sábado, 16 de septiembre de 2017

Checa Godoy: Prensa y partidos políticos durante la II república.




 
El autor del libro, Antonio Checa Godoy, cabalgó desde el periodismo (parcela en la que dirigió varias publicaciones andaluzas) hasta la investigación y la docencia, concentrando su trabajo en los temas relacionados con la comunicación, lo que le llevó a ser un estudioso de la prensa y la radio.
En el presente caso centra su trabajo al análisis de la prensa, pero lo hace ciñéndose a dos condicionantes: la relación de la misma con los partidos políticos y el reducirse al periodo de la II República. En este sentido hay que indicar que, efectivamente se ciñe a dicho periodo, pero es inevitable que incluya algunas alusiones al periodo anterior, fundamentalmente la dictadura de Primo de Rivera, como posterior, la guerra civil y la etapa franquista. Por otra parte, la segunda república siguió existiendo como forma de Estado de la España no incorporada al bando nacional.
Si tenemos en cuenta que Checa Godoy viene escribiendo sobre temas de comunicación en España desde finales de los 70 puede comprenderse que la cantidad de información que ofrece en enorme. En ocasiones, se tiene la sensación de que se está ante algo así como una guía de teléfonos. Algo lógico cuando al final del libro se incluye un índice de las publicaciones políticas y sindicales desde el 30 de enero de 1930 al 18 de julio de 1936 que se citan en el libro y que esa relación ocupa 31 páginas (de la 319 a la 349) impresa en un tipo que permite que en una página se relacionan más de 70 diarios, semanarios o revistas.
Esto permite afirmar que estamos ante un libro de consulta, no ante un libro de lectura. De un libro que se puede abrir por cualquier apartado o capítulo y leerle hasta rebosar información. Pero ello no impide sin embargo que no sea posible extraer de esa lectura paralelismos y lecciones que, provenientes a una época concreta y determinada, puede ser reconocida en otras coordenadas distintas.

La evolución de la prensa —diarios y semanarios que nacen y mueren— quizá no proporcione en sí una fotografía de la vida de los partidos políticos, pero sí nos ofrece algo así como una radiografía de las situaciones en que se mueven los mismos. Con claridad se advierte cómo el auge de un partido se traduce en la fortaleza de la prensa que apoya tendencia política a que representan. Y al revés, cómo la decadencia de un partido supone la debilidad y final desaparición de su prensa adicta.
Todo esto sin incluir un fenómeno al que en el libro se alude con harta frecuencia: la suspensión de los periódicos por los gobiernos. Los gobiernos de izquierda suspendían diarios y revistas de la derecha, y al revés. Sin embargo —y ahí surge la pregunta— ese fenómeno aparece prácticamente como inaudito en los tiempos actuales, donde sólo lo podemos encontrar en países retrasados y con gobiernos declaradamente dictatoriales. ¿Podríamos imaginar en la España actual la censura y suspensión de un periódico? Nos resultaría un hecho insólito a cuya desaparición contribuyen dos causas: la generosa amplitud con que se reconoce hoy el derecho a la libre expresión, por una parte, y, por otra, el fenómeno de la prensa digital.

Al referirse a la relación entre prensa y partidos políticos es más que lógico que Checa Godoy agrupe su estudio en torno a las tendencias políticas y así va a examinar los siguientes apartados: la prensa obrera, la prensa republicana de izquierda, el republicanismo independiente, el centro republicado, la derecha posibilista, la otra prensa obrera, el conservadurismo independiente, frente a la república y los partidos nacionalistas. Un mundo que justifica que al final de libro se incluya un índice de las 68 siglas de los partidos citados.
Quizá esos grupos merecen una explicación. La “prensa obrera de izquierdas” incluye a socialistas, comunistas, trotskistas y anarquistas, mientras que “la otra prensa obrera” acoge el sindicalismo católico y el independiente. La “prensa republicana” de izquierda agrupa a estos partidos: Acción republicana, el radical socialismo, los federales, la Agrupación al Servicio de la República, la Unión republicana y al Izquierda Republicana. El centro puede estar representado por el “republicanismo independiente” y el Partido Radical.
Yendo ya a la derecha nos topamos con la “derecha posibilista” representada por la CEDA y los Agrarios. Más allá del “conservadurismo independiente”, encontramos agrupados bajo el epígrafe de “frente a la república” al tradicionalismo, a los monárquicos alfonsinos y a lo que llama “semanarios fascistas” donde incluye la Falange y las JONS.
Por fin aparece un último apartado el que recoge las manifestaciones periodísticas de los partidos nacionalistas. Aquí se impone una ordenación por regiones. El nacionalismo catalán se integrará por la Lliga, Esquerra Republicana de Cataluña, Acción Catalana Republicana, Unión Democrática de Cataluña y “Estat Catalá”. En el apartado del nacionalismo vasco aparecerán el PNV, Acción Nacionalista Vasca y otros partidos menores. Lo mismo sucederá con Galicia, incluyendo, aparte de esos partidos minoritarios, a la Organización Republicana Gallega Autónoma y el Partido Galleguista. Se complementa con una pequeña referencia a Valencia.
Si pensamos que, dentro de cada uno de esos subapartados, Checa Godoy analiza la prensa surgida en cada una de las ciudades más importantes (en todo caso en las cabezas de provincia) podemos suponer la densidad de la información ofrecida.

