jueves, 1 de febrero de 2018

Federico Jiménez Losantos: “Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos”.




 
¿Hay que presentar a Federico, así, a secas? ¿No es suficiente ser ángel exterminador para media España y diablo con rabo para la otra media como para tener que decir de quién hablamos? En cualquier caso, nadie podrá poner en duda de que se trata de una de las personalidades más destacables de la España reciente. Hace uso al límite de la libertad de expresión para comunicar lo que siente, sin más limitaciones que sus propios sentimientos y valores. Y al mismo tiempo es una de las personas a las que hay que hay que reconocer mayor acervo de conocimientos y ello, para desconcierto general, en los campos más dispares.
Militó durante el franquismo en el maoísta “Bandera Roja” y el PSUC comunista, y en la Transición, en el Partido Socialista de Aragón y en el de Andalucía. De su evolución son testimonio las publicaciones en las que ha ido colaborando como escritor, columnista, contertulio o comentarista: inicialmente en el “El viejo topo” y “Ajoblanco”. Más tarde, y sucesivamente, con ”El País”, “Diario 16”, “Cambio 16”, “ABC”, “Antena 3”, la “COPE” y “Es Radio”. Imposible otra trayectoria más clara.

“Memoria del comunismo” en un grueso libro en donde expone con claridad su rotunda oposición de comunismo, un comunismo en el que militó en sus años catalanes con carné del PSUC y del que desertó al conocer su real sentido. Es admirable cómo refleja su pérdida de la fe en el comunismo a través de una mirada de una muchacha en un campo de concentraciòn de la China comunista. Con ello afirmará que sólo puede conocer realmente lo que significa el comunismo quien ha estado dentro de él.
El resultado es que el libro ofrece, al mismo tiempo que una documentada crítica del comunismo y sus resultados, un auténtico destape de Jiménez Losantos en el que nos cuenta sus secretos de infancia, sus anclajes familiares, sus equivocaciones, la pérdida de la fe, las esperanzadas baldías, la lucha diaria y su última vocación apostólica en la defensa de la libertad. Porque en el fondo de todo se advierte y se respira libertad. Una libertad que conduce a una confesión que libera y a una expresión que trata de liberar a los demás.
De antiguo me sorprendieron, leyendo algunos de sus primeros escritos, las alabanzas que dirigía a Manuel Azaña. Siempre fue algo que no comprendí bien habiendo leído parte de las memorias, no todas, del político alcalaíno. Ahora, cuando en el libro confiesa sus errores en aquellos momentos, la figura de Jiménez Losantos cobra una coherencia que antes, con sinceridad, se echaba en falta. La capacidad de corregir, repetiremos siempre, enaltece al individuo.

La obra se articula en una serie de capítulos que no pretenden recorrer la historia del comunismo sino detenerse en determinados momentos en los que se pone especialmente de relieve su catadura o en los que las experiencias personales de Jiménez Losantos pueden arrojar una especial claridad.
Entre los primeros destaca la atención prestada la figura de Lenin, destacando la forma espuria con la que llegó al poder (no derribó una tiranía, sino un régimen ya democrático como el de Kerensky), despertando inicialmente la protesta de la propia izquierda (la francesa es a la que especialmente se refiere y detesta) para luego ser objeto de relatos tan tendenciosos como falsos, muchas veces faltos de información.
 La presencia de los comunistas en las convulsiones que sacudieron España a partir de la instauración de la república es el segundo aspecto en que se enfrasca Jiménez Losantos. No es ya la figura de Lenin, sino la de Stalin, la que maneja los hilos. Se contrapone siempre la revolución rusa en la que triunfó el comunismo frente a la española en la que fracasó. Quizá lo más destacable es la forma en que presenta la figura oscura del socialista Largo Caballero, el “Lenin español”.
Son objeto de un detenido análisis lo que sucedió durante la guerra civil en Cataluña, destacando tanto la figura de Orwell y sus narraciones sobre la situación y el “turismo revolucionario”, como la siniestra trayectoria de Companys, hoy magnificada, como dirigente del terror en aquellos momentos, con especial fijación en la obsesión antirreligiosa. Otro tanto sucede con el PNV, aunque en ese caso se llegara a hablar de un “Gibraltar vaticanista”, por la convivencia del separatismo con el catolicismo. Ya a nivel nacional, Negrín es la figura sobre la que se centra la atención del libro, que añade, por estar relacionado, la referencia a los robos de bienes culturales.
Característica de todos estos comentarios es la abundancia de referencias y citas, lo que permite la ampliación en otros textos de la información que se proporciona aquí al lector.

