El autor del libro,
Antonio Checa Godoy, cabalgó desde el periodismo (parcela en la que dirigió
varias publicaciones andaluzas) hasta la investigación y la docencia,
concentrando su trabajo en los temas relacionados con la comunicación, lo que
le llevó a ser un estudioso de la prensa y la radio.
En el presente
caso centra su trabajo al análisis de la prensa, pero lo hace ciñéndose a dos
condicionantes: la relación de la misma con los partidos polÃticos y el reducirse
al periodo de la II República. En este sentido hay que indicar que, efectivamente
se ciñe a dicho periodo, pero es inevitable que incluya algunas alusiones al
periodo anterior, fundamentalmente la dictadura de Primo de Rivera, como
posterior, la guerra civil y la etapa franquista. Por otra parte, la segunda
república siguió existiendo como forma de Estado de la España no incorporada al
bando nacional.
Si tenemos en
cuenta que Checa Godoy viene escribiendo sobre temas de comunicación en España desde
finales de los 70 puede comprenderse que la cantidad de información que ofrece
en enorme. En ocasiones, se tiene la sensación de que se está ante algo asÃ
como una guÃa de teléfonos. Algo lógico cuando al final del libro se incluye un
Ãndice de las publicaciones polÃticas y sindicales desde el 30 de enero de 1930
al 18 de julio de 1936 que se citan en el libro y que esa relación ocupa 31 páginas
(de la 319 a la 349) impresa en un tipo que permite que en una página se relacionan
más de 70 diarios, semanarios o revistas.
Esto
permite afirmar que estamos ante un libro de consulta, no ante un libro de
lectura. De un libro que se puede abrir por cualquier apartado o capÃtulo y
leerle hasta rebosar información. Pero ello no impide sin embargo que no sea posible
extraer de esa lectura paralelismos y lecciones que, provenientes a una época
concreta y determinada, puede ser reconocida en otras coordenadas distintas.
La evolución
de la prensa —diarios y semanarios que nacen y mueren— quizá no proporcione en
sà una fotografÃa de la vida de los partidos polÃticos, pero sà nos ofrece algo
asà como una radiografÃa de las situaciones en que se mueven los mismos. Con
claridad se advierte cómo el auge de un partido se traduce en la fortaleza de
la prensa que apoya tendencia polÃtica a que representan. Y al revés, cómo la decadencia
de un partido supone la debilidad y final desaparición de su prensa adicta.
Todo esto
sin incluir un fenómeno al que en el libro se alude con harta frecuencia: la suspensión
de los periódicos por los gobiernos. Los gobiernos de izquierda suspendÃan
diarios y revistas de la derecha, y al revés. Sin embargo —y ahà surge la
pregunta— ese fenómeno aparece prácticamente como inaudito en los tiempos
actuales, donde sólo lo podemos encontrar en paÃses retrasados y con gobiernos
declaradamente dictatoriales. ¿PodrÃamos imaginar en la España actual la
censura y suspensión de un periódico? Nos resultarÃa un hecho insólito a cuya
desaparición contribuyen dos causas: la generosa amplitud con que se reconoce
hoy el derecho a la libre expresión, por una parte, y, por otra, el fenómeno de
la prensa digital.
Al referirse
a la relación entre prensa y partidos polÃticos es más que lógico que Checa Godoy
agrupe su estudio en torno a las tendencias polÃticas y asà va a examinar los
siguientes apartados: la prensa obrera, la prensa republicana de izquierda, el
republicanismo independiente, el centro republicado, la derecha posibilista, la
otra prensa obrera, el conservadurismo independiente, frente a la república y
los partidos nacionalistas. Un mundo que justifica que al final de libro se
incluya un Ãndice de las 68 siglas de los partidos citados.
Quizá esos
grupos merecen una explicación. La “prensa obrera de izquierdas” incluye a socialistas,
comunistas, trotskistas y anarquistas, mientras que “la otra prensa obrera”
acoge el sindicalismo católico y el independiente. La “prensa republicana” de izquierda
agrupa a estos partidos: Acción republicana, el radical socialismo, los
federales, la Agrupación al Servicio de la República, la Unión republicana y al
Izquierda Republicana. El centro puede estar representado por el “republicanismo
independiente” y el Partido Radical.
Yendo ya a
la derecha nos topamos con la “derecha posibilista” representada por la CEDA y
los Agrarios. Más allá del “conservadurismo independiente”, encontramos
agrupados bajo el epÃgrafe de “frente a la república” al tradicionalismo, a los
monárquicos alfonsinos y a lo que llama “semanarios fascistas” donde incluye la
Falange y las JONS.