Ojear el libro es recordar el “sic transit gloria mundi”. Apenas unos pocos partidos, PSOE, PNV, ERC sobreviven. Los restantes han desaparecido o son simples grupos recalcitrantes. Es reciente la desaparición del PCE; pronto no bastará con indicar sus siglas: ”el pecé”. La Falange, reducida al vago concepto de ”movimiento” durante el franquismo, se suicidó para dar paso a la transición; fue algo parecido al caso del señor Valdemar narrado por Poe.
Pero lo mismo sucede con los periódicos y los semanarios. Son pocos los que subsisten y, sobre todo, que perviven con su tradicional ideario. Pero es que, además, han perdido definitivamente el carácter de órganos de partido o cosa parecida que tuvieron durante la segunda república, más allá de las escasas publicaciones que pugnaban por una independencia periodistica imposible en una sociedad cada vez más polarizada.
La polarización política fue un fenómeno característico y decisivo en la segunda república española. La guerra civil no hizo sino llevarla a sus extremos, haciendo que el bando republicano se identificara definitivamente con un comunismo que terminó fagocitando al socialismo y que en el bando nacional éste se construyera sobre el andamiaje constituido por la Falange tradicionalista y las JONS, prescindiendo de carlistas y monárquicos y debidamente amansada.
La consecuencia fundamental de toda polarización es la pérdida de peso del denominado centro. La república devoró así el radicalismo de Lerroux o el de Cambó, cuyas presencias en el parlamento español sufrieron importantes fracasos en 1936 tras la revolución de 1934. Este fenómeno tuvo su traducción, prácticamente perfecta, en la polarización de los medios de comunicación, lo que permite a Checa Godoy llevar a cabo su clasificación en la forma antedicha, significando a unos como de izquierda, a otros como de derecha, a otros como de centro. Los que califica de independientes prácticamente son un puñado de periódicos de provincia, a los que por otra parte irá afectándoles progresivamente la polarización política y social.

No se puede comprender adecuadamente este libro si no es conociendo las incidencias por las que pasó la segunda república. Ésta se caracterizó por la sucesión de distintas etapas: la etapa constituyente, el primer bienio social-azañista (1931-1933), el bienio radical-cedista (1934-1936) y el Frente Popular (1936). Es decir, se pasa sucesivamente del centro-izquierda al centro-derecha y, finalmente, a la izquierda organizada. Luego vendría la sucesión de los gobiernos de Giral, Largo Caballero y Negrín, ya en plena guerra civil, y el golpe de Segismundo Casado. Este trasfondo social y político no lo destaca el libro, porque evidentemente no es su objetivo, pero se percibe como a través de un cristal traslúcido. Una historia más clara de la segunda república debemos buscarla en otros lugares.
Tampoco se incide en la actitud tomada por la prensa ante las conocidas cuestiones que se plantearon en la república: las cuestiones agraria, educativa, religiosa, militar, social y regional. Simplemente, unos son de derechas y otros de izquierdas. Aquí sí que se produjo una identificación de los periódicos y revistas con los planteamientos de determinados partidos, llegando a ser algo así como sus órganos: “El Socialista” (PSOE), ”Mundo Obrero” (PC) o “El Debate” (CEDA).
El libro suscita la pregunta de si, como en tantas otras cosas, la historia puede repetirse. Quizá la respuesta esté en el viento o quizá no. La prensa, indudablemente, debe actuar hoy en día como neutralizadora de la polarización como causa de la pérdida de la convivencia. Algo que no hizo la prensa de la segunda república por su excesiva dependencia de los partidos políticos. Y ahora su dependencia crece a través de las subvenciones, los anuncios, las concesiones de frecuencias. Ya no es necesario que Portela Valladares cree su propio periódico; bastaría que lo favoreciese desde el poder.

El libro “Prensa y partidos políticos durante la II república” (354 págs.) del que es autor Antonio Checa Godoy fue publicado por la Universidad de Salamanca en marzo de 1989, en su colección “Acta Salmanticensia” y en su serie de “Estudios históricos y geográficos”.

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