martes, 26 de marzo de 2019

José Alberto Palma : "El médico escéptico"


Quizá he dicho alguna vez ―y si no es así ahora lo repito que tengo a los autores como cerezas. Si un libro de un autor me cae bien, o simplemente despierta mi curiosidad, procuro acercarme a otro libro suyo para terminar de catarle. Es lo que me sucede con ese autor. Su libro está escrito como médico escéptico, dispuesto a trasladar ese escepticismo al lector con el fin de ponerle a salvo de los muchos mitos que rodean a la salud. Un propósito que no agota porque habla, al fin del del libro, de su propósito de seguir desmintiendo mitos que aun persistían en una nueva obra.
Una de las partes más interesantes del libro es la breve introducción, en la que se afirma: ”este es un libro acerca de como ven el mundo los médicos, o mejor, de las diferencias entre cómo ven el mundo los médicos y los que nos son médicos”. Y poco más adelante se pregunta de dónde saca el médico todos los conocimientos con los que diagnostica y propone soluciones. No bastan los largos años de carrera; ni la propia experiencia con sus pacientes. Precisa de las publicaciones y comunicaciones médicas. La medicina empírica ha vuelto, se nos afirma, la que ya emplearon algunos griegos en los siglos II y III antes de Cristo. Y que tomó forma cuando se comenzó a utilizarse en 1992 el término “medicina basada en la evidencia” o MBE.
La ciencia médica cambia y el médico raramente llega a la certidumbre total. Se nos ponen los ejemplos de las ideas sobre la lactancia materna y la función de las amígdalas, hace no muchos años consideradas inútiles. Difícilmente los nuevos niveles de conocimientos pueden llegar a la gente. En primer lugar, por los propios médicos que tendrían que desarrollar una desaforada labor de continua formación para cubrir esos niveles. A continuación, serán los editores de las publicaciones científicas los que ejercen un filtro no siempre acertado. Siguen las administraciones públicas con sus decisiones de hacer públicas o sesgar la información existente. Por fin, los medios de comunicación, cuando no respeta la llamada infoética o ética de la información. Todo ello ha creado una desinformación generalizada de la gente. Algo que Palma quiere combatir en la medida de su escrito.
El libro está construido sobre unos capítulos donde se hace referencia a los aspectos más destacados de la medicina actual y, ya en ellos, destaca los errores que se mantienen ¿por los medios o por los pacientes y aspirantes a no serlo? De esa forma cada capítulo es cerrado con un cuadro en el que en la columna izquierda se reflejan lo que Palma llama “mitos” y en una segunda, a su derecha, lo que considera “realidad”. Desde ese momento se puede deducir que Palma concibe como realidad lo que él acepta como tal, sostenido por la serie de datos que proporciona en el libro, y que mito es aquello de lo que claramente describe como ideas vanas y absurdas.
Vaya por delante que uno coincide con esa condena de los mitos; unos con más intensidad y entusiasmo, otros con menos y algunos con cierta desgana y hasta disentimiento. Pero ¿cuáles son los mitos denunciados? Mitos que en el propio subtítulo del libro son calificados como “errores”. Pero el mito es algo distinto, algo relacionado con relatos tradicionales, historias proporcionadas como verdaderas por las religiones, pobladas de héroes imaginarios, siempre cargado de simbolismo… Lo que se denuncian son errores. Quizá Palma ha querido diluir la dureza del calificativo de error, por el de mito, pero no es éste el mayor acierto del libro; lo es la denuncia de los errores existentes, tanto el mundo medio como el mundo que pudiéramos llamar de pacientes, muchos de los cuales no llegan a ser enfermos.
El libro comienza en lo pudiéramos llamar un tono menor, preocupándose de cuestiones un tanto banales, para pasar a un tomo mayor en el que aborda temas candentes como el aborto o la eutanasia. Comienza, en efecto, su repaso por las “pequeñas mentirijillas” que no duda en calificar de leyendas urbanas. Son algunas cuestiones marginales que lindan con lo anecdótico (a los muertos les crecen las uñas y el pelo, el daño de las ondas telefónicas, el uso limitado del cerebro). Algunas ya afectan a la medicina (relación entre catarros y corrientes aires o la vaciedad del concepto “reuma”). Otras ya con más entidad rozan repetidas veces temas de alimentación y dietética que suelen tener una clara conexión con tácticas de marketing. Nos hablará de las grasas y sus clases, del alcohol, de los azúcares, del café, el té y el chocolate, de las bebidas light y de la inevitable Coca-Cola. Un recorrido que nos muestra cuántas cosas tenemos que aprender en un mundo donde se nos venden mentiras de manera constante.
Un paso más allá enfrenta a la medicina con mundos que tratan de sustituirla. Son los mundos de las terapias alternativas, de la oración o la creencia, o de lo paranormal. La medicina alternativa tiene muchas manifestaciones: manipulaciones, homeopatía, acupuntura, hipnosis… hasta 18 manifestaciones de terapias alternativas se relacionan en el libro. Son terapias atractivas que, sin embargo, encierran potenciales problemas y tienen una eficacia mas de que dudosa. En ocasiones crean verdaderos cultos hacia principios como la vitamina C o medicamentos como la Aspirina.
