La figura
anciana de Benedicto XVI induce a compasión en ocasiones, sobre todo cuando se
le aprecia su actual dificultad de movimientos. Es por otra parte la figura de
un pontífice que renuncia a su cargo y que da paso a la más que difícil
sustitución de un alemán por un argentino. Pero precisamente es lo que este
libro viene a cuestionar: ¿ha renunciado realmente al papado? Uno diría que sí,
pero Socci afirma que no y examinar los argumentos que aduce para ello es uno
de los atractivos del libro ¿Convencen?
Antonio Socci
es un periodista italiano, nacido en 1959 por lo que, llegado a la barrera de
los 60 años, debe concedérsele una cierta madurez o consolidación de pensamiento.
Ha trabajado siempre en el campo de la prensa, aunque posteriormente también ha
colaborado en espacios televisivos y en centros de enseñanza como la Escuela
Superior de Periodismo Televisivo de Siena, que dirige. Es autor, al día de
hoy, de unos 15 libros, centrados en temas religiosos, en donde deja constancia
de un sesgo pesimista y apocalíptico. Es además el alma mater de un blog:
“adelantelafe.com”. Adelantemos que se refleja él una clara oposición a
Bergoglio; para salvar mi intento de ecuanimidad, podemos citar otro que tiene
el sentido contrario “yorezoXelpapa.com”. Ambas ofrecen un reflejo curioso de
la realidad de la Iglesia dividida en los momentos actuales.
En todo caso
hay que convenir en que Antonio Socci es apasionado. Y hay temas en los que se
puede estar convencido, pero hay que evitar el apasionamiento, porque éste
oculta muchas veces la convicción acertada.
El libro se inicia
con esta frase: “La santa Madre Iglesia se encuentra ante una crisis sin precedentes
en toda su historia”. Dos párrafos adelante indica: “El módulo del drama,
más amplio y profundo, es la crisis de credibilidad del papado de Jorge Mario
Bergoglio, origen de una inmensa confusión entre los fieles y el inminente
riesgo de desviaciones de la doctrina católica que podría llevar a la cristiandad
a la apostasía o el cisma”. Y añade poco más adelante que esta amenaza “afecta
también a la sociedad entera”. Uno agregaría: a la occidental. ¿Estás
todavía ahí o no?
A partir de ahí,
Socci va a defender “el sacrificio eucarístico cotidiano” como el
exorcismo que tratará de impedirlo. Y abunda la referencia a “la falta de
fe, del modernismo y la apostasía que invaden incluso el mundo eclesiástico”.
No falta la expresión que define la nueva situación geopolítica: “una
globalización neocapitalista que es ideológicamente anticatólica”.
La cosa la
remonta al Edicto de Constantino del 313. Que derivó en “la contaminación
imperial, es decir, la herejía arriana”. Fue el pulso de siglos entre el
César y Dios, tan mal representado tantas veces. Pero Socci coloca su mirada,
lo que se agradece, en el momento más próximo. ¿Qué dice que ha sucedido?
Porque la Iglesia Católica y el papado resistieron los embates luteranos, las
presiones napoleónicas, logró en definitiva lograr una posición política que ”la
protegiera en su misión de evangelización y santificación, sin desnaturalizar
su doctrina, su misión y su identidad. La cosa acabó tras la segunda Guerra
mundial.
El libro indica
que de 1945 a 1990, la Iglesia tuvo la protección de los Estados Unidos, que la
consideraban un “muro fundamental” en la guerra fría. Cuando llega la caída del
comunismo en Rusia, acaba esa especial protección. Si se mantuvo algún tiempo
más que la democracia cristiana italiana fue gracias al carisma de San Juan
Pablo II. Éste “se negó a transformarse en una capellanía de la Casa Blanca”.
Criticó incluso la guerra de Irak emprendida por Bush jr. Socci expone con
claridad: “Después el juego se volvió más duro. Con la presidencia de Barack
Obama / Hillary Clinton ―en continuidad con las presidencias de
Bill Clinton de los años noventa― se impuso a escala planetaria una
ideología laicista disfrazada de ideología ‘politically correct’, que apoyaba
la hegemonía mundial de los Estados Unidos y la globalización mundial. Así el
pontificado de Benedicto XVI se convirtió en un obstáculo”.
La nueva agenda
política impuesta por Obama y los demócratas supondrá “una verdadera dictadura
del relativismo”. Estados Unidos pretenderán convertir la iglesia católica
en algo parecido a las confesiones luteranas del norte de Europa. “Benedicto
XVI era quizás el único que tenía conciencia de la situación desde el comienzo
de su pontificado”. Cuando en la misa primera de su pontificado dice “Rogad
por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos”, Socci se pregunta
¿Quiénes son los lobos?
En el libro se
detalla minuciosamente la forma en que Benedicto XVI anticipó el análisis de
que sucedía en el mundo. Obama recreó la imagen de una Rusia beligerante,
alentó las primaveras árabes y cooperó con las revoluciones de colores, tratando
de que incluso prosperaran en el seno de la Iglesia. Ante todo ese acoso hay
que pensar que Benedicto XVI dimitió acosado. Socci lo niega terminantemente.
