viernes, 15 de diciembre de 2017

Pedro Amorós: El gran libro de las psicofonías. Conversaciones con el más allá.




 

Pedro Amorós es un investigador de fenómenos misteriosos y parapsicológicos, especializado precisamente en psicofonías. No necesita hace falta de más presentación porque dispone de una WEB personal en la que narra su vida y milagros, ofrece noticias y pone a punto sus informaciones. Una WEB que solo merece elogios y atención.
Las psicofonías no dejan de ser algo que llama la atención de cualquiera tan pronto se tiene noticias de su existencia. No en balde la humanidad, desde siempre, ha sentido una profunda preocupación por eso que llamamos “más allá” —más allá de la muerte, por descontado, razón por la que suele también hablarse suavemente del “otro lado” y ha tratado por todos los medios de saber si existe. Pocos medios tan simples como el recibir alguna prueba que provenga de ese mundo cuya existencia se tratar de comprobar que una buena psicofonía. 
El que haya voces que parecen venir de ese “más allá” crea una curiosidad morbosa y una atracción lógica. Son voces que sólo recientemente se ha podido detectar, porque hubo que esperar a la aparición de instrumentos de grabación y, adicionalmente, por casualidad y sin intencionalidad, a que se descubrieran en grabaciones voces e imágenes muchas veces difíciles de entender y de interpretar.
Esa especie de protohistoria de la investigación de las psicofonías es expuesta por Pedro Amorós, aunque empezando por referirse a la historia de las hermanas Fox, historia en la que realmente hubo aparentes contactos con el más allá, pero no psicofonías en sentido estricto. Aunque con el fonógrafo pudo haber intentos de grabación, en realidad es con la aparición de la cinta magnetofónica cuando se inicia realmente la “caza” de psicofonías, una vez descubiertas un tanto casualmente las primeras. Luego Pedro Amorós se desvía hacia un fenómeno tan extraño y cercano como el de las caras de Bélmez, aunque justamente éstas desplacen la atencion de sus psicofonías. El libro rinde, por fin un homenaje a sus investigadores. Lo hace en especial con los iniciadores españoles de esa investigación: Germán de Argumosa, Sinesio Darnell y Fernando Jiménez del Oso. Y ofrece una visión rápida sobre la investigación en España y el extranjero.
Algo a destacar del libro es la insistencia de Pedro Amorós en tratar de alejar de la búsqueda de psicofonías a los curiosos y simples aficionados. El simple hecho de haber oído alguna no significa que “se esté preparado psicológica y técnicamente para poder obtener estas grabaciones sin ningún peligro. No olvidemos que nos enfrentamos a un mundo desconocido para todos nosotros y que ¡con estas cosas no se debe jugar!”. Se emplean, en efecto, dos conceptos admonitorios: el de peligro y el de mundo desconocido. Pero agrega otro hecho disuasorio, aunque ya práctico: no es fácil identificar e interpretar las psicofonías.
Se cita un texto de Germán de Argumosa, en el que se distinguen las dos hipótesis que existen sobre el origen de las psicofonías: la animista, según la cual proceden de proyecciones del inconsciente, y la trascendental, que sitúa el origen en el más allá. Esta última es la que él asume, aunque sin afirmar que procedan del “mundo de los que están más allá”. De Darnell hay que destacar sus demostraciones de que las psicofonías (que no solamente son voces, sino también ruidos y músicas) no derivan de microondas (funcionan en una jaula de Faraday), ni son fenómenos acústicos (funcionan en una campana con vacío), ni son manifestación de una impregnación ambiental (puesto que las respuestas coinciden con las preguntas). Jiménez del Oso señaló que el que se pueda dialogar con ciertas entidades, y “el que ellas se identifiquen como espíritus no quiere decir que lo sean, pero alguien son y están en algún sitio, eso es incuestionable… y no sé si esperanzador o preocupante”.

