Llegué a
Ernesto Milá, casualmente, leyendo un libro suyo sobre la emigración. Al
comentarlo, dejé constancia de la adscripción de este autor a lo que podemos
llamar extrema derecha. Eso hizo especialmente interesante conocer su
pensamiento en un libro de título tan provocativo como el de éste. Curiosamente
no parece haber nada en el libro que siguiera esa adscripción. Son reglas que
valen para todas las tendencias políticas que aspiren al éxito a través del
cambio social. Señala las reglas para triunfar en esa lucha, con total abstracción
del sentido de las ideas que se profesen
Pero, junto a
eso, había otro factor que aumentaba el interés por el libro una vez leído:
habían transcurrido diez años desde su publicación en 2008. Podemos no sería
fundado sino en 2014; el movimiento 15M de los indignados de 2011 aún no se
había producido; Ciudadanos es citado en el libro como un partido “flash” que
en 2006 había conquistado tres escaños en el parlamento catalán. Pasan apenas
diez años en los que estalla la crisis económica que hunde al PSOE, otorga al
PP una mayoría absoluta que desprecia, y Podemos y Ciudadanos surgen como dos
nuevos partidos que se codean con PSOE y PP. Son hechos que no desmienten las
afirmaciones contenidas sobre la lucha política en el libro de Milá que, por
otra parte, nunca trata de hacer predicciones.
El libro es
breve, porque está escrito de forma muy directa, constituyendo casi un tratado
de instrucciones. Pero, quizá por esa brevedad, está complementado por tres
anexos. El más interesante de ellos es el primero, referido a la incidencia de
la aparición de Internet en la lucha político. El tono del libro suena
amenazante “La política es lucha, creación,
destino”. Se refiere, claro, a lo que llama “gran política”. La pequeña política será la que responde a una
simple gestión, honesta o deshonesta, de los fondos públicos. Quien como centroderecha
opta por votar al PP, o como centroizquierda lo hace al PSOE no buscan sino la
pequeña política. Y este libro se dirige a los que la rechazan. Va también
dirigida a aquellos que practicando la
‘apolitia’ se sienten tentados por irrumpir en el mundo de la política decir “basta”.
La ‘apolitia’ griega nos aclara debe entenderse “no como desinterés por la política, sino como distanciamiento hacia la
misma”. Búsqueda en definitiva de la
regeneración del Estado y la política.
Milá nos dice: “Esta obra no puede leerse como se lee una novela
o un relato históricos ES otra cosa: hay que estudiarlo en su totalidad. No
basta con aplicar unas partes y renunciar a otras. En su conjunto esta obra
forma un todo coherente y homogéneo y expone técnicas distintas apoyándose unas
en otras.”
El instrumento
preciso para la lucha política es lo que Milá llama “Movimiento político”, cuyos elementos necesarios son seis: 1) Doctrina
y Programa, 2) Clase Política Dirigente, 3) Objetivos Políticos, 4) Estrategia,
5) Táctica y 6) Criterio organizativo.
Comenzado por
la doctrina (“conjunto de principios en función
de los cuales un movimiento político enuncia los objetivos finales que pretende
alcanzar y establece una visión del mundo, de la sociedad del Estado y de las relaciones
entre los seres humanos”), tras de destacar las características que debe
tener, indica que el programa no es sino “la
aplicación práctica de los principios doctrinales”. El programa puede cambiar;
la doctrina, nunca. De ahí que puedan existir programas abiertos, cerrados, sumarios
y sofisticados, categorías que define pero que siempre deben evitar las clásicas
tentaciones: oportunismo, sectarismo, arcaísmo, populismo y confusionismo.
Un concepto que
introduce Milá como básico es el de fuerza social (“influencia que un movimiento adquiere sobre la población”. Lo hace
con una ecuación: Fuerza Social = Agitación x Propaganda x Organización (FS = A
x P x O), Obviamente si un factor tiene un valor 0, también sea nula la fuerza
social. Y pone ejemplos en los que la reducción de la importancia de uno de sus
factores redujo paralelamente su fuerza social: el carlismo (mínimos de A y P),
la Falange Española (mínimos de P y O) y el PCE de los años 70 (mínimos de los
3 factores). Es curioso que agregue: ”…el
PP y el PSOE, nunca han realizado tareas de agitación y propaganda, entonces ¿a
qué se debe que tengan fuera social?” Y se contesta el propio libro: “En realidad no la tienen, lo que tienen es
fuerza electoral”, que es muy distinto, algo que se adquiere con grandes inversiones económicas. Recordemos la
fecha en que se escribe el libro.
Tras referirse
a las relaciones entre masa y pueblo y al fenómeno amenazante de la masificación
“como proceso definitivo y desintegrador”,
Milá aborda los conceptos de Agitación y
Propaganda. Agitación es “el conjunto de técnicas
de acción psicológica que incita a la población a tomar partido por una determinada
causa”. Propaganda es “el conjunto de
técnicas que permiten difundir en algunos individuos o sectores de la masa
ideas fundamentales y valores positivos”. Ambos conceptos están siempre interrelacionados,
pero la agitación precede a la propaganda. Distinto es el viejo Agit-Prop
creado por Lenin y que “es la ‘propaganda
de la agitación’ que consiste en incluir en la población a través del arte y la
literatura”.