El propio dimisionario declaró que “la suya fue una decisión libre”, “nadie
intentó chantajearme”
Sigue después
una serie de consideraciones sobre cuestiones geopolíticas, demasiado complejas
para ser aquí expuestas, pero que se sustancian en la oposición, un tanto
artificial, creada entre los EEUU y Rusia. Fruto de ellas es el intento de debilitar
la Iglesia ortodoxa rusa, con la que Benedicto XVI, por su parte, intenta mantener
una correcta relación.
Una vez descrita
la situación en la que se encuentra la Iglesia, atacada y en parte dividida,
Socci abre una segunda parte con el sugerente título: “Lo que no se entendió:
Benedicto Papa para siempre”. Y se centra en las palabras de despedida del
11 de febrero de 2012 para preguntarse “¿Realmente
dimitió del papado, volviendo a los que era antes, como hizo Celestino V? ¿O se
puede considerar que lo suyo fue un retroceso táctico por una cusa de fuerza mayor?”.
La contestación de Socci es clara: “su intención… no era la de no ser ya
papa”. Y aquí nos ofrece una serie de argumentos en favor de esa tesis, incluyendo
no obstante a palabras de Benedicto XVI en que éste alude a un “para siempre”.
Lo que supera distinguiendo a una “separación entre ministerio activo y
ministerio contemplativo”.
En favor de la
tesis, el libro alude a los “episodios simbólicos que alimentan la
persuasión de que tenemos que lidiar con dos papas”, pese a que Bergoglio
repitió que “Hay un sólo papa”. Los argumentos no son decisivos, siendo
el más importante la institución del título de “papa emérito”. Uno se fija, sin
embargo, en la palabra persuasión que ha utilizado el autor anteriormente; son
muchas las disquisiciones que lleva a cabo y los testimonios y criterios que
invoca, pero sobre todos ellos parece pesar la persuasión de que sólo Benedicto
XVI desde su posicion de papa emérito es el único capaz de salvar la Iglesia,
porque se ha reservado “la esencia espiritual del ministerio petrino”.
Los argumentos que aporta Socci conmueven por su fe y encuentran su apoyo en
esta frase aportada por Muller, Gänswein y Seewald: “el paso que di no fue
una huida, sino justamente otro modo de permanecer en mi ministerio”. Aunque
no se oculta la de Hans Küng, su tradicional enemigo: “ Ahora está claro que la
dimisión pone en marcha la desmitificación del misterio pontificio”.
¿Dónde radica
el poder de Ratzinger?. Simplemente en la oración. Añade el libro la referencia
a los numerosos escritos y libros donde ha dejado la impronta de su pensamiento.
Sigue defendiendo la Santa Misa y la Eucaristía, hoy cuestionadas. Las
relaciones con Bergoglio son objeto de un peculiar análisis, no precisamente
favorable al segundo.
Hay dos temas,
quizá un tanto marginales, en los que Socci se sumerge y refocila: la tercera profecía
de la Virgen de Fátima y la profecía de San Malaquías. El autor del libro es un
estudioso, y por consiguiente experto, de los mensajes de la Virgen de Fátima,
especialmente, en el tercero, destinado al conocimiento del Papa y hoy más o
menos revelado. Dedica páginas a defender su contenido y a mantener la realidad
de las amenazas que contiene. Bueno, amenazas o anuncios, dependiendo de la
forma en que se les mire. En mi modesto juicio deben tomarse, a lo sumo, como
admoniciones intemporales. Las indicaciones que pudieran hacerse en tiempos de
la primera guerra mundial (es decir, europea entones) o cuando triunfaba la
revolución marxista rusa, ha seguido siempre aplicables en tiempos posteriores,
pero siempre acomodadas a las contingencias de cada época. Pero la idea de
Socci merece todo respeto.
Por lo que a la
profecía de San Malaquías se refiere, uno siempre ha sentido un especial afecto
y una cierta atracción por la profecía de San Malaquías. La conocí en la
segunda parte del antiguo bachillerato. Era contundente y aparentemente clara. Asustaba
al todavía escolar. El mensaje que se recibía es que quedaba sólo un corto
número de papas representados por unas divisas progresivamente ambiguas. Pero
pasaron Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto
XVI. Y nos encontramos en la última divisa, la de “Pedro Romano”. La gente se
resiste a que llegue realmente el fin: llueve, pero escampará. Y hablan, no del
fin del mundo, sino de la desaparición de la idea actual de la Iglesia, o la
misma del Papado. En el libro se da cumplida información sobre las génesis de
la profecía y de los ataques y defensa de que ha sido objeto, explicaciones
marginales incluidas. Y nos enfrentamos al final a la correspondencia de Pedro
Romano con Bergoglio.
Siempre, como fondo
del libro, está la razón de la renuncia de Benedicto XVI para limitarse a escribir
rezar por los jardines. La gran razón es la de estar la Iglesia en “la hora
de las tinieblas”. Algo que parece extenderse en todo el mundo. El
salvador: Ratzinger desde su “emeritez”. El remedio: la oración. Uno es más
pesimista. Volamos sin piloto. Un libro para caminar con ideas propias, inmunes
a sugerencias ajenas. Porque también el mismo libro habla con ideas propias.
“El secreto de Benedicto XVI. Por
qué sigue siendo papa” (… págs.) es un libro escrito por Antonio Socci y
publicado por Mondadori en Italia en 2018 y, traducido al español por Homo
Legens
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