Estamos a un paso de la fe. Palma se apresura a distinguir religión y espiritualidad. LA religión no hace daños, pero las preguntas básicas son: ¿realmente sirve de algo la oración? ¿Dios responde a las oraciones? El autor confiesa que la medicina no es la que debe contestar a ello, pero añade referencia a experiencias realizadas en el campo médico que parecen desmentir la inutilidad de la oración. Ya en el campo de lo paranormal, los mitos de la telepatía y la hipnosis como instrumentos de curación son tirados a la basura sin miramientos. Con acierto, porque son otra cosa.
Sin querer, el protagonismo de las opiniones pasa del mundo médico al mundo borroso de las organizaciones. Pero sucede algo curioso: mientras se produce ese alejamiento del médico abstracto, se presenta cada vez como más decisiva el papel del medio concreto real, que se enfrenta al paciente real, con sus malestares y sus aprensiones.
La eutanasia viene precedida por una serie de consideraciones sobe la vejez. Nos habla del número creciente de personas de edad, de la falta de influencia de ésta en la enfermedad, pero también en cierto desinterés de estudiar una farmacología enfocada a esa edad. Yo, ya viejo, tengo esa sensación de ser “ganado de deshecho” y de la evitación de expresiones que afecten a los actualmente correcto. Aparece el fantasma de la disminución cognitiva. Y frente a él la tentación social de reducción de costes, a través de la eutanasia y el suicidio asistido. Palma afirma: “Se profundiza poco en la petición de ayuda para morir. Detrás de esa petición suele haber una solicitud de afecto, apoyo psicológico y cuidados paliativos por parte del paciente, no una petición real de que le maten”. Al final, Palma muestra su opinión: “Proponer la despenalización de la eutanasia está de moda, es lo que se lleva porque es individualista y, sobre todo, parece algo políticamente correcto y emotivamente aceptable
Es clarificador el capítulo dedicado a las células madres, “la madre de todas las células”, tema sobre el que ha recaído una desproporcionada información de los medios y una también una excesiva creación de expectativas en la gente. Suele ignorarse que existen varias clases de células madres, destacando las embrionarias (procedentes de embriones) y las células adultas (de adultos). Las primeras traerán consigo graves problemas morales porque requieren el que el embrión se mate finalmente, a lo que, por ejemplo, la lglesia católica se opone como defensora de la vida humana. Ello ha determinado que se abra una posible esperanza: la conversión de células adultas en células embrionarias, las llamadas “células pluripotentes inducidas” (IPS para los amigos)
En este sentido, al final del libro, se clama por la necesidad de que el médico sea educado, pasando por el aseo personal, atento al paciente más que al ordenador. Ofrece un sorprendente hecho: “en los niños sucede algo curioso: los médicos con bata y corbata son vistos como más competentes, pero menos amigables. Los médicos con ropa informal, al contrario, se ven como más amigables, pero menos competentes”. Pienso que es algo parecido a los mayores, aunque ya no distinguimos el aspecto de “amigabilidad”.
Al referirse a las relaciones de la mujer con la medicina se refiere sucesivamente a diversas realidades actuales. Se refiere al crecimiento de ciertas enfermedades como el cáncer de pulmón relacionable con el hábito de fumar o a los perjuicios derivados del uso incontrolado de anticonceptivos. O el cáncer de mama. Pero lo que ocupa más la atención del libro es el aborto, “otra de las banderas que las feministas toman como bandera para evaluar la libertad de la mujer”. Se aborda su admisión social generalizada y la dificultad de cuantificar los casos de aborto, así como difusión a nivel mundial o el fenómeno de la proliferación de clínicas privadas dedicadas al aborto. Se destaca cómo el aborto se suele justificar como medida de protección de la salud, física y psíquica, de la mujer, olvidando las secuelas negativas que tiene en el segundo de los aspectos citados la práctica abortiva.
Yo diría que este es un libro que sería desasosegante si no fuera divertido y entretenido. Tiene la virtud, además, de no tratar de imponernos nada. Acierta el autor cuando dice “probablemente tu vida no cambie demasiado después de haber leído este libro”. Yo, en mi caso, diría que nada. Pero también nos dice que su efecto global será más importante: nos inyectará una buena dosis de escepticismo. Lo que necesitamos, insiste, es “más medicina de anticipación”. Hay que cambiar comportamientos y estilos de vida. Y para ello, ¡uno debe ser bastante escéptico en tantas cosas!
“El médico escéptico. Errores graves y menos graves sobre la salud y la vida sana” (190 págs.) es un libro escrito por José Alberto Palma en 2010 y publicado ese mismo año por Ediciones LibrosLibres.

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