domingo, 2 de febrero de 2020

Paz Velasco de la Fuente : “Criminal-mente. La criminología como ciencia.”


Hay algo que no se puede desconocer: este libro entretiene en su lectura. Es un resultado de combinar adecuadamente el morbo y la ciencia. Pocas veces sucede esto. La autora, Paz Velasco, no solamente escribe bien y es habitualmente clara e inteligible, sino que además mezcla en las proporciones adecuadas estas tendencias que, en mayor o menor grado, suelen anidar en todo humano, más confesada una que otra. Algo así como combinar la ya antigua publicación “El caso” con la más antigua y aún viva “Scientific American”, alternando pequeñas relaciones de crímenes famosos y sacamantecas históricos con conformidades o disidencias sobre las últimas modificaciones de los respetados catálogos de enfermedades mentales y las últimas ideas lanzadas por criminalistas.
Paz Velasco de la Fuente, además de haberse licenciado en Derecho, se ha entregado a la criminología, especializándose en todas las ramas derivadas que aseguran un profundo conocimiento de los hechos sobre los que discurre el libro. Añadamos que tiene un blog (con el mismo título del libro) en donde periódicamente deja constancia de hechos y teorías; siendo probable que el libro sea producto de ese blog y que, en ocasiones, pueda ofrecer el libro cierto sentido repetitivo de conceptos fundamentales. En lo que sigue no se dejará de lado esa corriente que alimenta nuestro morbo, pero se concederá un análisis más extenso a lo que es concretamente científico en el campo de la criminología. La primera satisface nuestra curiosidad, pero la segunda alimenta nuestro razonamiento.
El libro se inicia con una referencia la existencia del mal y como éste puede llevar al crimen, aunque esto requiere otras circunstancias que analizará en su momento. Pero, dentro de eso, debemos asumir la presencia de los homicidios en la larga forma de manifestaciones con las que se manifiesta. Ésta será una tónica del libro: a las diversas formas de psicopatía que repasa se añadirá una referencia a las formas de ejecución, una meditación sobre la mentalidad de asesinos y víctimas y, como colofón, una larga alusión a los principales representantes de las distintas formas de matar examinadas.
Algo que hay que destacar es el hecho de que el análisis se centra sobre todo en los grandes criminales, entendiendo por tales los asesinos en serie. En ellos se estudia su motivación, la génesis de su psicopatía, su desarrollo en ocasiones explosivo, sus manifestaciones, su identificación. Al hacerlo se incurre en una restricción que probablemente es excesiva, pero que queda justificada por ser los sujetos cuyas características, desde el punto de vista criminalístico, son más analizables. Debo pedir perdón: acabo de hablar de criminalística, cuando Paz Velasco, cuando lo primero que hace en su libro y por cierto enfáticamente es distinguir criminalista y criminólogo. Nos aclarará que criminalista es quien se preocupa del descubrimiento de delito ya cometido, usando técnicas conocidas, y, como es lógico, sin el menor sentido de prevención del delito. La criminología es, en cambio,  …una ciencia interdisciplinar que se encarga del estudio empírico del comportamiento delictivo y de la reacción social frente al mismo…  analiza el delito como acto individual al delincuente, a la víctima y las medidas de control existentes
Volvamos a la figura el asesino en serie (al que llamará siempre AS, de la misma forma que irá adjudicando abreviaturas a otros conceptos repetitivos; así OM será “modus operandi”…). Paz Velasco utiliza formas de exposición peculiares: desde la relación de características o factores ordenados en una lista, a las alternativas existentes, lo que la conduce a separar conceptos dicotómicos opuestos, aunque, como en ocasiones hace, confiesa admitir la existencia de nociones mixtas que convierten, de hecho, la dicotomía en una especie de “continuum”.
Distingue así entre psicópatas y psicopáticos, aquejados los primeros de problemas de anormalidad cerebral y no los segundos. El modus operandi (MO) de ambos tipos de asesinos es igualmente diverso, lo que permite otra importante distinción entre el crimen en serie organizado y el no organizado. El primero está dotado de una cuidadosa planificación previa y seguido de un intento de ocultar el crimen; por el contrario, el segundo obedece a impulsos incontrolados y a una especie de exhibicionismo, manifestado en la despreocupación por las pistas dejadas.
Quizá la idea básica que organiza la exposición del libro sea la necesaria concurrencia de dos factores en la aparición del psicótico; el genético y el social, es decir, de un componente de personalidad anormal y de otro, manifestado normalmente por una infancia infeliz, el acoso escolar, o una familia distante. A uno le recuerda la clásica combinación del explosivo y detonante
