El que avisa no es traidor. Esto se puede decir de un libro al que se le podría criticar su concentración en la política exterior norteamericana. Pero el propio título de libro ya nos había avisado de ello; por esa razón no se puede hablar de traición, sino de fidelidad a una idea. Otra cosa es que resulte criticable abordar la geopolítica de todo el mundo desde una mirada exclusivamente estadounidense. Aunque también podríamos juzgar esta indicación de injusta porque, en el momento actual, la política de los Estados Unidos tiene una clara influencia en la totalidad del mundo.
Era, por otra
parte, lo esperable del autor Robert D. Kaplan, autor ya de 18 libros de éxito
y experto en temas de seguridad nacional, lo que le ha hecho ser participante
de diversas organizaciones militares norteamericanas. Ha sido también un
viajero infatigable que ha conocido y recorrido muchos países del mundo lo que,
indudablemente, ha influido en su visión del panorama actual. Resumiendo todo
esto, Wikipedia nos lo describe como “periodista, analista político,
escritor y viajero estadounidense”. Insiste en el carácter polémico de
muchos de sus escritos y desvela cómo su popularidad derivó de la buena acogida
que sus ideas tuvieron en Bill Clinton.
Si tuviéramos
que anticipar el contenido del libro podríamos decir que descansa en la apreciación
de tres dilemas: la contraposición entre guerra caliente y guerra fría, la
moralidad e inmoralidad de las decisiones políticas y la oposición entre
realismo e idealismo den los políticos. Hablamos de ‘libro’ cuando estamos,
como se confiesa en su inicio, ante algo
que realmente es la acumulación de una serie de artículos publicados en la
prensa o de pequeños ensayos e informes: “El capítulo con que se inicia el libro
y que sirve de punto de anclaje de toda esta recopilación de artículos es un
estudio que escribí para la Oficina de Evaluación Neta del Pentágono a finales
de 2016”. Un origen como ese priva a cualquier obra de un sentido propio y
hasta original; al mismo tiempo, dada la cantidad de libros publicados, resulta
imposible incluirlo, como sucede con tantos escritores, en el proceso evolutivo
que se produce en su pensamiento.
Resulta preciso
referirse a ese anunciado anclaje: digamos, por de pronto, que no solamente nos
va a hablar del retorno del mundo de Marco Polo sino, sobre todo, de la
respuesta militar estadounidense. Respecto del primero, su tesis parece
resumirse en su primera frase: “Europa desparece y Eurasia de cohesiona”,
en la que refleja lo que advierte en estos primeros pasos del siglo XXI. Lo que
siguió a la II GM fue un periodo firme de Occidente. “La OTAN fue, antes de
nada, un fenómeno cultural”. Nació la Unión Europea y la prestó su pleno
apoyo. De esa forma, Occidente en el siglo XX se impuso sobre los sistemas
totalitarios de Europa; primero el nazismo, más tarde, el comunismo. Hoy el
panorama es distinto: “qué hacer con debilitamiento de los Estados del supercontinente
y con la vuelta al primer plano de unos legados imperiales previos”.
El lector no
puede sentir sino una cierta reserva frente a estas manifestaciones, sobre todo
cuando se afirma que “sólo se conservaron los ideales abstractos de la
Ilustración”. ¡Siempre el fantasma de la Ilustración! Pero supera esa
reserva cuando inmediatamente se sostiene que “Europa.. ha comenzado a
desaparecer. Y con ella Occidente mismo…”. Aclara que más que estarse destruyendo,
“se está diluyendo y dispersando”. Al final Europa se disuelve en
Euroasia. ¿Qué debe hacer Estados Unidos? ¿Dejarse llevar por el orgullo de
gran potencia y auxiliar a Europa? Es lo que Kaplan llama “arte de evitar la
guerra”. Dejémonos de moral y procuremos que no surja otra potencia dominante
en el hemisferio oriental. Y aquí, el autor nos lleva de la mano, examinando y
comentando lo que desde la II GM ha pasado. Desde la alianza de EEUU con Stalin
para vencer a Hitler al apoyo a Irak para debilitar a Irán, concluyendo en las
historias de Israel, Kosovo, Libia… Concluye: “elevar el criterio moral a la
categoría de árbitro exclusivo de la política exterior equivale, en último
término, a no tomársela en serio”.
Sin querer nos
hemos deslizado de las consideraciones que afectan a Occidente a las que exclusivamente
interesan a los Estados Unidos. En este sentido se hace referencia al
debilitamiento sufrido por la Armada de dicho país, cuando el poderío naval es
el único que permite tener una presencia en la totalidad del mundo, cuando ya
la presencia de fuerzas armadas en el exterior es sólo una posibilidad que debe
olvidarse, de la que descartarse ya. O en las consideraciones, tan exactas
quizá como ajenas, al régimen norcoreano, peligroso en su debilidad.
Pero antes
Kaplan ha expuesto la especial tensión que ha supuesto el resurgimiento de
Eurasia, un retorno de la Ruta de la Seda que recorrió Marco Polo,
caracterizada por espacios desérticos junto a otros feraces y por un intento de
multiculturalidad compatible con tensiones de países e imperios. Únicamente
Kublai Kan logró extender su imperio mongol. La situación, como suele suceder
en la historia, parece repetirse. Ahora son China y Rusia las que irrumpen como
competidores principales, pero junto a ellos aparecen otras naciones como Irán
o Pakistán que ocupan posiciones clave desde el punto de vista geopolítico. Sin
olvidar que el avance hacia o sobre Europa que supone la Turquía de Erdogan con
su sueño de retorno al imperio otomano. Quizá esta pérdida de influencia de los
Estados Unidos en Europa que se produce al perderse ésta en Eurasia es lo que
preocupa a Kaplan. Que nos expone el ejemplo de Bulgaria, mirando hoy más al
Este que al Oeste.
