Abordar un
libro luminoso como éste no deja de ser una pirueta. Muchas veces se ha dicho
que la actuación de Deepak Chopra está orientada a una especie de autoayuda que
le hace un escritor exitoso en los Estados Unidos y algunos otros países
occidentales, incluido los de la América hispana. Pero éste no es un libro de
esa naturaleza, aunque algunos lo tomen como un linimento con el que fregarse
cada día. Este libro descubre muy claramente la mentalidad hinduista. No creo
que se pueda ir más allá y hablar de mentalidad oriental. Entre el hinduísmo y
el budismo, por ejemplo, hay mucha más diferencia de la que habitualmente
apreciamos.
Somos mucho más
miopes para la ideología hinduísta de lo que creemos. Y es la que profesa
Chopra, alumbrado por los Vedas y los libros sagrados de su religión. “los
Vedas, venerados por la sabiduría perdurable que encierran, constituyen una
filosofía eterna a través de la cual se expresa la esencia de todas las
religiones y doctrinas espirituales”. Bueno: aquí quizá se pasa unos
cuantos pueblos. Pero nada más. Cualquier religión afirma más o menos eso de sí
misma.
Digamos de paso
que Deepak Chopra es un médico hindú afincado en California, autor de más de 25
libros en los que expone sus ideas, basadas en una emulsión entre la medicina
ayurvédica y la física cuántica (entre las que se encuentra la noción de
“curación cuántica”). Ideas que han recibido fuertes críticas de otros
“científicos” no menos escritores prolíficos y vividores. Avisados están los
navegantes.
Todo el libro
parece estar dedicado a dar respuesta una pregunta. ¿Quiénes somos? Más
exactamente: ¿Quién soy? La pregunta aparece simple, pero Chopra lo refiere a “su
ser más profundo, su ser esencial, es la fuente de toda la Existencia, de ese
campo de conciencia pura que se manifiesta a través de la diversidad infinita
del universo”. Es lo que hace falta para llegar al desideratum universal
que Chopra dice haber descubierto: “Porque deseo ser feliz”. Y lo que
propone, curiosamente, es el considerar la obtención de la felicidad como
última meta, no dejándose reposar en la satisfacción que producen solamente
felicidades pasajeras. Por cierto, ahí
Chopra recuerda las palabras coincidentes del evangelio: “Buscad primero el
reino de Dios y todo lo demás os será dado por añadidura”.
La idea que
defenderá Chopra es que la felicidad ya reside en nosotros, pero la ocultamos
con felicidades menores y pasajeras. “Lo que debemos anhelar es poder ser
felices sin motivo alguno”. Y ello se consigue comprendiendo “el misterio
de nuestra propia existencia”.
Chopra no es
ambiguo: “Ya hemos respondido a la pregunta básica con la cual comenzamos:
¿Quién soy? Y la respuesta es: soy conciencia pura, un campo de posibilidades
infinitas. Eso soy. No soy cuerpo y tampoco soy la mente. Soy el poseedor del
cuerpo y el poseedor de la mente. El espíritu, el Ser único es todo eso, y esa
esencia es omnisciente, omnipresente y omnipotente”. El choque con nuestras
ideas (que ya no sabemos si son europeas u occidentales, porque diferencias,
hailas) es total. Y continúan cuando Chopra, tras afirmar que nuestro propósito
en la vida es ser feliz, añade “Y ¿qué me sucederá cuando muera?” La
respuesta es nada. “Nada sucede porque no muere” La razón; “no es
posible destruir la conciencia pura”, lo que “nos libera del miedo de la
muerte”. Nunca hay destrucción sino transformación.
El libro no duda
en enfrentarse al problema del alma, para afirmar que el alma “no existe en
el tiempo o el espacio”; está más allá. El alma vibra y crea todo; aunque “para
crear algo nuevo debemos morir a lo que existe”. Y aclara: “a través de
la muerte nos creamos nuevamente”. Pero —y eso es el espíritu oriental— es
una muerte distinta de aquélla en la que los occidentales pensamos. Para Chopra
ni siquiera la personalidad sobrevive cuando estamos vivos. Con sinceridad, uno
tiene que recomendar la lectura directa de lo que Chopra indica que significa
la muerte. Citaré solamente esta frase suya: “La persona que usted considera
ser está cambiando y transformándose constantemente. Todo se transforma y, no
obstante, nada muere”; una frase que recuerda a otra que hemos oído en
tantos funerales. En cualquier caso: “el Ser se manifiesta a través de la
transformación”. A lo que hay que añadir: “Todo lo que sucede a nuestro
alrededor es transitorio”.
Las ideas se
suceden a un ritmo acelerado. La persona deja de serlo. El mundo se convierte
en algo irreal. Junto a las situaciones de sueño vigilia y ensoñación suma
otras como son la “conciencia cósmica” y la “conciencia divina”. Considera
necesario superar la mente positiva y la mente negativa, llegando a la que
llama la mente silenciosa. Elucubra con nociones de tristeza, dolor, energías,
relaciones, tiempo, espacio, universo… juguetea con toda clase de nociones de
forma que no es excesivo tachar de irresponsables sus afirmaciones. Todo para
terminar diciendo: “Esa es la razón por la cual la clave de la felicidad
perdurable está en dejar de buscarla y reconocer que ya es nuestra. Nunca
encontraremos la felicidad si la buscamos.”
