martes, 5 de septiembre de 2017

George Steiner: "Nostalgia de lo absoluto".




 

Steiner es uno de los que ahora se llaman polímatas, lo que, según del Diccionarios de la Academia, es la “persona con grandes conocimientos en diversas materias científicas o humanísticas”. Es decir, lo contrario al diletante que sugiere cierta superficialidad del conocimiento y que tiene un tono claramente peyorativo. Cuando a alguien se le tacha de polímata se hace en sentido elogioso.
El libro, muy reducido de tamaño, recoge simplemente el texto de cinco charlas radiofónicas. En la primera expondrá la finalidad de las mismas, siguiendo en las siguientes el análisis de esas mitologías, unas serias y otras más pintorescas. En todo caso todas buscan llenar el vacío creado por la desaparición de la teología cristiana.
En “nostalgia de lo absoluto”, Steiner se muestra como un aspecto propio del espectador: mira la sociedad actual y como resultado de ello advierte en ella un profundo sentimiento de nostalgia. ¿Nostalgia de qué? Pues simplemente de la dimensión religiosa que en otros momentos y con distintas manifestaciones tuvo la sociedad. Es un hecho que, como indica, han constatado historiadores y sociólogos. Añade, no sin ironía, que “también en ocasiones deberíamos creerlos”. Pero él mismo asume esa idea, aunque dude de cuál sea el momento en que se produce esa decadencia.
En cualquier caso, lo que afirma Steiner es que durante mucho tiempo el cristianismo estructuró la civilización occidental. Luego llegó un momento en el que “el  núcleo religioso del individuo y de la comunidad degeneró en convención social”. Utiliza los términos de “agotamiento” y “desecamiento”. El resultado es un vacío que en los últimos 150 años se tratado de llenar con lo que llama “mitologías”.
El concepto de mitología de Steiner requiere una definición. Se configura por la presencia de tres características: 1) la totalidad: pretende explicarlo todo; 2) textos canónicos entregados por el genio fundador; y 3) existencia de mitos que se traducen en gestos, rituales y símbolos. Quizá se echa en falta la referencia sus seguidores.

La primera “mitología” analizada por Steiner es el marxismo. Ciertamente es el caso más claro de identificación de una línea de pensamiento con una mitología, en definitiva, con un sustitutivo de la religión. Y en este sentido comenta el sentido prometeico que tiene el marxismo y su promesa de un mundo distinto y perfecto. Echa en falta, sin embargo, la identificación por Marx de un pecado original. Una caída de la que el hombre trata de levantarse y al que se le promete un futuro de liberación, un mundo feliz.
Pero más allá de esa identificación como mitología del marxismo, lo que Steiner destaca es el fracaso histórico y real que el marxismo ha tenido, generando únicamente muertes y pobreza. Encadena de alguna forma ese fracaso con la decadencia que el marxismo sufre en estos momentos y que no deja de recordarle la de la misma religión cristiana. “También el marxismo está empezando a mostrarse, actualmente, como una de esas grandes iglesias vacía”.

Al saltar del marxismo al psicoanalismo, Steiner trae a colación una figura por la que siente evidentemente admiración: Popper, al que suele referirse como Sir Karl. La cita viene obligada al referirse a la noción de pseudociencia, categoría en la que pueden ser encuadradas, como arquetípicas, tanto el marxismo como el psicoanalismo. Sabido es la importancia del concepto “falsar” (posibilidad de ser refutada con pruebas una teoría), como criterio que permite calificar a algo de ciencia o negarle ese carácter. Y buscando ese carácter científico, Freud trató desesperadamente de encontrar a sus teorías un fundamento biológico, tarea en la que fracasó.      
Decididamente antirreligiosas, las enseñanzas de Freud, también ellas, pienso, constituyen una forma de postteología, de teología sustituta o vicaria. Y también es la suya una estructura mitológica”. Y, tras afirmar esto, Steiner nos pasea por una serie de consideraciones en torno al embridamiento con los mitos y la literatura, con su identificación personal con Moisés y con la generación de nuevos mitos. Todo represenativo de conciliar al hombre con una nueva realidad sin Dios.

