sábado, 7 de julio de 2018

Timothy Snyder : “Sobre la tiranía. Veinte lecciones que aprender del siglo XX”


 Snyder parece ser un historiador de moda, pero entendamos antes lo que exactamente supone ser historiador. Un historiador se vuelca sobre los hechos pasados y deja de serlo cuando, sobre éstos, realiza predicciones. Y esto es lo que le sucede a Timothy Snyder en este libro: lo refleja su mismo subtítulo: “Lecciones que aprender del siglo XX”, ligeramente distinto del original inglés: ”Twenty lessons from the Twentieth Century”. Dejando a un lado lo pretencioso del término imperativo “que aprender”, lo cierto es que la labor histórica de Timothy Snyder se refiere al siglo XX, concretamente a las manifestaciones del fascismo y del comunismo. Una especial atención es la prestada al holocausto, quizá por su adscripción a instituciones relacionadas con él.
Estamos ante algo que, más que un libro, es un opúsculo, lleno de hojas en blanco, breves portadillas de capítulos y demás recursos útiles para llenar 150 páginas que llegan, cuando están llenas, a las 50 líneas. No constituye, de por sí, un demérito ya que opúsculo, según la Academia no es sino “una obra científica o literaria de poca extensión”. Esta escasa extensión (se lee en una hora) la haría merecedora del calificativo de libelo si no fuera porque, además de aludir a la pequeñez de un libro (acepción ya en desuso según el DRAE), se hace fundamentalmente referencia al “escrito en que se denigra o infama a alguien o algo”, también definición de nuestra academia. Ser pequeño (o sea, opúsculo) es algo más intrascenente que ser libelo (o sea, algo que además denigra). Es cierto que la definición académica no alude a la extensión del escrito, pero su origen es evidente; el latín “libellus”, equivalente a “librillo” o “escrito breve”. Si unimos la brevedad a la denigración identificaremos a este libro. Pero ¿a quién denigra? Tendremos que leer unas cuantas páginas para ver cómo se refiere, siempre sin citarle, a Trump, el empresario que inesperadamente ganó las elecciones a presidente de los Estados Unidos en 2016. Le hubiese gustado a Timothy Snyder que no las hubiera ganado, pero las ganó un peligro similar a la de las elecciones alemanas que abocaron al nazismo y la única forma que parece tener para rebelarse frente a ese hecho es recordar que unas elecciones pueden dar paso a una tiranía. No considera lo contrario, que solamente son un higiénico cambio de opinión  de los administrados.
Tiranía es, además de un “gobierno ejercido por un tirano”, un “abuso o imposición en grado extraordinario de cualquier, poder, fuerza o superioridad”. Snyder puede resultar correcto al tratar de referirse a los casos del nacionalsocialismo o el comunismo, pero se tiene la sensación de que se pasa varios pueblos al asimilar a Trump a la figura de un tirano. ¿O no? Porque es lo que, en definitiva, hace, por mucho que trate de disimular.
Es probable que lo mejor que se pueda hacer con un libro cuando se aborda su lectura es ojear su introducción (prólogo o como quiera llamarse) y sus conclusiones (epilogo o lo que sea). Y Snyder, sin el menor rebozo afirma: “Tener en cuenta la historia cuando nuestro orden político parece amenazado es una tradición fundamental de Occidente”. ¿Seguro Mr. Snyder? ¿O es una excusa para relacionar Hitler y Stalin con Donald Trump? ¿No tiene eso algo de trilero, Mr. Snyder?
La aportación de Snyder como historiador es bien pobre. Nada de lo que nos cuenta sobre la accesión al poder, tanto de Hitler como de Lenin, aporta algo que desconociéramos la generalidad de las personas. Parte de lo que llama “obediencia anticipatoria” que, en principio, consiste en “adaptarse instintivamente, sin reflexionar, a la nueva situación”. El libro no lo olvidemos da lecciones dirigidas sin duda al mundo norteamericano. ¿Cuál es la nueva situación a la que alude como peligro actual? Evidentemente el triunfo republicano en las elecciones de 2016. No podemos olvidar que este libelo es muy doméstico, preocupado únicamente por los hechos que afectan a los usacos, como algunos los denominan. Los primeros capítulos (o, perdón, “lecciones”) crean un clima de alarma: cuidado con los símbolos, cuidado con los partidos únicos, cuidado con las instituciones en peligro… algo inconcebible en un país claramente bipartidista y en el que el único símbolo popular es la mano en el pecho durante los himnos nacionales.
Presentados los problemas reales, Snyder aborda ya de forma directa al individuo: “La vida es política, no porque al mundo le importe lo que sientas tú, sino porque el mundo reacciona a lo que tu hagas” (con perdón: esto es lo que pudo hacer dicho Hitler en las manifestaciones nazis de Nuremberg, simple movilización del “pueblo”). Se le exige al individuo rectitud; al profesional, una actitud ética; a la policía, responsabilidad en el uso de las armas. Al hilo de todo ello, se recuerdan las procesiones con antorchas del nazismo, algo que forma parte del apocalíptico futuro que pronto va a presentar. Se equivoca en parte cuando pide al individuo que se desmarque del resto, emulando la imagen de Rosa Parks, la mujer que se negó en Montgomery a ceder su asiento a un blanco. Pero, ante unas elecciones como las de 2016 ¿quiénes son los que se desmarcan de las corrientes imperantes? ¿Quién es blanco y quién es negro?
