lunes, 8 de octubre de 2018

Eric Frattini : ”Los cuervos del Vaticano. Francisco en la encrucijada”


Empiezo a escribir esto el 28 de septiembre de 2018. Un día en el que coinciden dos hechos un tanto peculiares. Por un lado, se me ocurre hurgar entre los libros comprados hace algún tiempo y que apenas ojeé o ni siquiera abrí; me encuentro con el que ahora comento, un libro que registró en 2012 Eric Frattini, fundamentalmente ensayista, periodista y escritor peruano-español. Sin embargo, uno se encuentra con el problema de que Bergoglio fue elegido el 13 de marzo de 2013. Como en tantas otras ocasiones (y que Dios la conserve así de fiable) Wikipedia nos ofrece con su información la solución de esa antinomia: el libro fue publicado en 2012 (ISBN 978-84-670-0939-2) con el subtítulo “Benedicto XVI en la encrucijada”, el que ahora se comenta recoge ese otro “Francisco en la encrucijada”. Y en la parte inferior de la portada anuncia: “Los secretos de la elección del cardenal Bergoglio”. El hecho cierto es que en esta versión de 2014 se introduce una referencia a la lección de Bergoglio como 266º papa y unos capítulos finales que se refieren a la renuncia de Benedicto XVI, quizá los más interesantes del libro.
La segunda circunstancia que confluye para resultarme interesante adentrarme en este libro es la noticia que hoy nos llega: Bergoglio excluye del sacerdocio a un sacerdote chileno, Fernando Karadima, acusado de abusos sexuales. El término técnico empleado, al parecer, es “la expulsión del estado clerical”. Lo que habíamos aprendido: “tu es sacerdos in aeternum” se viene abajo. ¿Es ahora también posible “desbautizar”? Eso no lo puede lograr ni la excomunión. Uno se pregunta si el relativismo también amenaza el catolicismo; bueno: el relativismo, el feminismo, el buenismo, el globalismo, la multilateralidad… Es probable que el mayor enemigo sea el viejo fariseísmo.
¿Qué tiene que ver una cosa con otra? Simplemente que, ojeando el índice del libro comentado, uno se encuentra con un capítulo dedicado a “Monseñor Viganò, un “decente” en la corte de San Pedro”. Y justamente hoy se conoce la segunda carta del arzobispo y ex nuncio en los Estados Unidos, Carlo Maria Viganó, a Bergoglio. Viganó al que el libro tacha de “decente” (algo que recuerda al “incorruptible” Robespierre) había manifestado que Bergoglio fue informado por él (como lo fue también Benedicto XVI) de los problemas que planteaba la conducta de Theodor McCarrick, arzobispo emérito de Washington. No hubo contestación clara del Vaticano (Bergoglio recurrió al silencio), y sólo hubo a lo más algunos descalificativos, que ahora se intensifican. Una segunda carta de Viganò en septiembre de 2018 aumenta la tensión al insistir en sus afirmaciones. Contesta ayer el cardenal obispo de Quebec, Marc Ouellet.
Queda así claro que la atención prestada a este libro tiene por objeto comprobar hasta qué punto puede conservar validez lo escrito por Viganò hace varios años. Naturalmente esto pasa por contar el contenido general del libro, cuyo propósito es destacar y colocar en primer plano los defectos y vicios, que llegan hasta el delito, de miembros de la Curia vaticana. Junto a la generalidad del término “curia”, el adjetivo “vaticana” sirve para referirla, según el DRAE, a “la que junto con el papa gobierna la Santa Sede”. Más generalmente es el “organismo administrativo, judicial y de gobierno que despacha los asuntos eclesiásticos”. Todo resulta un tanto vago, sin embargo; lo que contrasta con la idea más o menos intuitiva que tenemos el vulgo de lo que es la Curia, sin más. Y en esa curia es donde anidan los “cuervos del Vaticano” de que habla Frattini.
Dos cosas adicionales hay que adelantar: la Curia, compuesta de buenos y malos, es siempre necesaria o útil y, por ello, surge espontáneamente. Y dos: la Curia vaticana supone el lugar donde convergen peligrosamente lo religioso y sagrado con lo mundano y humano. Una auténtica mezcla explosiva. El cambio de los últimos tiempos, con su profundidad, será simplemente de detonante necesario. Frattini parece excluir de la tormenta lo sagrado (el cristianismo sigue siendo misterio), pero uno tiene serios temores de que esa teoría tiene sus quiebros, vislumbrados en la progresiva dilución del “misterio”.
El libro va de menos a más. Comienza con el duro encuentro de Benedicto XVI con el Vatileaks, una filtración de documentos altamente sensibles, de la que es acusado su mayordomo Paolo Gabriele. A ello se suma la oscura historia del IOR es decir, el Instituto para la Obra Religiosa y sus piruetas financieras. La historia de Paolo Gabriele fue la que más hirió moralmente a Ratzinger, por ser el acusado persona en la que había depositado toda su confianza. Por otra parte, los motivos de esa filtración son oscuros: parecen descartados la codicia económica (no recibió ninguna cantidad) o el afán moralista (denunciar los defectos de la Curia); en cambio tiene algún predicamento la de afirmar que fue manipulado, quizás por los “diplomáticos” de Sedano contra Bertone. La cosa se complicó al acusarse también de la filtración a Josef Clemens (ex secretario de Ratzinger), al cardenal Paolo Sardi (ex vice camarlengo) y a la alemana Ingrid Stampa, ama de llaves de Benedicto XVI. Todo se saldó con una breve estancia de Gabriele en la prisión donde fue visitado y “perdonado” por el papa. Compartió condena el informático de la Oficina de Prensa del Vaticano Sciarpelleti como encubridor.