“El campesino”, sobrenombre de Valentín González, es otra de las figuras a la que se presta una atención especial. Relativa, porque dedica gran parte de lo relacionado con él a destacar tanto el papel del anarquismo en España como el olvido de que El Campesino ha sido objeto, una persona que se dice que escapó en tres ocasiones del Gulag. Che Guevara, el argentino, resulta un icono pop manejado habitualmente por la izquierda y del que no se recuerdan sus insuficiencias, excesos y crímenes. Cuando se hace referencia a la postguerra y a la transición es Santiago Carrillo quien ocupa la pasarela, aunque sobre él sigue recayendo la sombra de Paracuellos.
La realidad actual es la que constituye en España Podemos y Pablo Iglesias. Aunque no ocultan su esencia comunista, sí que lo hacen con su leninismo. Lucha total con la propiedad privada y la libertad en el primer caso; ambición exclusiva y desmedida de poder en el segundo.
Federico nos ofrece la imagen de su creencia en la presencia actual del comnismo: se pretende hacer la autopsia a quien realmente está vivo. Es el error de los historiadores que pretenden ya historiar el comunismo como si éste hubiera desaparecido, cuando la realidad es que sobrevive con extraña salud en los momentos actuales. No puede afirmarse que carece de futuro cuando aun está presente y vivo.


En el fondo, el problema del comunismo, el que encarna Podemos, es tener como fin último, no la protección de los débiles, sino la consecución del poder. Cita a Iglesias: “…los comunistas, entendiendo los comunistas en un sentido muy amplio….esos que son capaces de asaltar los cielos, asaltar los cielos básicamente significa asaltar los centros de poder y pasar a cuchillo a los detentadores del poder”.Un poder que tiene que matar la libertad de los demás utilizando como armas fundamentales la mentira propia y la forma en que ésta es asumida, con olvido de lo que el comunismo ha supuesto y no deja de repetir Jiménez Losantos: cien años, cien millones de muertos. Cien años, cien millones de muertos.
Al final del libro Jiménez Losantos nos habla de Ludwig von Mises y de Juan de Mariana. La contraposición tiene algo de pirueta y mantiene, en definitiva, la preeminencia y anticipación de las ideas de Juan de Mariana, un jesuíta al que el rey encarceló y que mantuvo graves disidencias con su orden, pero del que se nos han quedado sólo algunas ideas y frases recibidas en el colegio, como la conocida ¿es lícito matar al tirano? Ésta es una acusación que el autor nos dirige, cuando Juan de Mariana desde la publicación de su “De Rege” influía y era invocado en todo el mundo.
Con Ludwig von Mises, padre con Menger de la escuela austriaca, es crítico. Reconoce su defensa de la libertad, pero tambien de los muchos erorres que cometiò en esa defensa, muchos debidos a la falta de información. Desconoció la Escuela de Salamanca. Tambien recuerda sus aciertos, como puede ser la condena de los intelectuales de izquierdas. De paso, recala en el pensamiento de Antonio Escohotado, otro converso.
Al tratar de Juan de Mariana, Jiménez Losantos no duda en destacar y alabar dos figuras ya históricas: Alberto Ullastres y José Larraz, ambos ministros de Franco y que lucharon siempre en favor del liberalismo, llegando el segundo, primer ministro de Hacienda tras la guerra civil, a la renuncia por su oposición al proteccionismo económico oficial. Remontándose en el tiempo, se ensaña con la vaciedad de Pi y Margall en su crítica a Juan de Mariana. En sentido contrario y ya en referencia a la actualidad, pasa a defender al recientemente fallecido Germán Yanque.
En realidad, la apología y estudio de Juan de Mariana constituye de por sí un pequeño ensayo que, por su ambición, encaja a medias con el título de libro. Si se incluye en él es porque dicho economista encarna el espíritu liberal auténtico, único con el que se podrá hacer frente al comunismo. Pero las ideas de Juan de Mariana van mucho más allá. Al final se resumen y se comprueba. Juan de Mariana no pudo atacar el comnunismo porque entonces no existía en su forma actual; defendió la libertad y eso sigue siendo el arma adecuada para defenderse del comunismo.

El problema que se tiene con Jiménez Losantos es que se le entiende todo. Pero no es sólo su único problema: hay que añadir que no se abstiene de criticar lo que no comparte y que esa crítica, si hace falta, la dirige a quién sea y a lo que sea, independientemente de lo que políticamente sea correcto o incorrecto. En definitiva, que no se calla. Un ejemplo: a pesar de ser un buen adalid contra el intervencionismo estatal, Trump es duramente criticado por su peculiar blandura en su visita a un país comunista como China. Nunca duda en criticar determinadas opiniones, aunque procedan de personas de las que, sin embargo, se declara amigo y admirador.
El libro es enormemente denso, siendo tarea imposible el que sus ideas puedan resumirse siquiera. Se acompaña de unos anexos sobre hechos a veces espeluznantes, devolviendo a la luz datos olvidados u ocultados. Por encima de todo, refleja perfectamente a su autor, Federico Jiménez Losantos, por lo que será, para algunos, obra redentora de un ángel exterminador y para otros, de un molesto diablo con cola y tridente.
En cualquier caso, aporta datos, recuerda hechos y constata realidades.




“Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos” (734 págs.) es un libro escrito por Federico Jiménez Losantos y publicado por “La Esfera de los Libros” en enero de 2018.

No hay comentarios:

Publicar un comentario