La parte más interesante del libro es quizá la exposición de las hipótesis barajadas sobre las psicofonías (que Pedro Amorós hubiera preferido denominar “parafonías”). Se repasan en particular las que se refieren a la mente del propio investigador como inductora, a la influencia de emisiones de radio, a la impregnación ambiental, a los extraterrestres e infraterrestres, a los ruidos ambientas y a los seres fallecidos o espíritus. A cada una de esas hipótesis se dedica no solamente una exposición de sus fundamentos, sino la crítica a que puede ser sometida a la vista de las dificultades y fallos que puede comportar.
Pedro Amorós asume el riesgo de emitir su propia opinión. O su hipótesis, ya que como diría De Argumosa en la parapsicología uno se mueve siempre entre hipótesis.  Y ésta es la “Hipótesis de la Transformación de la Energía Vital Residual”. Exponerla le ocupa muchas páginas, ya que es muy compleja y matizada. Todo comienza con la pregunta “¿Qué ocurre cuando morimos?” La contestación inmediata es: no lo conocemos. Pero sabemos que la persona tiene una energía vital y que la energía nunca se destruye, sino que se transforma. A la energía existencial que recibimos por nuestra concepción, se añadirá el consciente con sus recuerdos y el subconsciente con los suyos. La muerte provoca la ruptura entre el ser físico y el ser trascendente, que pasa a ser ultradimensional (entiendo es una referencia general a un mundo de otras dimensiones o sin ellas). La conclusión es que “en el momento de la muerte del ser humano, la parte humana de la energía existencial se englobaría dentro de la parte que reside en el lado trascendente, al que muchos llaman más allá”.” La comprensión de esta hipótesis, sumamente matizada por Amorós, requiere la lectura directa de sus explicaciones.
 A esa importante confesión de lo que Pedro Amorós piensa, el mismo añade la certidumbre de esa realidad que ha estudiado y constatado, admitiendo al mismo tiempo la innumerable presencia de mentiras, errores y falsedades. Pero bastaría una psicofonía real para que fuera necesario enfrentarse a ese problema. A su hipótesis añade la de otros muchos estudiosos del fenómeno.
El “Gran libro” no lo es sólo por su número de páginas, sino, sobre todo, por la cantidad de aspectos que aborda, a muchos de los cuales nos limitaremos a su simple cita: son los que se refieren a los instrumentos de captación y análisis de las psicofonías, a los lugares en los que presumiblemente pueden apreciarse, incluso a los fenómenos inexplicables como son los puramente fantasmales. A todos ellos se les presta atención en cientos de páginas, imposibles de comentar aquí.
Pero, con independencia de ello, se le puede, en efecto, calificar de gran libro porque, sin dar soluciones, plantea una serie de preguntas que todos en algún momento nos hacemos. En ese sentido puede también hablar de un libro desasosegante, en el más profundo del sentido de esta palabra. Pedro Amorós no oculta es que la existencia de las psicofonías plantea una serie de cuestiones a las que, habitualmente, tratamos de ignorar. Es cierto que hay hipótesis que marginan estas cuestiones, pero parecen ser más numerosas las que optan por una trascentalidad que supera nuestra vida, nuestro tiempo y nuestras dimensiones.
No deja de ser llamativa la presencia entre las personalidades citadas de sacerdotes católicos. El mundo futuro está previsto en el credo católico: resucitaremos con los mismos cuerpos y almas que tuvimos (lo que conduce a una hipótesis de integración del cuerpo en el alma, aunque ya liberada del tiempo y otras dimensiones).
Sin querer probablemente, Pedro Amorós nos enfrenta con esa realidad desconocida y temida por ser desconocida. Una y otra vez se refiere a las psicofonías, pero el lector no olvida las preguntas que ha formulado, porque las psicofonías vienen de alguien o de algo.
Es hora de manifestar la propia opinión: siempre he creído en la idea de la impregnación de acontecimientos dramáticos, pero al mismo tiempo confieso mi desconcierto ante ciertas realidades. Por ejemplo, hace años me impresionó una psicofonía atribuida a Tierno Galván, en que éste decía algo así como “todo esto es como había imaginado”. Siempre pienso en el increíble efecto Kirlian, algo que se mueve en un plano más humilde, más próximo a las dimensiones en que nos movemos. Algo que nos debiera hacer tan crédulos como exigentes de pruebas.
Bien: volvamos la mirada al cuadro de Gauguin del que tenemos un recuerdo borroso de su imagen pero concreto del título: “Quiénes somos. De dónde venimos. A dónde vamos”. ¿Es Pedro Amorós o son las psicofonías las que nos enfrentan a esas preguntas? No tiene la importancia la respuesta. Las preguntas siguen ahí.
Una impertinencia: los expertos ya muertos como De Argumosa o Jiménez del Oso, ¿no podrían haber “psicofonado” su realidad?  Por otra parte, siempre tengo presentes los millones de humanos que nos han precedido durante siglos y siglos ¿no hablan? Si lo hacen ¿en qué idioma? Se nos habla de un estado o paso “transitorio” de nuestro mundo a otro o a la nada, ¿no recuerda esto a la figura recurrente en tantas mitologías y religiones del “alma en pena”?
Un libro muy denso. No imprescindible, por descontado, para nuestra supervivencia y nuestro bienestar, sobre todo. Evitable si se pretende una imperturbabilidad intelectual. Allá cada uno con su responsabilidad. No se trata simplemente de psicofonías; es otra cosa.
“El Gran Libro de las psicofonías” (764 págs. + CD) es obra de Pedro Amorós. Fue publicado en marzo de 2016, mismo año en que fue registrado por el autor. La edición corrió a cargo de Ediciones Luciérnaga, del Grup Editorial 62 S.L.U.

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