Cuando llega a la “lección 9” se incurre ya en lo ridículo: diferencia tus frases y tus formas de hablar, aunque contradigas a todo el mundo. Y añade. “Haz un esfuerzo por distanciarte de Internet. Lee libros”. Y lo dice desde un libro. Todos sabíamos que Internet es como el árbol del paraíso en que se albergan el bien y el mal. Su actitud sólo se puede mantener con la siguiente de sus lecciones: “cree en la verdad”. Uno no puede sino exclamar: “olé mi niño”. Snyder se remite a las cuatro formas de matar la verdad a las que se refiere Víctor Klemperer, un judío alemán que terminó siendo una figura cultural de la Alemania del Este y parlamentario como delegado del Sindicato cultural.
La primera de esas maneras es presentar las mentiras como si fueran hechos, Y entonces Snyder afirma: “El presidente lo hace con enorme frecuencia y a toda velocidad. Durante la campaña presidencial de 2016, en un intento de verificar sus declaraciones se descubrió que el 78% de sus afirmaciones fácticas eran falsas”. De prueba de esa acusación, nada, por descontado. La segunda manera es “el encantamiento chamánico”; prueba aducida: el uso sistemático de motes como el de “Crooked Hillary” (la deshonesta Hillary), pero los dos se hicieron millonarios, uno en los negocios: otra, en la política. La tercera forma es la del “pensamiento mágico”, es decir, la aceptación descarada de las contradicciones; ejemplo máximo es la de reducir impuestos incrementando las políticas sociales y defensa, una realidad posible tantas veces evidenciada. La cuarta es “la fe que se deposita en quienes no la merecen”. El gran problema es que todo se hace utilizando unas consideraciones de Klemperer sobre una realidad muy distinta de la norteamericana de 2016, como era el nacionalsocialismo boyante de los años 30 que Klemperer vivió (y sobrevivió gracias a su matrimonio con una mujer aria).
Snyder inicia a continuación otra fase: la adulación del lector: tú puedes conocer, tú puedes saber, tú puedes romper con lo que te dicen, tú puedes tener acceso a la verdad. La entradilla a la considerada lección 11ª es expresiva: “Comprende las cosas por ti mismo. Dedica más tiempo a los artículos largos. Financia el periodismo de investigación suscribiéndote a los medios impresos. Sé consciente de que una parte de lo que se ve en Internet está ahí para perjudicarte…” Afirmará a continuación, sin indiciar nunca que se refiere a Trump quien “al igual que los líderes de los regímenes autoritarios, prometió abolir la libertad de expresión con leyes que impidieran sus críticas. Al igual que Hitler, el presidente utilizaba la palabra mentira para designar todas aquellas afirmaciones objetivas que no eran de su agrado, y presentaba el periodismo como una campaña en su contra”. Snyder es ciertamente sutil: evita la palabra mentiras y se limita a calificarlas como falsas afirmaciones fácticas. “La posverdad es el prefascismo”. Es curioso que Snyder invoque una y otra vez el pensamiento de Hannah Arendt y al del checo Václav, escritos ante (o mejor, bajo) las crudas realidades nazi y comunista.
Que Timothy Snyder diga estas cosas puede estar justificado porque se dirija a un sector muy peculiar como es el norteamericano, no tanto al profundo, sino al neoyorkino a la page. Lo sorprendente es que todo tenga una amplia acogida no solamente en la exultante y vencida oposición demócrata, sino en la prensa occidental, incluida la española. Creo que la recomendación de ese libro la encontré en una publicación tan alejada a toda sospecha (¿o no?) como el ABC. Uno sabe lo que es Trump. Un presidente elegido por el pueblo de su país. Sabe lo radical de sus planteamientos (puro póker) y la peligrosidad de sus resultados (riesgo para el éxito y el fracaso). Uno se asombra de la confluencia de críticas, no tanto sobre sus resultados, sino sobre su simple éxito electoral. Algo que un sentido básico democrático aceptaría. ¿Qué sucede para que exista una reacción tan generalizada hacia Trump, el “presidente” como diría en un torpe encriptado Snyder? Uno se atendría al consejo clásico: “por sus obras los reconoceréis” ¿y qué datos hay para relacionar al gobierno de Trump con la tiranía?
Uno no sabe lo que destacar en el este pequeño libro: si su intención tan distante de la información, si su insustancialidad reflejada en los antecedentes de las diferentes “lecciones”, si su palpable intención de adoctrinamiento de masas, si su defensa (inviable) de la candidatura alternativa de 2016, la de Hillary Hilton, que curiosamente había sabido conciliar sus manifestaciones de género con el asunto Lewinsky, pero que dejó atrás su derrota de Onward Together, una organización de acción política dedicada a recaudar fondos para grupos políticos progresistas.
En suma, uno ve en este libro más que un pobre ejercicio de adoctrinamiento. Por descontado, uno no precisa coincidir con la totalidad de la actitud de Trump, pero requiere la valentía mínima de nombrarle. La verdad: ¿esto merece ser calificado como libro? Sinceramente, yo creo que no.
“Sobre la tiranía. Veinte lecciones que aprender del siglo XX” (150  págs.) es un libro escrito por Timothy Snyder en 2017 y publicado en España ese mismo año por Galaxia Gutenberg.

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