La tercera de las mitologías analizadas por Steiner es la constituida por el sistema antropológico de Levy Strauss. No es el capítulo más brillante del libro. El autor se confiesa incapaz de reflejar el total pensamiento de Levy Strauss, creador de la antropología cultural, a lo que contribuye el carácter un tanto gelatinoso de esas teorías. Alude al sentido binario de las ideas y conceptos, así como la identificación de la “caída” con la separación de lo natural de lo cultural, o sea, con la domesticación del fuego.
Da la sensación de que la referencia a la antropología estructural de Levi Strauss se debe, sobre todo, al hecho de que desde el punto de vista de Steiner “lo que resulta fascinante es seguir en Levy Strauss la evolución de una gran explicación postrreligiosa, pseudoteológica del hombre”. Concebida la charla en 1974 es probable que sufriera la influencia del prestigio que rodeaba la obra, entonces muy en boga, de Claude Levy Strauss que, tres años antes, acababa de publicar el cuarto y último tomo de sus “Mitológicas”.
Steiner no insiste en las notas que caracterizaron a la antropología straussiana como mitología. Quizá se deba al hecho de la falta en ella de la idea de universalidad y apostolado que tuvo el cristianismo y que heredó, casi sin variaciones, el marxismo y que, ya muy reducido, pudo tener el psicoanalismo entre unos sectores culturizados de la sociedad. ¿Puede hablarse realmente de mitología?
Algo de eso parece haber en la charla, que después de hablar de un tema de moda como el indicado, salta a parar la vista sobre el hecho de que Marx, Freud y Levy Strauss tenían la condición de judíos. Como el propio George Steiner, que comienza por resaltar cómo esas tres personas trataron de evitar su condición judaica en el sentido de lograr programas de aceptación universal; y acaba preguntándose, no sin un cierto reprimido orgullo, de si no era lógico que los intentos de sustituir el lánguido cristianismo proviniesen de personas cuyo credo había sido combatido antes por esa religión cristiana.
La cuarta de las charlas se titula “Los hombrecillos verdes”. Es la parte floja del ciclo en la que se agregan simplemente mitos y creencias que difícilmente pueden contemplarse como sustitutos de la religión. Aquí Steiner va refiriéndose a fenómenos como la astrología, el ocultismo, los ovnis, el espiritismo, el orientalismo… Todo lo considera Steiner como síntomas de una causa que y trata de encontrarla en la pérdida de confianza del individuo en el futuro. Las pesadillas que aparecían olvidadas vuelven. El sueño de un mundo mejor parece enterrado.
EL libro recobra vida cuando en el último de sus capítulos se entra en el problema de la verdad. La ciencia, de la que la religión se ha considerado simple precedente, parecía prometer mucho, pero no dejaba de ser un camino en la búsqueda de la verdad. Y en ese concepto, el de la verdad, se va a detener Steiner. Pasará de la búsqueda desinteresada de la verdad que reinó, por ejemplo, en la Grecia clásica, a la verdad que está fuera del hombre diseñada por los racionalistyas e intuida por los místicos. Se llega a los ataques modernos de la escuela de Frankfurt que hacen a la verdad una función variable dependiente de la realidad política y social.
El ultimo salto se dará cuando surge la idea de la verdad amenazante: el aumento de la entropía, la función social de la guerra, la verdad que molesta o duele. Todo conduce a la “fuerte nostalgia de la política inocente entre los jóvenes” o a la calificación como patológica de la obsesión occidental por la verdad. Han pasado casi 40 años desde la obra de Steiner; quizá los conceptos en boga actualmente de “lo políticamente correcto” y de “adanismo” sean correcciones también patológicas a la búsqueda de la verdad.
La conclusión de Steiner es clara: la dignidad humana exige la búsqueda de la verdad, pero ésta pude perjudicar al hombre. “Tengo una especie de cuadro en el que se ve a la verdad, esperando emboscada en un rincón a que el hombre de acerque, preparada para liarse con él a garrotazos”.
Un libro profundo, de lectura dura tanto por los temas tratados como un estilo literario que no ayuda a facilitarla. Tampoco descubre mucho y deforma algunas cosas.

 
“Nostalgia del absoluto” fue publicada en España por Siruela en 2001. Los comentarios se hacen a la 13ª edición de la obra, de 2016. Recoge cinco charlas radiofónicas realizadas por George Steiner en 1974, siendo su título original “Nostalgia for the Absolute”

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