viernes, 23 de agosto de 2019

Antonio Socci : “El secreto de Benedicto XVI. Por qué sigue siendo papa”.


La figura anciana de Benedicto XVI induce a compasión en ocasiones, sobre todo cuando se le aprecia su actual dificultad de movimientos. Es por otra parte la figura de un pontífice que renuncia a su cargo y que da paso a la más que difícil sustitución de un alemán por un argentino. Pero precisamente es lo que este libro viene a cuestionar: ¿ha renunciado realmente al papado? Uno diría que sí, pero Socci afirma que no y examinar los argumentos que aduce para ello es uno de los atractivos del libro ¿Convencen?
Antonio Socci es un periodista italiano, nacido en 1959 por lo que, llegado a la barrera de los 60 años, debe concedérsele una cierta madurez o consolidación de pensamiento. Ha trabajado siempre en el campo de la prensa, aunque posteriormente también ha colaborado en espacios televisivos y en centros de enseñanza como la Escuela Superior de Periodismo Televisivo de Siena, que dirige. Es autor, al día de hoy, de unos 15 libros, centrados en temas religiosos, en donde deja constancia de un sesgo pesimista y apocalíptico. Es además el alma mater de un blog: “adelantelafe.com”. Adelantemos que se refleja él una clara oposición a Bergoglio; para salvar mi intento de ecuanimidad, podemos citar otro que tiene el sentido contrario “yorezoXelpapa.com”. Ambas ofrecen un reflejo curioso de la realidad de la Iglesia dividida en los momentos actuales.
En todo caso hay que convenir en que Antonio Socci es apasionado. Y hay temas en los que se puede estar convencido, pero hay que evitar el apasionamiento, porque éste oculta muchas veces la convicción acertada.
El libro se inicia con esta frase: “La santa Madre Iglesia se encuentra ante una crisis sin precedentes en toda su historia”. Dos párrafos adelante indica: “El módulo del drama, más amplio y profundo, es la crisis de credibilidad del papado de Jorge Mario Bergoglio, origen de una inmensa confusión entre los fieles y el inminente riesgo de desviaciones de la doctrina católica que podría llevar a la cristiandad a la apostasía o el cisma”. Y añade poco más adelante que esta amenaza “afecta también a la sociedad entera”. Uno agregaría: a la occidental. ¿Estás todavía ahí o no?
A partir de ahí, Socci va a defender “el sacrificio eucarístico cotidiano” como el exorcismo que tratará de impedirlo. Y abunda la referencia a “la falta de fe, del modernismo y la apostasía que invaden incluso el mundo eclesiástico”. No falta la expresión que define la nueva situación geopolítica: “una globalización neocapitalista que es ideológicamente anticatólica”.
La cosa la remonta al Edicto de Constantino del 313. Que derivó en “la contaminación imperial, es decir, la herejía arriana”. Fue el pulso de siglos entre el César y Dios, tan mal representado tantas veces. Pero Socci coloca su mirada, lo que se agradece, en el momento más próximo. ¿Qué dice que ha sucedido? Porque la Iglesia Católica y el papado resistieron los embates luteranos, las presiones napoleónicas, logró en definitiva lograr una posición política que ”la protegiera en su misión de evangelización y santificación, sin desnaturalizar su doctrina, su misión y su identidad. La cosa acabó tras la segunda Guerra mundial.
El libro indica que de 1945 a 1990, la Iglesia tuvo la protección de los Estados Unidos, que la consideraban un “muro fundamental” en la guerra fría. Cuando llega la caída del comunismo en Rusia, acaba esa especial protección. Si se mantuvo algún tiempo más que la democracia cristiana italiana fue gracias al carisma de San Juan Pablo II. Éste “se negó a transformarse en una capellanía de la Casa Blanca”. Criticó incluso la guerra de Irak emprendida por Bush jr. Socci expone con claridad: “Después el juego se volvió más duro. Con la presidencia de Barack Obama / Hillary Clinton en continuidad con las presidencias de Bill Clinton de los años noventa se impuso a escala planetaria una ideología laicista disfrazada de ideología ‘politically correct’, que apoyaba la hegemonía mundial de los Estados Unidos y la globalización mundial. Así el pontificado de Benedicto XVI se convirtió en un obstáculo”.
La nueva agenda política impuesta por Obama y los demócratas supondrá “una verdadera dictadura del relativismo”. Estados Unidos pretenderán convertir la iglesia católica en algo parecido a las confesiones luteranas del norte de Europa. “Benedicto XVI era quizás el único que tenía conciencia de la situación desde el comienzo de su pontificado”. Cuando en la misa primera de su pontificado dice “Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos”, Socci se pregunta ¿Quiénes son los lobos?
En el libro se detalla minuciosamente la forma en que Benedicto XVI anticipó el análisis de que sucedía en el mundo. Obama recreó la imagen de una Rusia beligerante, alentó las primaveras árabes y cooperó con las revoluciones de colores, tratando de que incluso prosperaran en el seno de la Iglesia. Ante todo ese acoso hay que pensar que Benedicto XVI dimitió acosado. Socci lo niega terminantemente. El propio dimisionario declaró que “la suya fue una decisión libre”, “nadie intentó chantajearme