La última parte
del libro tiene ya un sentido práctico y responde a su título al dividirse en
tres capítulos: el Poder y cómo obtenerlo; la Libertad y como experimentarla y
la Gracia y cómo vivir en ella.
El Poder lo define
como “la capacidad para manifestar cualquier cosa que deseemos, incluida
cualquier realidad que deseemos experimentar”. Emana de la esencia del universo
infinito y del Ser Único. Chopra nos conduce a la consideración del alma y al
diálogo eterno que en ella se mantiene. El silencio es la base para llegar al
conocimiento de ese diálogo. Aquí el libro salta de esas consideraciones un
tanto abstractas a recomendaciones propias de la autoayuda. La práctica del
silencio y la meditación, con la posible ayuda de un mantra, nos llevará a
liberarnos de preocupaciones, a entender la correlación infinita de los
componentes del universo y la secreta sincronización en el tiempo, a convertirnos
de víctimas en creadores.
La libertad
tiene como idea opuesta la esclavitud. Pero “la esclavitud se refiere
siempre a los límites que nos imponemos, a nuestras propias creencias y a
nuestras reacciones condicionadas.” Más expresiva es esta frase de Chopra:
“Nos envolvemos en nuestros pensamientos de la misma manera que una araña
envuelve a una mosca con su red. Somos a la vez la araña y la mosca, enredados
en nuestra propia red.” Pienso que esto es más directo que enfrentarse a la
concepción de la idea de libertad como hace Chopra: “¿Qué es la libertad? La
libertad viene del conocimiento vivencial de nuestra verdadera naturaleza, la
cual es libre en sí misma.” Uno reconoce el lastre que supone su mentalidad
occidental. Le cuesta entender, por ejemplo, la afirmación de que con la libertad
se pierde el miedo a la muerte, ya que “lo temporal va y viene; lo eterno
siempre está” pero “a causa de nuestra adición a lo temporal hemos proyectado
una realidad de separación y sufrimiento”. Curiosamente, el libro
recomienda encarecidamente vivir el momento, dándole una curiosa intemporalidad.
Sólo existe el presente. O sea: una especie de “carpe diem” espiritual, a lo
hindú.
La tercera noción
abordada es la de la Gracia. Nos resulta tan abstrusa o más que las anteriores:
“La Gracia es mágica, sincrónica, coincidencial, alegre”. Es el factor de la
buena suerte. ¿Y cómo vivir en gracia? Es sencillo. Basta con permitir que el
universo fluya a través nuestro sin interferir con él.” Cuando pensábamos que
íbamos a remontar vuelo, nos encontramos con que el libro nos reconduce ahora
al cuerpo que nos soporta, pero que no es nuestro. Y nos ordena: “trate a su
cuerpo con reverencia y prodíguele cuidados. Alimente su cuerpo con el amor de
su atención. Nutra su cuerpo con alimentos sanos y agua fresca”.
Este papel protagonista
que, de pronto, se concede al cuerpo se basa en su carácter holográfico, ya que
según Chopra cada célula contiene la información de todo el universo. Parece sugerir
que es el universo mismo y eso le convierte en un cayado imprescindible para
lograr la felicidad. “Su cuerpo le habla constantemente a través de señales
de bienestar y de malestar, placer y dolor, atracción y repulsión. Cuando
escuche los matices sutiles de las sensaciones de su cuerpo, estará
conectándose con la inteligencia intuitiva. Esa inteligencia es contextual,
relacional, vital, integral y sabia.”
Hablábamos de un
cayado en nuestra andadura. Así lo manifiesta Chopra: “La próxima vez que
deba tomar una decisión, en lugar de tratar de comprenderla intelectualmente,
preste atención a las sensaciones de bienestar o malestar de su cuerpo y déjese
llevar por sus impresiones intuitivas.”
En suma: es un
libro de lectura amable, aunque con aspectos crípticos. Quizá pesa sobre él la
cohorte de libros publicados por Chopra en los que desarrolla aspectos
concretos de las ideas que en éste parece agrupar de forma coherente. Pero en
todo caso hay que insistir en que lo que puede tener de valioso son las ideas
que derivan, más o menos directamente, más o menos manipuladas, de las
doctrinas védicas. Aportan conceptos que, de alguna manera aparecen
“occidentalizados” y, más concretamente, adoptados a los modos de vida
norteamericanos. Un libro que nunca estorba, sin nunca llegar a ser necesario.
“Poder, Libertad y Gracia” ( págs.)
es un libro del que es autor Deepak Chopra y que ha sido publicado en España
por Amber-Allen Publishing, La versión comentada ha sido leída en e-book de
Kindle.
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