecciones
que aprender del siglo XX”, ligeramente distinto del original inglés: ”Twenty lessons from the Twentieth Century”.
Dejando a un lado lo pretencioso del término imperativo “que aprender”, lo
cierto es que la labor histórica de Timothy Snyder se refiere al siglo XX,
concretamente a las manifestaciones del fascismo y del comunismo. Una especial
atención es la prestada al holocausto, quizá por su adscripción a instituciones
relacionadas con él.
Estamos ante
algo que, más que un libro, es un opúsculo, lleno de hojas en blanco, breves
portadillas de capítulos y demás recursos útiles para llenar 150 páginas que
llegan, cuando están llenas, a las 50 líneas. No constituye, de por sí, un demérito
ya que opúsculo, según la Academia no es sino “una obra científica o literaria de poca extensión”. Esta escasa extensión
(se lee en una hora) la haría merecedora del calificativo de libelo si no fuera
porque, además de aludir a la pequeñez de un libro (acepción ya en desuso según
el DRAE), se hace fundamentalmente referencia al “escrito en que se denigra o infama a alguien o algo”, también definición
de nuestra academia. Ser pequeño (o sea, opúsculo) es algo más intrascenente
que ser libelo (o sea, algo que además denigra). Es cierto que la definición académica
no alude a la extensión del escrito, pero su origen es evidente; el latín
“libellus”, equivalente a “librillo” o “escrito breve”. Si unimos la brevedad a
la denigración identificaremos a este libro. Pero ¿a quién denigra? Tendremos
que leer unas cuantas páginas para ver cómo se refiere, siempre sin citarle, a
Trump, el empresario que inesperadamente ganó las elecciones a presidente de
los Estados Unidos en 2016. Le hubiese gustado a Timothy Snyder que no las hubiera
ganado, pero las ganó ―un peligro similar a la de las elecciones alemanas que
abocaron al nazismo― y la única forma que parece tener para rebelarse frente a
ese hecho es recordar que unas elecciones pueden dar paso a una tiranía. No
considera lo contrario, que solamente son un higiénico cambio de opinión de los administrados.
Tiranía es, además
de un “gobierno ejercido por un tirano”,
un “abuso o imposición en grado extraordinario
de cualquier, poder, fuerza o superioridad”. Snyder puede resultar correcto
al tratar de referirse a los casos del nacionalsocialismo o el comunismo, pero
se tiene la sensación de que se pasa varios pueblos al asimilar a Trump a la
figura de un tirano. ¿O no? Porque es lo que, en definitiva, hace, por mucho
que trate de disimular.
Es probable que
lo mejor que se pueda hacer con un libro cuando se aborda su lectura es ojear
su introducción (prólogo o como quiera llamarse) y sus conclusiones (epilogo o
lo que sea). Y Snyder, sin el menor rebozo afirma: “Tener en cuenta la historia cuando nuestro orden político parece
amenazado es una tradición fundamental de Occidente”. ¿Seguro Mr. Snyder? ¿O
es una excusa para relacionar Hitler y Stalin con Donald Trump? ¿No tiene eso
algo de trilero, Mr. Snyder?
La aportación
de Snyder como historiador es bien pobre. Nada de lo que nos cuenta sobre la accesión
al poder, tanto de Hitler como de Lenin, aporta algo que desconociéramos la
generalidad de las personas. Parte de lo que llama “obediencia anticipatoria” que, en principio, consiste en “adaptarse instintivamente, sin reflexionar,
a la nueva situación”. El libro ―no lo olvidemos― da lecciones dirigidas sin duda
al mundo norteamericano. ¿Cuál es la nueva situación a la que alude como
peligro actual? Evidentemente el triunfo republicano en las elecciones de 2016.
No podemos olvidar que este libelo es muy doméstico, preocupado únicamente por
los hechos que afectan a los usacos, como algunos los denominan. Los primeros capítulos
(o, perdón, “lecciones”) crean un clima de alarma: cuidado con los símbolos,
cuidado con los partidos únicos, cuidado con las instituciones en peligro… algo
inconcebible en un país claramente bipartidista y en el que el único símbolo popular
es la mano en el pecho durante los himnos nacionales.
Presentados los
problemas reales, Snyder aborda ya de forma directa al individuo: “La vida es política, no porque al mundo le
importe lo que sientas tú, sino porque el mundo reacciona a lo que tu hagas”
(con perdón: esto es lo que pudo hacer dicho Hitler en las manifestaciones
nazis de Nuremberg, simple movilización del “pueblo”). Se le exige al individuo
rectitud; al profesional, una actitud ética; a la policía, responsabilidad en
el uso de las armas. Al hilo de todo ello, se recuerdan las procesiones con antorchas
del nazismo, algo que forma parte del apocalíptico futuro que pronto va a
presentar. Se equivoca en parte cuando pide al individuo que se desmarque del
resto, emulando la imagen de Rosa Parks, la mujer que se negó en Montgomery a
ceder su asiento a un blanco. Pero, ante unas elecciones como las de 2016 ¿quiénes
son los que se desmarcan de las corrientes imperantes? ¿Quién es blanco y quién
es negro?