Sigue después una serie de consideraciones sobre cuestiones geopolíticas, demasiado complejas para ser aquí expuestas, pero que se sustancian en la oposición, un tanto artificial, creada entre los EEUU y Rusia. Fruto de ellas es el intento de debilitar la Iglesia ortodoxa rusa, con la que Benedicto XVI, por su parte, intenta mantener una correcta relación.
Una vez descrita la situación en la que se encuentra la Iglesia, atacada y en parte dividida, Socci abre una segunda parte con el sugerente título: “Lo que no se entendió: Benedicto Papa para siempre”. Y se centra en las palabras de despedida del 11 de febrero de 2012 para preguntarse  ¿Realmente dimitió del papado, volviendo a los que era antes, como hizo Celestino V? ¿O se puede considerar que lo suyo fue un retroceso táctico por una cusa de fuerza mayor?”. La contestación de Socci es clara: “su intención… no era la de no ser ya papa”. Y aquí nos ofrece una serie de argumentos en favor de esa tesis, incluyendo no obstante a palabras de Benedicto XVI en que éste alude a un “para siempre”. Lo que supera distinguiendo a una “separación entre ministerio activo y ministerio contemplativo”.
En favor de la tesis, el libro alude a los “episodios simbólicos que alimentan la persuasión de que tenemos que lidiar con dos papas”, pese a que Bergoglio repitió que “Hay un sólo papa”. Los argumentos no son decisivos, siendo el más importante la institución del título de “papa emérito”. Uno se fija, sin embargo, en la palabra persuasión que ha utilizado el autor anteriormente; son muchas las disquisiciones que lleva a cabo y los testimonios y criterios que invoca, pero sobre todos ellos parece pesar la persuasión de que sólo Benedicto XVI desde su posicion de papa emérito es el único capaz de salvar la Iglesia, porque se ha reservado “la esencia espiritual del ministerio petrino”. Los argumentos que aporta Socci conmueven por su fe y encuentran su apoyo en esta frase aportada por Muller, Gänswein y Seewald: “el paso que di no fue una huida, sino justamente otro modo de permanecer en mi ministerio”. Aunque no se oculta la de Hans Küng, su tradicional enemigo: “ Ahora está claro que la dimisión pone en marcha la desmitificación del misterio pontificio”.
¿Dónde radica el poder de Ratzinger?. Simplemente en la oración. Añade el libro la referencia a los numerosos escritos y libros donde ha dejado la impronta de su pensamiento. Sigue defendiendo la Santa Misa y la Eucaristía, hoy cuestionadas. Las relaciones con Bergoglio son objeto de un peculiar análisis, no precisamente favorable al segundo.
Hay dos temas, quizá un tanto marginales, en los que Socci se sumerge y refocila: la tercera profecía de la Virgen de Fátima y la profecía de San Malaquías. El autor del libro es un estudioso, y por consiguiente experto, de los mensajes de la Virgen de Fátima, especialmente, en el tercero, destinado al conocimiento del Papa y hoy más o menos revelado. Dedica páginas a defender su contenido y a mantener la realidad de las amenazas que contiene. Bueno, amenazas o anuncios, dependiendo de la forma en que se les mire. En mi modesto juicio deben tomarse, a lo sumo, como admoniciones intemporales. Las indicaciones que pudieran hacerse en tiempos de la primera guerra mundial (es decir, europea entones) o cuando triunfaba la revolución marxista rusa, ha seguido siempre aplicables en tiempos posteriores, pero siempre acomodadas a las contingencias de cada época. Pero la idea de Socci merece todo respeto.
Por lo que a la profecía de San Malaquías se refiere, uno siempre ha sentido un especial afecto y una cierta atracción por la profecía de San Malaquías. La conocí en la segunda parte del antiguo bachillerato. Era contundente y aparentemente clara. Asustaba al todavía escolar. El mensaje que se recibía es que quedaba sólo un corto número de papas representados por unas divisas progresivamente ambiguas. Pero pasaron Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y nos encontramos en la última divisa, la de “Pedro Romano”. La gente se resiste a que llegue realmente el fin: llueve, pero escampará. Y hablan, no del fin del mundo, sino de la desaparición de la idea actual de la Iglesia, o la misma del Papado. En el libro se da cumplida información sobre las génesis de la profecía y de los ataques y defensa de que ha sido objeto, explicaciones marginales incluidas. Y nos enfrentamos al final a la correspondencia de Pedro Romano con Bergoglio.
Siempre, como fondo del libro, está la razón de la renuncia de Benedicto XVI para limitarse a escribir rezar por los jardines. La gran razón es la de estar la Iglesia en “la hora de las tinieblas”. Algo que parece extenderse en todo el mundo. El salvador: Ratzinger desde su “emeritez”. El remedio: la oración. Uno es más pesimista. Volamos sin piloto. Un libro para caminar con ideas propias, inmunes a sugerencias ajenas. Porque también el mismo libro habla con ideas propias.
“El secreto de Benedicto XVI. Por qué sigue siendo papa” (… págs.) es un libro escrito por Antonio Socci y publicado por Mondadori en Italia en 2018 y, traducido al español por Homo Legens

No hay comentarios:

Publicar un comentario