Comencé este
comentario cuando el 5 de diciembre de 2018 el partido llamado VOX acababa de
obtener 12 escaños en el Parlamento andaluz. En aquel momento era difícil
pensar que era todo un zafarrancho de combate lo que se iniciaba. Y es el
momento de preguntarse lo que significa VOX en el ya de por sí confuso panorama
político español. Y ahora continúo (o reinicio) ese cometario en una auténtica
pirueta el 10 de noviembre, cuando aún no ha terminado la jornada electoral en
la que no hay tertuliano ni comentarista que asegure sus resultados.
La autoría de
este pequeño libro se asume por IKUSLE. ¿Y quién es IKUSLE? De entrada, hay que
decir que no es “quién”, sino que es ”qué”. Porque, IKUSLE es un periódico
digital del país vasco.
En la introducción
a su libro IKUSLE nos dice: “Existen en España diferentes partidos de ámbito
estatal que defienden la unidad nacional, la promoción de la vida y la familia
o el control de la inmigración. Tan solo uno de ellos está fundado y presidido
por un vasco. Esa formación es Vox y su presidente es Santiago Abascal”. Curiosamente
deja caer que nos es uno sino varios partidos los que defienden los cuatro objetivos
que indica (nación, vida, familia y control de inmigración). En consecuencia,
no son estos objetivos los que van a distinguir a VOX de todos ellos. La distinción
proviene de un hecho: su presidencia se ostenta por un vasco.
IKUSLE es algo así
como un diario digital vasco. Sus noticias están orientadas al País Vasco e incluso
publica artículos en euskera. Su nombre mismo es euskera y significa “espectador”.
Pero ¿cuál es su sesgo? Uno apostaría por el que podíamos llamar de derechas,
pero carente quizá del tinte nacionalista que representa típicamente el PNV, equivalente
a lo que fue en Cataluña la desaparecida Convergencia i Unió. La famosa diferencia
de sentirse orgulloso de ser vasco o catalán y llevar ese orgullo a un sentido supremacista.
Y así IKUSLE parece
debatirse entre un sentimiento de orgullo vasco y un rechazo a la condición de
vasco de aquel al que considera fundador y reconoce como presidente de VOX:
Santiago Abascal. ¿Estamos ante un peculiar libelo contra Santiago Abascal? Pude ser, pero cada puede tener una opinión en
ese punto.
Hay algo que no
puede olvidarse: el librito que comentamos fue publicado en marzo de 2018, cuando
VOX carecía de representación parlamentaria y solo había servido de muleta para
el triunfo de la derecha en las elecciones andaluzas. Se desconocía entonces la
irrupción que tuvo en el arco parlamentario en las elecciones de 28 de abril de
2019, un tanto violenta porque fueron 24 los diputados con los que contó. En realidad,
no tanto virtud de VOX (que escasamente varió sus principios) sino de los
restantes partidos con sus errores. Y la cosa no parece acabar porque ahí, en
esta tarde del 10 de noviembre, todos los augures muestran otro importante salto
cualitativo, algo, por descontado, de confirmar dentro de un par de horas.
Vamos al libro.
Saltemos de su introducción a su conclusión, lo que deja de ser una costumbre
aconsejable: ver lo que se quiere hacer y qué es lo que se ha creído hacer. Según
ella: “la historia de Vox se divide en tres periodos claramente diferenciados.
El primero de ellos corresponde con la fundación del partido y la presidencia
de Alejo Vidal-Quadras, donde la formación orientó sus esfuerzos a presentarse
como los herederos del Partido Popular de José María Aznar. El segundo se
inicia con la elección de Santiago Abascal al frente de Vox, el inicio de una
intensa relación con Intereconomía, los acercamientos a la ultraderecha
europea, las numerosas polémicas y crisis vividas en el seno del partido y una
sucesión de fracasos electorales. Por último, se distingue una tercera fase, en
la que nos encontramos ahora, que se inicia con la dura crisis política que
amenaza con enquistarse en Cataluña y que ha catapultado a Vox al centro de la
atención pública.”
Esas tres etapas
se distinguen perfectamente en el libro, que las recorre brevemente. Pero hay que
aludir a la realidad de que, realmente, la tercera de ellas aún no está cerrada
al no estar tampoco cerrada la crisis catalana. Más aún, la virulencia de esa
crisis ha incrementado las posibilidades electorales de VOX. A lo que hay que
añadir la mayor transparencia general en el conocimiento de su ideario “tras varios
años de una dura travesía por el desierto”.
La actitud de IKUSLE
quizá quede reflejada en esta expresión utilizada en esa misma conclusión: “Aunque
sus partidarios alegan que VOX no es una formación de extrema derecha, su periplo
político presenta numerosos paralelismos con partidos españoles encuadrados en
ese sector ideológico”. Algo que incluye un llamativo proceso de crecimiento
seguido de crisis que llevan a la desaparición del partido. La realidad es otra
cosa: muchos partidos desaparecen, pero Vox ha supuesto en todo caso un retoque
en todo el arco parlamentario: de moderación en la derecha y de extremismo en
la izquierda. Queda encima la expresión “extrema derecha”, auténtica tarjeta
roja manejada por la izquierda, pero que el propio libro reduce el calificativo
de “un camino a la derecha del Parido Popular”.