Cuando llega a
la “lección 9” se incurre ya en lo ridículo: diferencia tus frases y tus formas
de hablar, aunque contradigas a todo el mundo. Y añade. “Haz un esfuerzo por distanciarte de Internet. Lee libros”. Y lo
dice desde un libro. Todos sabíamos que Internet es como el árbol del paraíso
en que se albergan el bien y el mal. Su actitud sólo se puede mantener con la siguiente
de sus lecciones: “cree en la verdad”.
Uno no puede sino exclamar: “olé mi niño”. Snyder se remite a las cuatro formas
de matar la verdad a las que se refiere Víctor Klemperer, un judío alemán que terminó
siendo una figura cultural de la Alemania del Este y parlamentario como
delegado del Sindicato cultural.
La primera de
esas maneras es presentar las mentiras como si fueran hechos, Y entonces Snyder
afirma: “El presidente lo hace con enorme
frecuencia y a toda velocidad. Durante la campaña presidencial de 2016, en un
intento de verificar sus declaraciones se descubrió que el 78% de sus afirmaciones
fácticas eran falsas”. De prueba de esa acusación, nada, por descontado. La
segunda manera es “el encantamiento chamánico”;
prueba aducida: el uso sistemático de motes como el de “Crooked Hillary” (la
deshonesta Hillary), pero los dos se hicieron millonarios, uno en los negocios:
otra, en la política. La tercera forma es la del “pensamiento mágico”, es decir, la aceptación descarada de las
contradicciones; ejemplo máximo es la de reducir impuestos incrementando las políticas
sociales y defensa, una realidad posible tantas veces evidenciada. La cuarta es
“la fe que se deposita en quienes no la
merecen”. El gran problema es que todo se hace utilizando unas consideraciones
de Klemperer sobre una realidad muy distinta de la norteamericana de 2016, como
era el nacionalsocialismo boyante de los años 30 que Klemperer vivió (y sobrevivió gracias a su matrimonio con una
mujer aria).
Snyder inicia a
continuación otra fase: la adulación del lector: tú puedes conocer, tú puedes
saber, tú puedes romper con lo que te dicen, tú puedes tener acceso a la
verdad. La entradilla a la considerada lección 11ª es expresiva: “Comprende las cosas por ti mismo. Dedica más
tiempo a los artículos largos. Financia el periodismo de investigación suscribiéndote
a los medios impresos. Sé consciente de que una parte de lo que se ve en
Internet está ahí para perjudicarte…” Afirmará a continuación, sin indiciar
nunca que se refiere a Trump quien “al
igual que los líderes de los regímenes autoritarios, prometió abolir la libertad
de expresión con leyes que impidieran sus críticas. Al igual que Hitler, el
presidente utilizaba la palabra mentira para designar todas aquellas
afirmaciones objetivas que no eran de su agrado, y presentaba el periodismo como
una campaña en su contra”. Snyder es ciertamente sutil: evita la palabra
mentiras y se limita a calificarlas como falsas afirmaciones fácticas. “La posverdad es el prefascismo”. Es
curioso que Snyder invoque una y otra vez el pensamiento de Hannah Arendt y al
del checo Václav, escritos ante (o mejor, bajo) las crudas realidades nazi y
comunista.
Que Timothy
Snyder diga estas cosas puede estar justificado porque se dirija a un sector
muy peculiar como es el norteamericano, no tanto al profundo, sino al neoyorkino
a la page. Lo sorprendente es que
todo tenga una amplia acogida no solamente en la exultante y vencida oposición
demócrata, sino en la prensa occidental, incluida la española. Creo que la
recomendación de ese libro la encontré en una publicación tan alejada a toda
sospecha (¿o no?) como el ABC. Uno sabe lo que es Trump. Un presidente elegido
por el pueblo de su país. Sabe lo radical de sus planteamientos (puro póker) y
la peligrosidad de sus resultados (riesgo para el éxito y el fracaso). Uno se
asombra de la confluencia de críticas, no tanto sobre sus resultados, sino
sobre su simple éxito electoral. Algo que un sentido básico democrático
aceptaría. ¿Qué sucede para que exista una reacción tan generalizada hacia Trump,
el “presidente” como diría en un torpe encriptado Snyder? Uno se atendría al
consejo clásico: “por sus obras los reconoceréis” ¿y qué datos hay para relacionar
al gobierno de Trump con la tiranía?
Uno no sabe lo
que destacar en el este pequeño libro: si su intención tan distante de la información,
si su insustancialidad reflejada en los antecedentes de las diferentes
“lecciones”, si su palpable intención de adoctrinamiento de masas, si su
defensa (inviable) de la candidatura alternativa de 2016, la de Hillary Hilton,
que curiosamente había sabido conciliar sus manifestaciones de género con el
asunto Lewinsky, pero que dejó atrás su derrota de Onward Together, una organización
de acción política dedicada a recaudar fondos para grupos políticos
progresistas.
En suma, uno ve
en este libro más que un pobre ejercicio de adoctrinamiento. Por descontado,
uno no precisa coincidir con la totalidad de la actitud de Trump, pero requiere
la valentía mínima de nombrarle. La verdad: ¿esto merece ser calificado como libro?
Sinceramente, yo creo que no.
“Sobre la tiranía. Veinte lecciones
que aprender del siglo XX” (150 págs.)
es un libro escrito por Timothy Snyder en 2017 y publicado en España ese mismo
año por Galaxia Gutenberg.
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