domingo, 10 de noviembre de 2019

IKUSLE : “Vox. La tentación populista española”.


Comencé este comentario cuando el 5 de diciembre de 2018 el partido llamado VOX acababa de obtener 12 escaños en el Parlamento andaluz. En aquel momento era difícil pensar que era todo un zafarrancho de combate lo que se iniciaba. Y es el momento de preguntarse lo que significa VOX en el ya de por sí confuso panorama político español. Y ahora continúo (o reinicio) ese cometario en una auténtica pirueta el 10 de noviembre, cuando aún no ha terminado la jornada electoral en la que no hay tertuliano ni comentarista que asegure sus resultados.
La autoría de este pequeño libro se asume por IKUSLE. ¿Y quién es IKUSLE? De entrada, hay que decir que no es “quién”, sino que es ”qué”. Porque, IKUSLE es un periódico digital del país vasco.
En la introducción a su libro IKUSLE nos dice: “Existen en España diferentes partidos de ámbito estatal que defienden la unidad nacional, la promoción de la vida y la familia o el control de la inmigración. Tan solo uno de ellos está fundado y presidido por un vasco. Esa formación es Vox y su presidente es Santiago Abascal”. Curiosamente deja caer que nos es uno sino varios partidos los que defienden los cuatro objetivos que indica (nación, vida, familia y control de inmigración). En consecuencia, no son estos objetivos los que van a distinguir a VOX de todos ellos. La distinción proviene de un hecho: su presidencia se ostenta por un vasco.
IKUSLE es algo así como un diario digital vasco. Sus noticias están orientadas al País Vasco e incluso publica artículos en euskera. Su nombre mismo es euskera y significa “espectador”. Pero ¿cuál es su sesgo? Uno apostaría por el que podíamos llamar de derechas, pero carente quizá del tinte nacionalista que representa típicamente el PNV, equivalente a lo que fue en Cataluña la desaparecida Convergencia i Unió. La famosa diferencia de sentirse orgulloso de ser vasco o catalán y llevar ese orgullo a un sentido supremacista.
Y así IKUSLE parece debatirse entre un sentimiento de orgullo vasco y un rechazo a la condición de vasco de aquel al que considera fundador y reconoce como presidente de VOX: Santiago Abascal. ¿Estamos ante un peculiar libelo contra Santiago Abascal?  Pude ser, pero cada puede tener una opinión en ese punto.
Hay algo que no puede olvidarse: el librito que comentamos fue publicado en marzo de 2018, cuando VOX carecía de representación parlamentaria y solo había servido de muleta para el triunfo de la derecha en las elecciones andaluzas. Se desconocía entonces la irrupción que tuvo en el arco parlamentario en las elecciones de 28 de abril de 2019, un tanto violenta porque fueron 24 los diputados con los que contó. En realidad, no tanto virtud de VOX (que escasamente varió sus principios) sino de los restantes partidos con sus errores. Y la cosa no parece acabar porque ahí, en esta tarde del 10 de noviembre, todos los augures muestran otro importante salto cualitativo, algo, por descontado, de confirmar dentro de un par de horas.
Vamos al libro. Saltemos de su introducción a su conclusión, lo que deja de ser una costumbre aconsejable: ver lo que se quiere hacer y qué es lo que se ha creído hacer. Según ella: “la historia de Vox se divide en tres periodos claramente diferenciados. El primero de ellos corresponde con la fundación del partido y la presidencia de Alejo Vidal-Quadras, donde la formación orientó sus esfuerzos a presentarse como los herederos del Partido Popular de José María Aznar. El segundo se inicia con la elección de Santiago Abascal al frente de Vox, el inicio de una intensa relación con Intereconomía, los acercamientos a la ultraderecha europea, las numerosas polémicas y crisis vividas en el seno del partido y una sucesión de fracasos electorales. Por último, se distingue una tercera fase, en la que nos encontramos ahora, que se inicia con la dura crisis política que amenaza con enquistarse en Cataluña y que ha catapultado a Vox al centro de la atención pública.”
Esas tres etapas se distinguen perfectamente en el libro, que las recorre brevemente. Pero hay que aludir a la realidad de que, realmente, la tercera de ellas aún no está cerrada al no estar tampoco cerrada la crisis catalana. Más aún, la virulencia de esa crisis ha incrementado las posibilidades electorales de VOX. A lo que hay que añadir la mayor transparencia general en el conocimiento de su ideario “tras varios años de una dura travesía por el desierto”.
La actitud de IKUSLE quizá quede reflejada en esta expresión utilizada en esa misma conclusión: “Aunque sus partidarios alegan que VOX no es una formación de extrema derecha, su periplo político presenta numerosos paralelismos con partidos españoles encuadrados en ese sector ideológico”. Algo que incluye un llamativo proceso de crecimiento seguido de crisis que llevan a la desaparición del partido. La realidad es otra cosa: muchos partidos desaparecen, pero Vox ha supuesto en todo caso un retoque en todo el arco parlamentario: de moderación en la derecha y de extremismo en la izquierda. Queda encima la expresión “extrema derecha”, auténtica tarjeta roja manejada por la izquierda, pero que el propio libro reduce el calificativo de “un camino a la derecha del Parido Popular”.
