viernes, 14 de febrero de 2020

Matthew D’Ancona : “Posverdad. La nueva guerra contra la verdad y cómo combatirla”.


Todo sucedió así: entré en un liberaría y me acerqué a los libros de Alianza Editorial. En el lomo de uno de ellos aparecía el título: “Posverdad”, un concepto novedoso y escasamente definido, algo así como el garrote goyesco con que se atacan los individuos, y en especial los políticos y los periodistas. Es una noción de creciente creación y de la que buscaba algún tipo de análisis sobre la misma, una definición en todo caso. Y lo compré sin más. Ya en casa contemplé atónito la portada: aparecía en doble imagen la de Donald Trump. El libro ya establecía así una clara relación entre este político y la posverdad. Si esto es lo que pensaba el autor, un tal Matthew D’Ancona, acaba de tomar partida en la confrontación a la que alude en al subtítulo del libro tachándola de “nueva guerra contra la verdad”. Digamos que de dicho autor únicamente puedo decir que es periodista conocido, inglés y que ha carecido de una orientación política definida. Tiene sus columnas fijas, al parecer, en “The Times” y en el “New York Times”.
En resumen, me encuentro con “un libro en las manos” (como decía aquel señor llamado Luis de Sosa en la TVE) tratando de saber lo que se conoce por “posverdad”, es decir, lo prometido por el libro. Tristemente, con lo único que se topa es con “su posverdad”, algo así como una barra libre, no de opinión sino de desinformación. Hay ya aquí algo que no aparece destacado en el libro: la intencionalidad de la mencionada desinformación. Es comprensible: en sus primeros párrafos dice Matthews: “inevitablemente Trump aparece en la paginas de este libro como una pantera de pelo naranja” Aunque añade: “pero el presidente no es su asunto principal”. Luego aclara: “me propongo examinar cómo ha sido decayendo progresivamente el valor de la verdad como divisa de reserva de la sociedad, y el contagio epidémico de un pernicioso relativismo disfrazado de legitimo escepticismo”. Pero en el camino ha dejado ya rastro de su sesgo.
Si vamos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua nos encontraremos con que ya registra su definición de la posverdad (que hace derivar del inglés, post y truth, sin que se sepa bien por qué se ha sustituido el prefijo post, más expresivo, por el del “pos”). Esta definición es la siguiente: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Y ofrece un dudoso ejemplo del uso de ese término: “Los demagogos son maestros de la posverdad”. Cierto, pero no exclusivo.
A lo largo de esta obra se manifiesta un error básico y fundamental: en ningún momento se busca la verdad, sino que simplemente de apropia de ese concepto para aplicarlo a determinadas concepciones, a las que defiende. O sea, simplemente: la verdad es suya; lo que la contradice es posverdad (¿recuerdan la idea de lo no correcto políticamente?). Sucede que, además, no se habla de la verdad como conocimiento de la realidad, sino que se hace simple referencia a hechos de los que en unos casos se informa sin manipulación alguna y de los que son inventados o manipulados. Esos dos conceptos aparecen identificados como gérmenes de la posverdad: la negación y la conspiración. Sucede, sin embargo, que esa afirmación de D’Ancona debe ser interpretada desde su peculiar punto de vista. La negación, por ejemplo, se convierte en silencio o fingida ignorancia. Sin olvidar el insulto y el desprecio como compañeros de viaje.
El libro da una especial relevancia a la idea de “conspiración”, vocablo que, en España, por ejemplo, se ha ligado a una referencia a la enfermedad mental para construir el concepto de conspiranoico. Las definiciones del DRAE nos proporcionan dos primeras acepciones que se refieren a varias personas que se unen contra su propio soberano o que se unen contra un particular para hacerle daño. Tampoco resulta apropiado recurrir al Código Penal cuyo artículo 17 nos dice que la “conspiración existe cuando dos o más personas se conviertan para la ejecución de un delito y resuelven ejecutarlo”.
Pienso que, desde un punto de vista vulgar, habría que distinguir dos clases en las llamadas conspiraciones. Una que podemos calificar de pintoresca, como son las que niegan la muerte de Elvis Presley, la llegada a la luna, …. Otras —que son las que deben tenerse en cuenta— mantienen posturas opuestas a la información recibida de manera más o menos constante y cuya veracidad no está apoyada por pruebas concretas y razonables. No existe en ningún caso coordinación o concierto de voluntades; no persiguen ninguna acción concreta. Son únicamente una muestra de protesta ante la información recibida. Una disconformidad que crea el temor a que llegue a convertirse, como suele suceder, en algo políticamente correcto de lo que no se puede disentir. En otras palabras: la conspiración existe justamente en los que califican a los disidentes de conspiradores. Pero nada de esto es analizado en el libro, que finalmente se convierte en un turbio panfleto de posverdad nacido del fracaso del partido demócrata norteamericano.