La historia del IOR es mucho más complicada. Fue un organismo creado en 1942 por Pio XII con unas finalidades que, poco a poco, fueron desvirtuándose hasta desfogarse en el terreno financiero. Según Frattini “Montini es un defensor de cambiar absolutamente las reglas de juego en cuando a materia financiera se refiere y se plantea desarrollar una política agresiva y audaz en el terreno de las inversiones”. A eso se unen las recomendaciones del cardenal norteamericano Spellman. Nos dice Frattini que Montini, ya Pablo VI, toma de decisión de colocar al frente de IOR a Paul Marcinkus, por el que además tiene especial predilección por haberle salvado en dos ocasiones de probables atentados. Y Marcinkus sustituye así a Nogara, que ha llenado las arcas de IOR.
Los problemas se acercan. “Pablo VI decide retirar todas las inversiones de la Santa Sede en Italia y trasladarlas a otros países como Estados Unidos. Para ello utilizan a un hombre llamado Michele Sindona, a quienes las autoridades norteamericanas consideran el “blanqueador de dinero de la mafia”. Recordando a “Casablanca”, comienza “una hermosa amistad” entre Marcinkus y Sindona. Pronto se va a incorporar el tercer compinche: Roberto Calvi. Ante los rumores de las pérdidas que sufre IOR, el Vaticano sustituye a Sindona por Calvi. El primero trata de vengarse del segundo denunciando los tejemanejes del segundo en el Banco Ambrosiano. A todo esto, muere Pablo VI y le sustituye Juan Pablo I que muere también a los 33 días de pontificado tras haber anunciado la víspera su propósito de llevar a cabo una limpieza en el IOR y la Curia. Juan Pablo II ordena a Marcinkus que negocie con Calvi la repatriación de los fondos a Italia, pero éste aparece ahorcado bajo el puente de Blackfriars londinense. Sindona aparece muerto, envenenado, en la cárcel. Aunque Juan Pablo II sigue protegiendo de alguna forma a Marcinkus, éste tiene la enemiga de Casarolli, secretario de Estado. Tras una larga persecución, Marcinkus muere de los 84 años en un hospital de Arizona. “Las causas de su muerte sigue siendo desconocida. Lo cierto es que Marcinkus se llevó muchos secretos a la tumba”, nos dice Frattini.
Todo lo anterior concierne al periodo en el que el IOR se descarría, pero su historia sigue: son las relaciones con la organización masónica Propaganda Due, de las fundaciones fantasma Spellman y San Francisco de Asís, de clientes dedicados a la estafa, de apoyo a campañas electorales de la cristiano democracia de Andreotti, de conversión en una entidad bancaria no sujeta a controles internos ni a directrices internacionales. La intensidad de estos males hace que los papas pongan en marcha instrucciones de regeneración y transparencia. Gotti Tedeschi, que llegará a ser presidente del IOR, manifestará que “esa tarea… chocó frontalmente con el cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone y con el director general del IOR, Paolo Cipriani”. Cuando llegue a ese cargo sus esfuerzos serán inútiles ante esa oposición.
Aparece Viganó, defensor de la transparencia. Dirige cartas reservadas a Benedicto XVI y al propio Bertone denunciando la situación de corrupción y ocultamiento (lo que incluye también los abusos sexuales) que atraviesa la iglesia. Inesperadamente se le envía a Washington. Estamos ya en 2011. Frattini indica: “Viganó sabe que, debido a su lucha contra la corrupción reinante en los departamentos de la Santa Sede tiene las horas contadas en su puesto, algo que realmente sucedió”. En otro lugar recuerda lo que alguien le dijo “…para el Vaticano, todo lo que no es sagrado es secreto. No cabe duda de que tenía razón”.
Pero todo lo anterior, con ser extremadamente grave, no lo es tanto como el progresivo enfrentamiento de los cardenales y de la curia en general. Cuando por fin Ratzinger renuncia, sintiéndose ya incapaz de afrontar y resolver la situación, sigue aún viva la gran división del Vaticano entre dos cardenales: el poderoso salesiano Tarcisio Bertone y Angelo Sodano quien como Secretario de Estado durante varios años lideró el bando de los llamados “diplomáticos”. Lo que nos revela nítidamente Frattini es que se odiaban. Ellos y sus seguidores, unos contra otros. Guardando las formas, claro.
El libro, perfectamente documentado, se acompaña de reproducciones de los escritos más importantes que en su día tuvieron el carácter secreto del que les privó el Vatileaks. Hay que preguntarse si los hechos narrados pueden afectar a los católicos. Estimo que no; Frattini nos recuerda que siempre los escándalos han sobrevolado el Vaticano. Pero eso no impidió que persistiera la fe de los fieles en lo sagrado. ¿Persiste esa fe o vivimos una desacralización generalizada? El libro se para en el inicio del pontificado de Bergoglio. Algo que ha cambiado todo, para que todo siga igual. ¿Hasta la fe? ¿O nada será ya igual?

“Los cuervos del Vaticano” (20 págs.) es un libro escrito por Eric Frattini en 2012 y retocado en 2014, tras la renuncia de Benedicto XVI y l accesión al papado de Francisco. La edición comentada es la publicada en España en 2016 por Espasa, en la serie Booklet, Divulgación, Actualidad.

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