El autor sin
embargo no se amilana, saca pecho y nos dice, basándose en la distancia, que
Estados Unidos no tiene allí ambiciones territoriales y por eso puede ser visto
como “la potencia reputada y el intermediario honrado, defensor de un
sistema de libre comercio del que dependen todas las economías de la región”.
Y por esa misma distancia recurre a la idea de los barcos de guerra, como
presencia y signo del poderío norteamericano. En definitiva, habida cuenta de
la inmensidad del territorio de Eurasia, Kaplan defiende la no implicación,
salvo casos extremos, de Estados Unidos en esa área. Habrá que “tratar siempre
de ocupar un espacio intermedio entre el neoaislacionismo y el intervencionismo
de estilo imperial”. Y añade: “eso significa más drones, más misiles
guiados de precisión, mas cibercapacidades y más fuerzas de operaciones especiales”.
Uno sospecha que olvida que eso puede ser también una posibilidad al alcance de
los euroasiáticos por venir. Al final, el libro todo lo fía a la eclosión de
nuevas nacionalidades en Eurasia. Todo se completa con un capítulo dedicado a tres
“pensadores”: Henry Kissinger, Samuel Huntington y John M. Mearsheimer.
Recuerda sus vidas, sus hechos y sus pensamientos. Pero siguen siendo
consideraciones que, con independencia de su mayor o menor interés, están
realizadas cara a un público norteamericano. Sigue otro capítulo sobre
“reflexiones”, dedicada la primera de ellas a Donald Trump, más interesante por
cuanto sus decisiones afectan a todo el mundo pese a su finalidad de autonomía.
Curiosamente denuncia que se le considere realista cuando no lo es. Kaplan
considera que el realismo es, sobre todo, una sensibilidad, no una guía
concreta sobre lo que hacer y lo que no en cada caso concreto. Curiosamente trata
a Trump de “posletrado”, una persona que se ha saltado toda esa parte de los libros
y ha pasado directamente a la era digital. “El sentido de la historia se
forja principalmente leyendo”. Uno cree que, aparte de que seamos
condenados a ser “posletrados” ―o mejor digitalizados―.
Trump es fundamentalmente un negociador y un negociador de los que recuerdan a
los jugadores de póker o, si se quiere, a los viciosos de los órdagos en el
mus.
Kaplan nos dice
además que estamos en una época post imperial (habla claro, de los Estados
Unidos) y analiza su repercusión en un mundo cada vez más interconectado: “el
siglo XXI estará definido por una anarquía vulgar, populista, sobre la que la èlite
que se reúne en lugares como Aspen y Davos tendrá cada vez menos influencia y
será cada vez menos capaz de comprender”. Estas palabras bastan para ver en
el libro de Kaplan una visión pesimista del futuro. Desde su punto de vista,
claro, porque los pesimismos son muy variados. Más adelante matizará sus
afirmaciones, hablará de la necesidad de un cierto determinismo, limitará la
idea del realismo, alabará la política apaciguadora de Obama… en otro apartado
concluirá avisando del peligro de un nuevo utopismo…
Si reparamos en
el título del libro veremos que no se refiere a los viajes de Marco Polo, sino
a los nuevos espacios que con sus viajes descubrió. La vieja Europa tuvo
noticia de países, tan lejanos como desconocidos, a través de sus viajes. Por
su parte solo contaba con el funcionamiento de la ruta de seda, algo que
terminó desapareciendo dejando los residuos culturales de los que Kaplan en sus
viajes se admiró. Pasa el tiempo y ese escenario reaparece, revitalizado por
las nuevas comunicaciones, por las nuevas tecnologías, por la globalización y
los mercados libres. Un territorio inmenso y variopinto donde potencias como
China y Rusia confrontan; al que potencias tradicionales como las europeas y
los Estados Unidos ya no pueden llegar; ajenos a la realidad diaria de los
americanos y aislada de la realidad de la India.
Estamos ante un
libro que nos ofrece un conjunto interesante de ideas, que contiene no
solamente afirmaciones sino justificaciones de lo afirmado, que describe con
bastante corrección la realidad geopolítica actual, que juzga comportamientos
políticos reciente y conocidos. No es en ese sentido lo que pudiéramos llamar
un libro inútil. Pero al mismo tiempo entiendo que es un libro de utilidad
limitada.
Es un libro,
ante todo enfocado a la realidad norteamericana. Por descontado, tenemos que
rezar porque su economía, por ejemplo, no se constipe por la cuenta que nos
trae. Pero ello no impide que la sintamos un tanto lejana. O sea, afectados
pero inermes ante lo que proclama y anuncia.
“El retorno del mundo de Marco
Polo. Guerra, estrategia y los intereses estadounidenses en el siglo XXI” es un
libro escrito por Robert D. Kaplan en 2018 y publicado por RBA libros en España
en abril de 2019. Leído en Kindle.
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