El libro contempla los casos de las elecciones Trump y el triunfo del Brexit. En ambos casos se llevaron a cabo campañas que llegaron a los sentimientos de los votantes. Pero eso no basta para calificarlas de utilización de la posverdad, sino de meras tácticas electorales; sus oponentes, de hecho, también, las emplearon. Pero ello conduce al autor a permitir el establecimiento de una conexión entre posverdad y populismo. Sin embargo, uno se pregunta si la victoria en unas elecciones debe asociarse de forma simplista al triunfo del populismo, de izquierdas o de derechas.
No obstante todo ello, el autor, Matthew D’Ancona, mantiene en muchas fases del libro una serie de consideraciones equilibradas sobre la posverdad, aunque ninguna de ellas suponga una real aportación a la lucha contra la misma. Una de ellas es que ésta se dirige a lograr un populismo que amalgame los sentimientos de frustración que tenga la masa, dirigiéndose directamente a ese mundo sentimental que mueve a los individuos. “La racionalidad se ve amenazada por las emociones, la diversidad por la reivindicación de lo autónomo, y la libertad por una deriva hacia la autocracia”.
Pero la posverdad va más allá. Dos áreas en las que D’Ancona se refiere como zonas en donde aprecia manifestaciones de la posverdad son las relativas al cambio climático y a la inmigración. Pero al abordar estas políticas, se apropia de la idea de verdad y mantiene como verdaderas unas tesis configurando como conspiradores a los que dudan de las mismas, por otra parte tan discutidas aún.  Es a mi modo de ver— uno de los grandes fallos del libro: no distinguir entre verdad y certeza, pretendiendo que los hechos de que consta la información, no deben ser simplemente ciertos, sino que deben envolver la verdad. Dos casos son objeto de especial análisis en el libro: el rechazo de las vacunas y el holocausto judío.
¿Cómo combatir la posverdad? Las soluciones propuestas son tan simplonas como obvias, tan teóricamente válidas como prácticamente inútiles. Dejando a un lado la constante invocación a oradores como Martin Luther King, a películas como “Apocalypse now” o a libros como “1982” de Orwell, se recurre a la formación, a la educación, a la responsabilidad, siempre, claro, a la de los destinatarios de la información. En definitiva, la lucha: tenemos lo que nos merecemos con nuestra pasividad y nuestra falta de reacción ante la posverdad. Aunque, ojo, si ese público reacciona, sólo conseguirá que se le tache de conspiranoico. La posverdad, entiendo, se convierte así en la verdad oficial, a la intocable corrección política. La culpa, ya se sabe, siempre ajena.
Añadamos que el libro hace referencia a la novedad que supone la presencia de redes sociales basadas en una arrolladora informática. Uno se pregunta cuáles son, realmente, sus consecuencias ¿favorece a la posverdad? ¿la oculta, ocultando al mismo tiempo la mano que mece la cuna? En ocasiones uno piensa que las viejas dicotomías rico/pobre y capitalista/proletario han sido reemplazadas por otras nuevas que tiene por protagonistas a los estados intervencionistas y a los grandes complejos económicos.
Un aspecto curioso es el palo que se da la posmodernidad. Constituye un estado de ánimo de la izquierda, producto de la deriva de la filosofía francesa surgida tras el 68 y de la desorientación producida por la desaparición de la URSS en 1989. Ve en su haber la introducción de un pluralismo que abre nuevas voces a minorías, pero critica abiertamente la correlativa introducción de un nuevo relativismo que, considerando inalcanzable la verdad deja puertas abiertas a las fake news. El libro nos indica que “el posmodernismo se convirtió en una capa de herrumbre sobre el metal de la verdad” ya que “confería prestigio intelectual al cinismo de última moda y ponía un nuevo rostro al relativismo”.
El libro es de una enorme pobreza intelectual. Es imposible condenar la posverdad practicándola al mismo tiempo y eso es lo que pretende hacer. Uno esperaba un análisis ponderado de un fenómeno tan actual como peligroso como lo que se llama posverdad, pero la realidad es que se encuentra con algo que recuerda un libelo dirigido contra el revolucionario y desconcertante Donald Trump que osó vencer a Hilary Clinton. Una y otra vez surge la presencia esa sensación porque, una y otra vez, se da pie para ello. Cierto que afirma que Trump no es el creador de la posverdad, limitándose a afirmar que la posverdad le ha hecho posible, por lo que llega a la consecuencia que la futura desaparición de Trump no implicaría la de la posverdad
A uno le molesta que, en un mundo cada vez más sumergido en la posverdad, no se analice el fenómeno que constituye y, en contraste, se acuse de practicarla a otros con los que no se comulga. Y esa es la razón de que me decepcione este libro, más allá de la ya mencionada pobreza intelectual, introductora de un nuevo relativismo. Claro que uno se acuerda también de Gracián y de la inexistencia de libros tan malos que no contengan algo bueno. Aunque sólo sea la de incomodar al lector, obligándole a disentir.
“Posverdad. La nueva guerra contra la verdad y cómo combatirla” (200 págs.) es un libro del que es autor Matthew D’Ancona en 2017 siendo publicado por Alianza Editorial en su serie de bolsillo en 2019.

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