El acercamiento
de las masas al movimiento político (la finalidad de la agitación y la propaganda)
debe conseguirse persiguiendo tres uniones: 1) lo particular con lo global; 2)
el movimiento con las masas y 3) la teoría con la práctica. Todo se explica pormenorizadamente,
alcanzando claramente el libro el carácter de “manual de lucha” con que se
intitula. Con ello se concede la debida importancia al análisis político que permita
conocer el terreno, en sus condiciones objetivas, subjetivas y voluntaristas.
Se diría que el
autor tiene presente la realidad española del momento de su publicación (desprestigio
de los portavoces, percepción de problemas, deseo de cambio, insolidaridad…) y
que esa realidad, tristemente, persiste.
Una parte interesante
del libro es la referida al papel de la educación política. Un movimiento político
no puede educar a la población mientras no acceda al poder, pero tiene la
necesidad de “educar a sus militantes y
simpatizantes en los contenidos de su proyecto político”. Y para
llegar a ese resultado tiene dos
opciones: asumir directamente esa educación (Escuela de Cuadros) o externalizarla
(Think-tank o laboratorio de ideas). Meticulosamente distingue los tribunos,
los activistas, los burócratas y los intelectuales y el tipo de formación que reciben,
requiriendo en todo caso capacidad de comunicación. La impartida por los
partidos españoles no merece el aplauso de Milá: “Todos estos opinadores, partidos, tertulianos, funcionarios de partido,
políticos profesiones y demás ’enteraos’ nos hablan del fenómeno que toca, pero
ni siquiera son capaces de llegar al fondo de la cuestión”. Lo malo es que
coincide básicamente con la impresión que uno tiene y que comparte con buena parte
de los españolitos.
“Detrás de todo esto lo que encontramos es,
bien falta de información y necesidad de información veraz, o bien exceso de información
e incapacidad para tamizarla, seleccionarla y ordenarla”. Es una afirmación
a la que sigue a esta otra: ”Pocos son
los que reconocen que no se sabe gran cosa de los autores del 11-M”. No es mucho
mejor el juicio que le merecen los laboratorios de ideas (think-tanks) los
cuales “no son círculos culturales…
porque no pretenden hacer cultura”, “no
buscan el poder sino solamente situarse bien en relación con el mismo y ofrecerle
ideas y asesoramiento”.
A partir de aquí,
el libro va a incluir tres pequeños apéndices. Pero antes parece conveniente destacar
dos cosas que me han sorprendido en su lectura. La primera de ellas es que,
pese a su inclinación de su autor hacia la extraña derecha que refleja
Wikipedia, Milá lo que hace es realmente escribir una serie de normas (un ‘manual’
en realidad) de cómo luchar en el campo político,
pero lo hace de una forma rigurosamente aséptica y neutral. Estaríamos así ante
un manual válido para todos los partidos políticos (movimientos) que pretendan
alcanzar el poder. La segunda está de alguna forma ligada a esta primera.
Consiste en que el manual no es un manual revolucionario, sino que rechaza la
revolución como método de llegar al poder, al tiempo que defiende su cambio a través
de lo que llama gradualismo. Con ello rechaza tanto la idea del golpe de Estado
a lo Curzio Malaparte, como la especial preparación prerrevolucionaria que Gramsci,
por ejemplo, preconiza. Afirmaciones que tenemos que compatibilizar con la
radicalidad y contundencia de las medidas propuestas en el manual.
Dicho esto,
podemos referirnos a los anexos ya mencionados. El primero analiza el impacto
que la existencia de Internet y su difusión creciente en la sociedad actual. Indudablementet
ese hecho ha variado el esquema en que se movían muchas cosas, casi todas. La postura
de Milá es peculiar: “Pueden cambiar las tácticas
y los instrumentos de agitación y propaganda. Puede cambiar la sociología de
las poblaciones y su disponibilidad, puede incluso cambiar la legalidad, pero
los ejes centrales de nuestro análisis permanecen siempre constantes” . Lo
realmente nuevo es la degradación de la democracia en partitocracia.
El segundo de
los anexos, absolutamente variopinto, se refiere a algunos aspectos estratégicos.
El tercero se titula “La búsqueda de un
modelo” y, tras analizar diversos movimientos que ha presenciado Europa en
el siglo XX, se enfrenta a un futuro que presenta de una absoluta negrura: una
esclerosis que conducirá al derrumbamiento final. La densidad de estos
comentarios hace imposible seguirlos. En general toda la obra es una condensación
de ideas que constituyen, efectivamente, un manual de lucha política.
En suma, un
libro tan inquietante como lúcido.
“Manual de lucha política (198 págs.)
es un libro del que es autor Ernesto Milá en 2008 y publicado por EMInves en
febrero de dicho año.
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