Estamos ante un libro del que es autor David Álvaro García,
licenciado en Ciencias Políticas y con un máster en Comunicación Política y Empresarial,
que ha colaborado con líderes políticos, incluida la oposición al chavismo en
Venezuela y autor de artículos e informes. Presta una atencion especial a lo
que a comunicación se refiere. Lo que pretende en su libro lo revela el
subtitulo que le compaña: “¿Cómo se ha
servido el independentismo del populismo identitario para convencer a la mitad
de la población catalana de las virtudes de la independencia?”. En definitiva,
analiza los mecanismos a que ha recurrido ese independentismo para llegar a las
altas cotas de desasosiego que han creado tanto en Cataluña como en el resto de
España. Según Álvaro “el independentismo
ha podido llegar tan lejos gracias, en parte, al acertado uso de distintas
técnicas de marketing”. Destaquemos la expresión “en parte”, porque esas técnicas
únicamente han sido parte del movimiento populista”. Y el libro relaciona
inequívocamente con la visceralidad, lo instintivo, las emociones…; todo menos
crítica racional en unas sensibilidades que convergen unicamente en la insatisfacción
y el descontento.
La primera parte del
libro no hace sino una historia de los cerca de mil años que reclaman los
independentistas como historia propia. ¿Mil años? La realidad muestra que los
afanes independentistas son muy recientes y que, de esos mil años, apenas
sobrepasan una centuria. Pero el repaso a ese periodo histórico nos muestra con
claridad dos cosas: la persistencia reciente en el afán independentista y la
inconsistente reacción de los llamados constitucionalistas frente a ella. Todos
han corrido tras una liebre: los balbuceos catalanistas iniciales se han
convertido en exigencias inaceptables dentro de la ley; la resistencia frente a
ellas fue cediendo de manera continuada. Todos los galgos corrían tras la
liebre del poder. Todos en un completo desorden.
Aclaremos, de paso, que se van a utilizar sin
distinguirlos conceptos, de por sí diversos, como son los de nacionalismo,
autonomismo, independentismo, separatismo… todos, en definitiva, son la misma
cosa en distintos estados de maduración.
En esa historia, que el libro califica de populismo retrospectivo, pasaremos por
el Centro Catalá de 1882 que echa las raíces del identitarismo, por la Lliga de
Catalunya (luego Unió Catalanista) que da vida al catalanismo político; por Cambó
trae la Lliga Regionalista con su éxito de 1907. Surge la primera manifestación
de autogobierno en 1914: La mancomunidad de Cataluña. Llegaron con Primo de
Rivera tiempos duros que cesaron con las elecciones municipales del 1931. Pocas
semanas antes una fusión de partidos irrumpe ERC (Esquerra Republicana de
Catalunya) cuyo líder, Francesc Maciá proclama la república catalana. Aparece
la Lliga Regionalista con Lluis Companys. La historia posterior a la guerra
civil ya es más conocida: fueron los halagos del franquismo y las cesiones de
Suárez, González, Aznar, Zapatero y Sánchez, dispuesto éste, al parecer, a
encender la traca final. Mientras tanto en Cataluña desfilaban Pujol, Más,
Montilla, Maragall, Puigdemont y Torra, en una tonta y suicida carrera por la
popularidad y los escaños. En Cataluña todo ha sido siempre un “y yo más”.
Hay un hecho que llama la atención. El libro que se
comenta aparece en los últimos días de enero y primeros de febrero de 2019.
Parece que expone un desarrollo cerrado que conduce a la tragedia. Pues no.
Casi al mismo tiempo, el 5 o 6 de febrero de 2019, Torra se permite dar un
bofetón más a un Sánchez y hace públicos los 21 puntos que le exigió como
precio a pagar al apoyo de los presupuestos generales, el diciembre de 2018 y en
Pedralbes. Da igual el bofetón: el refrán español nos dice y él lo aplica: ‘dame
pan y llámame perro’. Todo nos dice que la historia está aún por escribir, en
su parte y momento más importante, por cierto.
Pero eso no priva de mérito al resumen historiado del
independentismo catalán que nos hace David Álvaro. Los arboles nos impedían ver
el bosque; ahora sabemos que estamos en el bosque y el camino por el que nos
perdimos en él. Pero el bosque es aún más complicado
La idea que subyace y sostiene todo el movimiento
independentista es según el libro lo que llama etnopopulismo. Una idea que
describe y cuyos caracteres define y que ha sido cuidadosamente planificada
paso a paso por a lo largo de un continuado proceso que parte de unan ansia de
mayores competencias derivado de una suprematismo racial y lingüístico y que
fue reforzándose, ampliando sus metas hasta llegar a los conceptos de autonomía
y derecho a decidir que hoy se consideran irrenunciables. El proceso se agravó
por la competencia desmedida establecida entre los distintos grupos políticos,
a los que finalmente termina uniéndoles unicamente el odio hacia lo español.