Por fin
aparece un último apartado el que recoge las manifestaciones periodÃsticas de
los partidos nacionalistas. Aquà se impone una ordenación por regiones. El nacionalismo
catalán se integrará por la Lliga, Esquerra Republicana de Cataluña, Acción
Catalana Republicana, Unión Democrática de Cataluña y “Estat Catalá”. En el
apartado del nacionalismo vasco aparecerán el PNV, Acción Nacionalista Vasca y
otros partidos menores. Lo mismo sucederá con Galicia, incluyendo, aparte de
esos partidos minoritarios, a la Organización Republicana Gallega Autónoma y el
Partido Galleguista. Se complementa con una pequeña referencia a Valencia.
Si
pensamos que, dentro de cada uno de esos subapartados, Checa Godoy analiza la
prensa surgida en cada una de las ciudades más importantes (en todo caso en las
cabezas de provincia) podemos suponer la densidad de la información ofrecida.
Ojear el
libro es recordar el “sic transit gloria
mundi”. Apenas unos pocos partidos, PSOE, PNV, ERC sobreviven. Los
restantes han desaparecido o son simples grupos recalcitrantes. Es reciente la
desaparición del PCE; pronto no bastará con indicar sus siglas: ”el pecé”. La
Falange, reducida al vago concepto de ”movimiento” durante el franquismo, se
suicidó para dar paso a la transición; fue algo parecido al caso del señor
Valdemar narrado por Poe.
Pero lo
mismo sucede con los periódicos y los semanarios. Son pocos los que subsisten
y, sobre todo, que perviven con su tradicional ideario. Pero es que, además,
han perdido definitivamente el carácter de órganos de partido o cosa parecida
que tuvieron durante la segunda república, más allá de las escasas
publicaciones que pugnaban por una independencia periodistica imposible en una
sociedad cada vez más polarizada.
La
polarización polÃtica fue un fenómeno caracterÃstico y decisivo en la segunda
república española. La guerra civil no hizo sino llevarla a sus extremos,
haciendo que el bando republicano se identificara definitivamente con un
comunismo que terminó fagocitando al socialismo y que en el bando nacional éste
se construyera sobre el andamiaje constituido por la Falange tradicionalista y
las JONS, prescindiendo de carlistas y monárquicos y debidamente amansada.
La
consecuencia fundamental de toda polarización es la pérdida de peso del
denominado centro. La república devoró asà el radicalismo de Lerroux o el de
Cambó, cuyas presencias en el parlamento español sufrieron importantes fracasos
en 1936 tras la revolución de 1934. Este fenómeno tuvo su traducción,
prácticamente perfecta, en la polarización de los medios de comunicación, lo
que permite a Checa Godoy llevar a cabo su clasificación en la forma antedicha,
significando a unos como de izquierda, a otros como de derecha, a otros como de
centro. Los que califica de independientes prácticamente son un puñado de
periódicos de provincia, a los que por otra parte irá afectándoles progresivamente
la polarización polÃtica y social.
No se
puede comprender adecuadamente este libro si no es conociendo las incidencias
por las que pasó la segunda república. Ésta se caracterizó por la sucesión de
distintas etapas: la etapa constituyente, el primer bienio social-azañista
(1931-1933), el bienio radical-cedista (1934-1936) y el Frente Popular (1936).
Es decir, se pasa sucesivamente del centro-izquierda al centro-derecha y,
finalmente, a la izquierda organizada. Luego vendrÃa la sucesión de los gobiernos
de Giral, Largo Caballero y NegrÃn, ya en plena guerra civil, y el golpe de
Segismundo Casado. Este trasfondo social y polÃtico no lo destaca el libro,
porque evidentemente no es su objetivo, pero se percibe como a través de un cristal
traslúcido. Una historia más clara de la segunda república debemos buscarla en
otros lugares.
Tampoco se
incide en la actitud tomada por la prensa ante las conocidas cuestiones que se
plantearon en la república: las cuestiones agraria, educativa, religiosa, militar,
social y regional. Simplemente, unos son de derechas y otros de izquierdas. AquÃ
sà que se produjo una identificación de los periódicos y revistas con los planteamientos
de determinados partidos, llegando a ser algo asà como sus órganos: “El
Socialista” (PSOE), ”Mundo Obrero” (PC) o “El Debate” (CEDA).
El libro
suscita la pregunta de si, como en tantas otras cosas, la historia puede
repetirse. Quizá la respuesta esté en el viento o quizá no. La prensa, indudablemente,
debe actuar hoy en dÃa como neutralizadora de la polarización como causa de la
pérdida de la convivencia. Algo que no hizo la prensa de la segunda república
por su excesiva dependencia de los partidos polÃticos. Y ahora su dependencia
crece a través de las subvenciones, los anuncios, las concesiones de
frecuencias. Ya no es necesario que Portela Valladares cree su propio periódico;
bastarÃa que lo favoreciese desde el poder.
El libro “Prensa y partidos polÃticos
durante la II república” (354 págs.) del que es autor Antonio Checa Godoy fue publicado
por la Universidad de Salamanca en marzo de 1989, en su colección “Acta Salmanticensia”
y en su serie de “Estudios históricos y geográficos”.
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