Todo va a acompañado, tanto por una gran serie de citas opiniones de criminólogos, como por una constante aportación de ejemplos de AS famosos. Son tantas estas distraídas referencias que uno se explica que ese tipo de crimen haya florecido a lo largo del siglo XX, aunque históricamente existan precedentes, Quizá no se enfatiza en el libro la importancia de la difusión de los actuales medios de comunicación y la necesidad de una cierta sensación de peligro por parte de la población. Porque si tienen algo de común los AS es su aparente sociabilidad y su encaje en la comunidad, lo que les hace especialmente temibles. La gente parece necesitar cierta dosis de miedo, bien sea a las vacas locas, al cambio climático antropogénico o a los AS. Y esa dosis se la dan día a día los medios de comunicación, manipulados o no, creando así una especie de adición.
A ese temor contribuye una característica común del psicópata: su vida social diaria, en la que se muestra como persona absolutamente normal. Paz Velasco nos aclarará en este sentido que en su personalidad late siempre algo importante: la total falta de empatía, el absoluto desconocimiento de los sentimientos ajenos, la cosificación del prójimo, un absoluto egoísmo que permite pensar en una especie de autismo moral. Esa es la esencia del psicópata, pero éste no llega siempre a ser un criminal. Lo es siempre en potencia, pero sólo en ocasiones se convierte en ello.
Es importante también distinguir entre psicopatía y sociopatía: “la psicopatía es una organización de la personalidad, mientras que el trastorno de la personalidad antisocial (TPA) es un patrón de conducta que puede encontrarse en diferentes personalidades de diferentes tipos de delincuentes, no solo en los psicópatas”. Añade Paz Velasco: “La sociopatía no es un trastorno psiquiátrico formal”. Culmina así la vaguedad con que se produce el DSM5. Los sociópatas pueden tener una conciencia bien desarrollada, pero “su sentido del bien y del mal de basa en las normas y expectativas de su subcultura del grupo donde viven”. Consciente de la dificultad de distinguirlos, el libro añade una relación de los rasgos que ofrecen uno y otro grupo.
Un tema curioso abordado es el del tratamiento de la ley española frente al asesino psicópata. Aquí se aprecia la formación jurídica de la autora, quien viene a mantener la ignorancia legal y penal de esta malformación de la personalidad en nuestra legalidad que ha tendido a anclarse en nociones vagas como la “enajenación mental”.
Paz Velasco no podía ignorar ni ocultar el papel de las mujeres en el tenebroso entorno del asesinato. Trastornos y enfermedades son compartidos por ambos sexos con las excepciones, que, como el útero o la próstata, son exclusiva propiedad de uno u otro. Pero los trastornos de la personalidad son similares en esencia y diversos en su manifestación. Mientras el asesino masculino recurre habitualmente a la violencia, la mujer se inclina por el veneno, atribuyéndosela el 80% de los asesinatos en que se emplea este medio. El veneno es de aplicación lenta, de descubrimiento difícil, ignorado por la víctima… Pero tipología de asesinatos femeninos no para ahí: repasa la figura de los ángeles de la muerte (enfermeras que matan a sus pacientes, actividad compartida con varones), las “viudas negras”, las filicidas que matan a sus hijos, las psicópatas integradas que compara con una encantadora de serpientes, las hibristófilas que se enamoran de monstruos y en ocasiones les ayudan matando en común.
Algo también abordado es esa especie de admiración que se ha ido creando en la sociedad ante los AS. Comenzando por los autores que fueron popularizando la llamada “novela negra” y terminando por la creación de auténticos ídolos llevados a la pantalla y cuyo más distinguido representante en la actualidad es Hannibal Lecter. La cosa no termina ahí, porque Paz Velasco nos habla de los que llama “neópatas”, las nuevas formas criminales propiciadas por el desarrollo técnico e informático.
El siguiente tema tratado es el de “perfilación criminal”. Cómo se origina y evoluciona el plan criminal, cómo se selecciona a la víctima, cómo y por qué se comete el crimen, el significado del escenario del crimen. Su geografía, el ámbito de selección de las víctimas o su cálculo de las formas de escape. Estimaciones de alto valor para su identificación por parte de los criminalistas
Debo acabar como empecé: afirmando que estamos ante un libro entretenido y curioso. Que además nos permite adentrarnos en un mundo habitualmente desconocido y haciéndolo con criterios científicos de los que no podemos dudar, aunque sólo sea por el amplio abanico de opiniones que contiene. Y que al mismo tiempo une informaciones sobre temas hasta cierto punto banales: relaciones de AS en España y en el mundo, procedimientos utilizados en sus crímenes… ¿Quién no tiene alguna vez curiosidad de conocer la historia del Arropiero o del asesino de la baraja?

“Criminal-mente. La criminología como ciencia” (380 págs.) es un libro escrito por Paz Velasco de la Fuente en 2018. Publicada ese mismo año por la Editorial Ariel (del grupo editorial Planeta), se lanzó una cuarta edición (que es la leída) en junio de 2019.

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