¿Se acuerda alguien que VOX fue creado y presidido por Alejo Vidal-Quadras? Un político que pasó por otras formaciones hasta desembarcar en el Partido Popular, llevando a éste a notables resultados en Cataluña. Mantuvo una polémica con Jorge Fernández Díaz, quien defendía la conveniencia de mantener unas buenas relaciones de colaboración con Pujol. Aunque Aznar apoyó a Vidal-Quadras inicialmente, la necesidad de recurrir a Pujol tras la insuficiente victoria en las elecciones de 1996 hizo que se abrazara a él y enviara a Vidal-Quadras a Bruselas. Fue en 2014 cuando éste abandonó el Partido Popular. Dejó constancia de esta decisión en una carta dirigida a Rajoy en la que afirmaba “uno de los motivos por los que me voy es mi deseo de contribuir a construir un modelo de partido distinto, en el que la eficacia no esté reñida con la deliberación". Y pasó a ser presidente de VOX. La derrota en las elecciones de mayo de 2014 provocó su dimisión, animado por Abascal y criticada por el bloguero Elentir.
Entramos ahora en un grupo de apartados en los que se repasan las crisis sufridas por VOX durante el mandato de Abascal. Pasan los casos de Cristina Seguí (denunciante de irregularidades atribuidas a José Luis González Quirós a través de la firma “Mind&Matters”), o el de “la lotería premiada que nunca se compró” (una denuncia que surge en un diario digital valenciano y airea la delegación de VOX en Cáceres y que resultó de haber recaído la pedrea en un número que se había repartido en participaciones de 4 euros, más uno para VOX).
Las nebulosas relaciones entre Intereconomía y VOX son objeto de análisis. Los que contemplamos hoy una Intereconomía prácticamente arruinada y, con perdón, casi mendicante, recordamos los tiempos en los que pisaban sus mesas de tertulia afamados comunistas y socialistas. Incluso cómo conocimos en ellas a Pablo Iglesias.
Quizá el aspecto álgido de la crítica a VOX es el calificativo de “extrema derecha” que se le aplica de forma constante y habitual, sólo ligeramente distinta del de “ultraderecha” que, por ejemplo, utiliza “El Confidencial”. Quiérase o no, el hablar de “extrema derecha” ha sido utilizado como arma electoralistas y política por las izquierdas e, incluso, por algún sector de la derecha. Es un calificativo empleado con intenciones claras y con el que Abascal “no se siente cómodo”. Aunque se desmarca de la acusación de racismo, admite (siempre según indica El Confidencial) que se identifica con otros partidos homólogos europeos en su rechazo a superestado de la UE, en la inmigración musulmana y en la reivindicación de la unidad nacional. Pero pese a estos esfuerzos “la realidad es que la ultraderecha española consideró, desde su fundación, a este partido como uno de los suyos”. Por fin esta cita es del propio libro. Armando Robles y Francisco Torres fueron los que desde formaciones como Fuerza Nueva permitieron este aserto. Voces similares surgieron en pequeños diarios digitales.
La televisión está comenzando a ofrecer los datos de los resultados de las lecciones. Con un 13 por ciento escrutado, aproximadamente, VOX aparece como clara tercera fuerza política. Frente a esa realidad las pequeñas acusaciones, pellizcos monja en realidad, del libro resultan inanes. El fenómeno de VOX debe ser analizado con otra mirada. ¿Es un síndrome simplemente de algo que aqueja a España? ¿Es una reacción emotiva ante el progreso anunciado? ¿Por qué, siendo inicialmente algo minúsculo, es algo que preocupa o entusiasma? Y este libro se detiene en lo que son simplemente anécdotas.
Al fin parece descubrirse su sesgo: el nacionalismo que desemboca, al cabo del tiempo, en el independentismo. A uno le sorprende que se simplifique la posición de VOX respecto del sistema autonómico actual, al que, según sus detractores, considera fallido y necesario de abolición. No es esa su posición: los que VOX predica es la recuperación de parcelas de actuación pública otorgadas bajo presión y a cambio de cesiones de poder y de dinero.
10 de noviembre de 2019. Va terminando el recuento de votos. VOX sobrepasa los 50 escaños que Sánchez Dragó vaticinaba hace unos días. Persiste la amenaza del bloqueo. La multiplicidad de partidos en el Parlamento crece. Pablo Iglesias, desde su caída, pronuncia cada diez palabras la de “extrema derecha”. El libro parece perderse en el pasado como algo inútil y desenfocado. Y yo no voy a discutir esa apreciación.
Y perdón por la pirueta.

“VOX. La tentación populista española” es un libro que se obtuvo en Kindle y cuya paternidad corresponde al periódico digital IKULSE.

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