El món ens mira: La
internacionalización es el título del siguiente capítulo. Se aborda en
primer lugar el persistente intento del catalanismo de proporcionar a sus
aspiraciones un aire internacional que las magnifique. Los distintos pasos dados son descritos con
minuciosidad hasta llegar al Diplocat, el organismo autonómico encargado de
despreciar las advertencias judiciales de inconstitucionalidad. Es curioso lo
que el libro se nos dice sobre la falta de rentabilidad que redujo sus
aspiraciones y provocó el cierre de varias oficinas. Llama también la atencion sobre
el hecho de que ninguna nación prestó atención a estos intentos.
La internalización del conflicto ha sido la meta dorada de
los independentistas. Sigue siéndolo hoy cuando consiguen que exista un
“relator” ―a
ser posible extranjero― a cambio de votar los presupuestos de Pedro Sánchez. Ese
intento de internalización se ve acrecentado por los efectos de la
informatización y el avance de las redes. David Álvaro se recrea en analizar
los efectos que ello ha tenido en las empresas, pero de ahí pasa al terreno
político. Su obsesión es la existencia de la mentira, las fake news, la manipulación de la realidad. Algo en lo que beben
ansiosos los populismos. Digamos que, además, destaca el hecho de que Rusia
domina habilidosamente ese terreno y trata constantemente de llevar a cabo lo
que podríamos llamar ciberinfluencias. En 2009 se creó el Centro de Seguridad
de Información de Cataluña (CESICAT) como intento de imitar y suplantar al
CESID.
La tercera pare del libro se ocupa de dos cuestiones
fundamentales: educación y medios de
comunicación, ejes de la acción marketiniana. Ideas básicas para el storyteller que es el independentismo.
La inmersión lingüística y la TV3 son los buques insignia de esas maniobras
gramscianas que hoy conocemos sobradamente. Cómo han ido gestándose y creciendo
es lo que nos cuenta el libro.
Eso mismo es lo que va a hacer con lo que llama agentes políticos, capítulo en el que
comprobamos nuestro grado de ignorancia, primero, y de conciencia, después, de
la acción desarrollada por la multitud de movimientos sociales, iniciativas que
han ido componiendo el actual independentismo. Comenzamos por Ómnium Cultural y
ANC (Asamblea Nacional Catalana). Apenas conocemos a los “jordis”. Álvaro no
ofrece minuciosamente la historia y evolución de esos movimientos. Pero no son
los únicos; hay que agregar otros como la Asociaciones de Municipios para la Independencia,
CIEMEN, el colectivo Emma, la Plataforma por la Lengua, la Asociación Catalana
de profesionales, Súmate, el Círculo Catalán de Negocios… todas subvencionadas
de una u otra forma, en lo que el libro llama “una ebullición asociativa sin precedentes”. Repasará también la presencia
del terrorismo, comenzado por Terra Lliure y el Exèrcit Popular Català,
engendrados por la Crida. Acaba refiriéndose extensamente a dos elementos
inesperados: el club de futbol Barcelona sensibilizado por Laporta, Rosell y
Bartomeu y los Mossos de Esquadra, la búsqueda del ejército preciso para
sentirse Estado, más allá de la nación.
Termina el libro con el capítulo
dedicado a elementos y mensajes
marketinianos. La seducción ocupa un primer plano y tiene la peculiaridad
de generar una curiosa y persistente endofobia, que ve el enemigo en el interior:
Madrid, el bipartidismo… Se hace preciso crear una nación y Álvaro recorre la humilde
historia mostrando la verdadera historia del condado de Barcelona, o la auténtica
naturaleza de una Generalidad recaudadora de impuestos parala corona de Aragón.
“La realidad es que Cataluña nunca actuó
como reino frente al Reino de Aragón, al Reino de Valencia y al Reino de
Mallorca, ni jamás se utilizó esa terminología, ni en aquel momento ni
posteriormente”. Todo se arregló con el sobradamente sabido mito de 1714. El
capítulo es profundamente desmitificador.
El libro es abrumador en los datos
que nos ofrece; sólo por ello merece la pena su lectura. Pero a la abundancia
de datos añade otras visiones. El fenómeno del independentismo está
agudizándose por momentos. Hemos vivido ya en este siglo esa acentuación por la
que estamos en “una guerra sin cuartel en
la que solamente puede salir ganador un bando, o gana Cataluña y pierde el Estado
español o gana España y pierde la república independiente de Cataluña”.
David Álvaro no es optimista: “no
reconocer el éxito estratégico del independentismo es negar una realidad. Lo
que hace treinta años era impensable, hay ya no lo es tanto”. “Todo ello se debe a una mezcla de conceptos
necesarios en la modernidad actual, en la que el marketing político juega un
papel crucial para la consecución de objetivos estratégicos. Ésta fue la gran
innovación de Pujol, Mas, Puigdemont y sus adláteres”.
Lo dicho: el libro merece su lectura.
“Cataluña, la construcción de un
relato. ¿Cómo se ha servido el independentismo del populismo identitario para
convencer a la mitad de la población catalana de las virtudes de la
independencia?”(368 págs.) es un libro escrito por David Álvaro García y
publicado por Deusto en 2019.
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