¿Se acuerda
alguien que VOX fue creado y presidido por Alejo Vidal-Quadras? Un político que
pasó por otras formaciones hasta desembarcar en el Partido Popular, llevando a éste
a notables resultados en Cataluña. Mantuvo una polémica con Jorge Fernández Díaz,
quien defendía la conveniencia de mantener unas buenas relaciones de colaboración
con Pujol. Aunque Aznar apoyó a Vidal-Quadras inicialmente, la necesidad de recurrir
a Pujol tras la insuficiente victoria en las elecciones de 1996 hizo que se
abrazara a él y enviara a Vidal-Quadras a Bruselas. Fue en 2014 cuando éste
abandonó el Partido Popular. Dejó constancia de esta decisión en una carta
dirigida a Rajoy en la que afirmaba “uno de los motivos por los que me voy
es mi deseo de contribuir a construir un modelo de partido distinto, en el que
la eficacia no esté reñida con la deliberación". Y pasó a ser
presidente de VOX. La derrota en las elecciones de mayo de 2014 provocó su
dimisión, animado por Abascal y criticada por el bloguero Elentir.
Entramos ahora
en un grupo de apartados en los que se repasan las crisis sufridas por VOX
durante el mandato de Abascal. Pasan los casos de Cristina Seguí (denunciante
de irregularidades atribuidas a José Luis González Quirós a través de la firma “Mind&Matters”),
o el de “la lotería premiada que nunca se compró” (una denuncia que surge en un
diario digital valenciano y airea la delegación de VOX en Cáceres y que resultó
de haber recaído la pedrea en un número que se había repartido en participaciones
de 4 euros, más uno para VOX).
Las nebulosas relaciones
entre Intereconomía y VOX son objeto de análisis. Los que contemplamos hoy una Intereconomía
prácticamente arruinada y, con perdón, casi mendicante, recordamos los tiempos
en los que pisaban sus mesas de tertulia afamados comunistas y socialistas. Incluso
cómo conocimos en ellas a Pablo Iglesias.
Quizá el
aspecto álgido de la crítica a VOX es el calificativo de “extrema derecha” que
se le aplica de forma constante y habitual, sólo ligeramente distinta del de “ultraderecha”
que, por ejemplo, utiliza “El Confidencial”. Quiérase o no, el hablar de “extrema
derecha” ha sido utilizado como arma electoralistas y política por las izquierdas
e, incluso, por algún sector de la derecha. Es un calificativo empleado con intenciones
claras y con el que Abascal “no se siente cómodo”. Aunque se desmarca de la acusación
de racismo, admite (siempre según indica El Confidencial) que se identifica con
otros partidos homólogos europeos en su rechazo a superestado de la UE, en la inmigración
musulmana y en la reivindicación de la unidad nacional. Pero pese a estos esfuerzos
“la realidad es que la ultraderecha española consideró, desde su fundación,
a este partido como uno de los suyos”. Por fin esta cita es del propio
libro. Armando Robles y Francisco Torres fueron los que desde formaciones como
Fuerza Nueva permitieron este aserto. Voces similares surgieron en pequeños diarios
digitales.
La televisión
está comenzando a ofrecer los datos de los resultados de las lecciones. Con un
13 por ciento escrutado, aproximadamente, VOX aparece como clara tercera fuerza
política. Frente a esa realidad las pequeñas acusaciones, pellizcos monja en realidad,
del libro resultan inanes. El fenómeno de VOX debe ser analizado con otra
mirada. ¿Es un síndrome simplemente de algo que aqueja a España? ¿Es una reacción
emotiva ante el progreso anunciado? ¿Por qué, siendo inicialmente algo minúsculo,
es algo que preocupa o entusiasma? Y este libro se detiene en lo que son simplemente
anécdotas.
Al fin parece
descubrirse su sesgo: el nacionalismo que desemboca, al cabo del tiempo, en el
independentismo. A uno le sorprende que se simplifique la posición de VOX
respecto del sistema autonómico actual, al que, según sus detractores, considera
fallido y necesario de abolición. No es esa su posición: los que VOX predica es
la recuperación de parcelas de actuación pública otorgadas bajo presión y a cambio
de cesiones de poder y de dinero.
10 de noviembre
de 2019. Va terminando el recuento de votos. VOX sobrepasa los 50 escaños que Sánchez
Dragó vaticinaba hace unos días. Persiste la amenaza del bloqueo. La multiplicidad
de partidos en el Parlamento crece. Pablo Iglesias, desde su caída, pronuncia
cada diez palabras la de “extrema derecha”. El libro parece perderse en el
pasado como algo inútil y desenfocado. Y yo no voy a discutir esa apreciación.
Y perdón por la
pirueta.
“VOX. La tentación populista
española” es un libro que se obtuvo en Kindle y cuya paternidad corresponde al
periódico digital IKULSE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario